lágrimas de luna *ೃ༄ kv

cuatro.

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—J-jungkook... N-no—

Y una noche donde lograron atravesar la barrera, incluso aunque fuera un mínimo tiempo, trataron de demostrar su amor de la forma más íntima.

El Príncipe era hermoso, su rostro lo era, su personalidad lo era y el cuerpo perfecto escondido trás esas capas de tela fina, también lo era. 
Jungkook lo sabía perfectamente.

—¿Dónde quiere que lo toque, mi Príncipe?— Taehyung sólo soltó un pequeño quejido. Las prendas eran delicadamente retiradas de su cuerpo, dejándolo en un bonito conjunto blanco de algodón con encajes que usaba detrás de sus prendas reales y también cuando dormía.

Sus hombros parecían brillar con la luz de la Luna.

El soldado daba finos besos a lo largo de su cuello. Acariciando con sus manos libres la cintura del rubio y tocando suavemente sus muslos canelas.

—J-jungkook... Sé cuidadoso, amor~.— El azabache sonrió.

—Siempre lo soy cuando se trata de ti.— Taehyung mordió su labio al sentir las manos de Jungkook recorrer sus delgadas y suaves piernas. Soplando delicadamente, haciendo que los pequeños vellos en ellas se removieran y Taehyung se estremeciera al contacto.

Jungkook tragó saliva, sintiendo como su intimidad era apresada y como la sangre bajaba hasta allí. Soltando un suspiro cargado al sentir las grandes manos del príncipe específicamente en esa parte.

El rubio abrió sus piernas, un suave sonrojo era notorio en sus hermosas mejillas. Jungkook besó su frente.

—Realmente lo amo, Príncipe Taehyung.— El rubio sólo gimió en respuesta al sentir la mano del azabache alrededor de su propio miembro.

El azabache se tocaba al mismo tiempo que hacía lo mismo con el rubio. Sintiendo placer al ver como el contrario estimulaba sus botones oscuros.

Y en una ráfaga de tiempo, Taehyung soltaba delirios transformados en suaves gemidos cuando Jungkook sólo seguía su instinto y se guiaba por su corazón, por el sentimiento de querer que el Príncipe disfrutara hasta el máximo.

—Mhg...~ Ah, más rápido.— Jungkook acató las órdenes del príncipe y comenzó a moverse con fiereza mientras abusaba constantemente del punto de delirio para el rubio. Suavizando el ambiente con aquellos gratos sonidos que llegaban a ser perversos en un momento determinado. Todo hasta que una caricia inconclusa logró dar por terminado el encuentro, apaciguando el ambiente y la respiración de ambos  al igual que el brote de sus esencias.

—Prométame algo, Príncipe.— Dijo Jungkook, al haberse calmado ambas respiraciones y relajado extremidades. Quedándose Jungkook trás el príncipe, que veía el cielo estrellado y la gigante Luna asomarse por su ventana. Escalofríos invadieron su cuerpo de forma amable cuando el soldado respiró en su cuello, hundiéndose en él.

—Dígame, Jeon.—

—Prométame que jamás se irá de mi lado, que no se comprometerá con ninguna princesa o con ningún engreído feudo que reemplace mi lugar. Prométame que siempre será mío, Príncipe Taehyung. Prometa que siempre será de este humilde soldado que lleva con orgullo cada una de sus cicatrices en honor a usted.—Taehyung no lo miró, sólo se quedó en su posición, admirando la Luna. Levantando la mano en un movimiento delicado, llevándola a los cabellos oscuros del soldado, acariciando con cariño.

—No puedo prometer que no permitiré que mi padre decida por mí. Es algo que no puedo evitar pero... Puedo prometerte que siempre seré tuyo, no importa las limitaciones que me impongan, ¿sí?— Jungkook suspiró, llenándose de tranquilidad y aspirando el aroma del cuello ajeno. Sonriendo al mismo tiempo.

—Sí...— Jungkook recorrió con su mano desde el hombro de Taehyung hasta pasearse por todo su expuesto brazo, llegando hasta sus manos. Entrelazando sus dedos con los contrarios y deseando que se encapsularan todos esos momentos en algún lugar del reino. Para que cuando la crueldad logre alejarlos, puedan recogerlos como flores y revivirlos en su dolida consciencia.

Sin perder detalle de cada roce, y de cada ráfaga cálida llena de cariño impuesta en sus órganos vitales.

Estaremos bien.

Lo estaremos, mi príncipe.

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perdón, me emocioné.