XXV

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    Mil versos florecieron en tu pecho
Sin métrica, sin medida
El subir y bajar del alma hizo florecer tus montañas
Como si Dios las hubiese esculpidos en el paraíso.
Como un enfermo que se entrega a la muerte viniste a mí
Para darme tu alma, para protegerla de los viles
Tus ósculos eran majestuosos, como si besaras a una nube, en lugar de una mortal
Dos mil versos florecieron en tu lengua, como el más sublime cantar
Cuerdas rotas, de tanto cantar
La enfermedad se adueñaba de ti, como enredaderas a tu cuerpo
Suspiraste y dijiste ̶ Te amo.

Flor de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora