XXIV

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    El gozo se arropó de desilusión
La lluvia no llenaba los cántaros
Tu cuerpo estaba aquí, pero tu alma vagaba en otro paraje
Tu melodiosa voz penetraba en mi corazón, pero no en mi alma
Extrañe la privación de tu
mayestático corazón
Tan contiguos cómo dos recientes amapolas, tan distantes cómo dos continentes
Los ósculos eran cálidos, pero vacíos

Tomé a un ruiseñor para que encendiera la llama en tu alma, pero tu alma había dejado tu cuerpo hace mucho
Me arrodillé ante ti, y suplique a los dioses.

Amada mía, ¿qué le está pasando a tu cuerpo?   

Flor de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora