PARTE III
Torkk
No conocía en absoluto a la loba blanca, pero por alguna razón temí por ella, Kevek no iba a tolerar que se atreviera a llevarle la contraria. Lo más sensato que la hembra podía hacer era ceder antes de enfurecerlo más. Tenía que ser lo suficientemente lista como para percatarse de la situación en la que se encontraba.
—¿Cree que podemos ser compañeros cuando acaba de asesinar a mi padre, a mi hermano... a mi familia?—Su voz era temblorosa—. Una relación así nunca funcionaría. Si lo que quiere es hacerse de nuestro territorio pues entonces hágalo, no es como si no hubiera empezado ya. Solo le ruego que nos permita irnos de aquí.
Estaba perdida. Quizá Kevek no le arrebataría la vida, pero, nada bueno iba a resultar de su imprudencia.
—Yo no dejo con vida a futuros problemas. Si quieren irse, morirán primero.
—Antes dijo que...
Ella aún no comprendía que Kevek estaba condicionando la vida de los suyos a cambio de su entrega absoluta.
—Creo que olvidas quién es el que pone las reglas aquí. Te he propuesto ser mi compañera, si aceptas será mi deber protegerte a ti y a los tuyos, pero de no ser así, no veo porque he de mantenerlos vivos.
El silencio se formó entre ambos a la par que muchos pares de ojos los observaban expectantes.
Leiden parecía estar a punto de volver a echarse a llorar. Aún ni siquiera podía ser considerada una loba joven, era prácticamente una cachorra; tomar una decisión como aquella debía estar agobiándola, más que nada porque muchas vidas dependían de su respuesta.
Su mirada se volvió con dirección a las hembras temblorosas que constituían su familia. Con los ojos tristes agachó la cabeza, poco después oí su voz dulce al hablar.
—No tengo porque negarle nada a nuestro líder.
Kevek no estaba en forma humana, pero de ser así, hubiera sonreído.
—Me alegra oír eso —Kevek no tardó en dirigirse a mí—. Torkk encargarte de los sobrevivientes. Esta noche la pasaremos aquí, al amanecer proseguimos según nuestro plan.
Asentí de inmediato, junto a otros lobos de nuestra manada ordenamos y contamos el número de hembras y cachorros. Estaba en ello cuando vi a Kevek hablar bajo con Leiden.
¿Qué estaría planeando?
De pronto, una atroz idea cruzó por mi mente, causandome una severa contradicción de emociones.
No creía que mi amigo fuera capaz de tomar a la hembra cuando aún no había entrado en edad reproductiva y, sobre todo, cuando no se había tenido la molestia de comprobar si era una hembra madre o una cazadora.
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EL CLAN DEL OESTE
FantasyEL CLAN DEL OESTE : Es una historia que se desprende de la futura novela larga titulada "Génesis", misma que es de mi autoría. Cuentan las leyendas, que la raza de los lobos fue creada por una magnífica y bondadosa Deidad que yacía siempre sola. En...