capitulo 9

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  jungkook suspiró y dejó caer la cabeza contra la pared por lafrustración. Había estado tan cerca de tener a jimi donde loquería. Si hubiera podido conseguir que le quitara la venda delos ojos, incluso por un minuto, no habría tenido que pasarpor este elaborado juego. Podía seducirlo con la vinculación, yentonces podría haber escapado con él. Tuvo suficiente conmover las cadenas para subir sus pantalones de nuevo a suscaderas, y luego se hundió, también molesto por las fijacionesen este momento.Se maldijo por tratar de empujar al joven demasiadoduro. jimin parecía un poco asustado de jungkook cuando sepermitió pensar en lo que estaba haciendo en lugar de sóloreaccionar. jungkook tenía que acordarse de tomar las cosas concalma. Estaba demasiado cerca de tener lo que quería paragolpear esta cosa ahora. Los oídos de jungkook picaron al oír lallave en la cerradura de nuevo y el ligero ruido de la puerta,cuando las bisagras se abrieron con un chirrido. Levantó lanariz en el aire y olfateó mientras el acre aroma de sucompañero lo golpeaba. jimin  estaba de vuelta. Habíaesperado que no fuese capaz de mantenerse alejado muchotiempo. Se obligó a estar tan quieto y no amenazante comopudo.Suaves pasos se acercaron lentamente, y sintió lacercanía de jimin . Permaneció absolutamente inmóvil, noquería asustar a su asustadiza pareja. Finalmente sintió elcalor que irradiaba lentamente de su caliente cuerpo cuando jimin  se puso de rodillas a su lado, y habló con una tentativavoz junto a él. 

—Ya estoy de vuelta. Lo siento si me fui fuera de aquíasí, pero me asuste un poco. —Tomó un profundo aliento—.Escucha, nunca debería haber tomado ventaja así. Fue  totalmente mi culpa y lo siento. jungkook respiró hondo, casi con miedo de hablar y echarlofuera de nuevo. En su lugar, permaneció en silencio,permitiendo que jimin  dijera lo que tenía que decir.—No sé qué me pasó para tratarte de esa manera,cuando estás atado e indefenso. jungkook  negó con la cabeza y habló en voz baja.

 —No losientas. Sólo pensabas traerme comodidad. Yo lo queríatambién. 

—¿Cómo sabes mi nombre? jungkook  dudó un momento, pensando en la forma menosamenazante que podía pensar para haber aprendido sunombre. Incluso si eso significaba mentir, no podía permitirseel lujo de que jimin  tuviera pánico y saliera corriendo denuevo. El tiempo se agotaba. Encogió sus hombrosligeramente y mintió.

 —Le pregunté al otro guardia queestaba.

 —¿Lo hiciste? —jungkook  podía oír la sorpresa y elescepticismo en su voz, pero jungkook mantuvo el rostro estoico,sin revelar nada—. No sabía que venía aquí para hablarcontigo.¿Era una pizca de celos lo que jungkook detectó en la voz de jimin? Un estremecimiento lo recorrió ante la idea y decidióponer a prueba un poco la teoría.

 —Sí —dijo en voz baja—. Vino ayer y quitó las esposasde mis tobillos, por lo que pude estirar las piernas. He tenidotan malos calambres... que masajeó las piernas por mí.

 —¿Henderson hizo eso? —El tono de jimin  era agudo. jungkook no podía verlo, pero apostaría que tenía una profundatristeza en su rostro. Pudo oír perfectamente el disgusto en su  voz.

 —Sí. Me dijo que quitaría la venda de mis ojos más tardehoy, sólo por unos minutos. —Suspiró un poco—. Supongoque puedo esperar hasta que llegue, ya que te hace sentirincómodo.De inmediato, sintió las manos de jimin  en la parteposterior de la cabeza, desanudando y sacándole la venda delos ojos. Parpadeó unos instantes, aunque la luz era tenue, yentonces miró directamente al par de ojos azules más bonitosque había visto nunca. Por supuesto, había admirado a jimin  desde la distancia, incluso desde unos pocos metros una vezcuando había pasado por el mostrador de guardia mientras lollevaban por ese camino a su celda. Nunca había estado tancerca sin embargo, y la belleza de jimin  casi le quitó elaliento.Era joven, y su piel todavía tenía una frescura húmedade rocío. Su pelo brillaba casi rubio platino y sus ojos azulaciano miraban a jungkook solemnemente. jungkook se preguntó loque estaba pensando. Trató de concentrarse lo suficiente parasonreírle.

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