IV

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Cuando llegue al parque, Marco no estaba ahí así que decidí esperarlo sentada en una banca.

Miraba las parejas pasar, todos tan enamorados, todos besándose y disfrutando de su amor.

- Buenas tardes, bella señorita- Saludo Marco- Estás flores son para ti- Me dio un ramo de rosas.
- ¡Son preciosas!- Exclamé- Gracias.
- No son tan bellas como tú, pero... Lo intenté.
- Me encantaron, no debiste...- Sonreí.
- ¿Vamos a cenar?- Preguntó.
- Sí, vamos.

Fuimos a un restaurante muy elegante, mientras esperábamos la comida charlabamos acerca de nuestras vidas y sueños, ambos queríamos ser los dueños del mundo.

- Realmente eres interesante, no había conocido a una muchacha tan inteligente y lo que más me sorprende es que a tu corta edad sabes perfectamente lo que quieres, eso me encanta de ti- Dijo.
- Agradezco que pienses eso de mí- Sonreí.
- Buenas tardes, señor Cicolinni- Lo saludo un hombre de edad mediana.
- Buenas tardes, viejo amigo- Saludo Marco.
- Tenía tiempo que no nos veíamos, me alegra que estés bien y... Bien acompañado- Me miró.
- ¿Cómo has estado?- Preguntó Marco.
- Muy bien, la empresa ha crecido mucho, estamos pensando expandirnos e incluir a algunos accionistas- Respondió.
- Eso me parece una excelente idea.
- Si estás interesado en ser uno de nuestros accionistas, sabes dónde encontrarme ¡Que tengas una bonita noche! Será fácil para ti con esta hermosa dama.
- Gracias, igualmente pasa una linda noche- Se despidió.

Cuando el mesero nos trajo la comida, seguimos con nuestra conversación mientras comíamos esos platillos desconocidos para mí.

Al llegar a casa mis padres volvieron a regañarme, sin embargo eso no era suficiente para parar.

La rutina siguió así por un mes, Rodrigo pasaba por mi en la mañana para ir al trabajo, yo le ponía excusas para que aún no habláramos de nuestro compromiso, Marco llegaba a la cafetería, hablábamos un poco y se iba, la cocinera me animaba a seguir coqueteandole, saliendo de trabajar Marco y yo nos veíamos en el parque e íbamos a cenar, por la noche mis padres me regañaban, la misma rutina todos los días hasta que Rodrigo me enfrentó...

- Eleonora, estás muy rara últimamente, no eres la de siempre, estás muy distante, no quieres pasar tiempo conmigo y no quieres que hablemos con tus padres sobre nuestro compromiso ¿Qué está pasando?- Preguntó.
- Tu quieres apresurar mucho las cosas, eso pasa- Respondí.
- ¿Apresurar? Llevamos 5 años de relación, además tú estabas de acuerdo en que nos casemos ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
- Quiero que esperemos más tiempo, Rodrigo.
- Pero...- Se quedo un rato en silencio y después de un suspiro continuó- Está bien, si quieres que esperemos más tiempo, así lo haremos, perdóname si te presione, pensé que querías estar conmigo ya, te amo mi hermosa Eleonora- Me beso en la mejilla.

Sentía mariposas en el estómago, realmente lo amaba.

- Rodrigo ¿En que trabajaras cuando nos casemos?- Pregunté.
- Pues aquí en la cafetería- Respondió.
- Pero no ganamos mucho aquí...
- No, pero será lo necesario para sobrevivir Eleonora, además este trabajo me deja mucho tiempo en la tarde para ti, aunque últimamente no hemos estado juntos por las tardes.
- Lo sé, es lindo que pienses así, pero no creo que teniendo este trabajo podamos seguir adelante, deberías conseguir uno con mejor sueldo- Sugerí.
- Lo voy a pensar, haré lo que sea por ti- Me beso en la frente.
- Bueno tengo que irme, Rodrigo, te amo- Me despedí.

Al dirigirme al parque me senté en una banca esperando a Marco. Mientras esperaba pensaba en las palabras de Rodrigo, él me amaba y yo a él, éramos el uno para el otro, pero sin dinero. Rodrigo estaba dispuesto a todo por mí.

Fue entonces cuando mire a Marco de la mano con una señora de su edad, era una mujer elegante de ojos color azul. Al lado de ella estaba un niño de aproximadamente 10 años, era rubio y con los ojos de Marco. Sí, era su esposa y su hijo.

Eran una familia hermosa, sin embargo la rabia me dominó y caminé hacia Marco, pero al tenerlo de frente no sabía que decir.

- Señor Cicolinni...- Dije.
- Señorita Eleonora Obregón- Respondió- Buenas tardes ¿Cómo está?
- Bien...
- Ertha ella es Eleonora, una trabajadora de nuestra empresa, Eleonora ella es mi esposa Ertha y él mi hijo Zacarías.
- Mucho gusto Eleonora- Dijo amablemente Ertha.
- Igualmente, es un gusto conocer por fin a la esposa de mi jefe- Respondí.
- Que linda eres. Nosotros estamos por ir a cenar como familia, aprovechando que mi esposo no tuvo trabajo está tarde.
- Eso es bueno, que pase tiempo con su familia- Mire a Marco.
- ¿Quieres cenar con nosotros?- Preguntó Ertha.
- No... No quiero ser una molestia.
- No es molestia Eleonora ¿Verdad Marco?
- No lo es, insisto, ven con nosotros.

Acepte y fue la cena más incómoda que había tenido. Ellos se la pasaban haciendose cariños, Ertha me preguntaba acerca de mi vida y se comportaba muy linda conmigo, era un amor. Yo no podía destruir esa familia.

EleonoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora