—Eso cambia la cosa. —Dijo la directora de la A.M.
Definitivamente. —Afirmo el mago Mohamed.
—Ah, no tiene poderes, un Maga sin magia. —Expresó Dareta con odio en la voz, mirándome peor de lo que por sí, siempre me mira.
—He ¿no tienes poderes? —Preguntó Ágata, yo negué con la cabeza. — ¿es por eso que nunca asistes a clases? —Asentí.
—Sí, es por eso.
— ¿Por qué nunca nos lo dijiste? —Volvió a preguntar.
— ¿Y deshonrar a la familia? —Pregunte sarcástica. —No... no podría.
—No volverá al colegio. —Afirmó una de los tres clones, ¿cuál? No lo sé.
—Definitivamente Elvia, ella no volverá, mi decisión es irrefutable. —Expresó la directora. El mago se les quedó viendo unos segundos como esperando algo más, cuando no hubo respuesta por parte de mis maestras, dijo:
— Bueno, no puede quedarse en la calle.
—Hay muchas familias que están dispuestas a ayudar a los magos sin hogar, podemos buscarle una. —Propuso Ágata.
— ¿Está loca Cross? —Es el apellido de la maestra. —Con la reputación que esta niña mantiene ¿Cree que van a querer recibirla en algún lugar? —Como siempre la directora estaba intentando hundirme.
—Podemos intentarlo.
— ¡No! No podemos, no hay opción...
—Que venga a mi castillo. —Dijo de repente el mago bajo al sorpresa de todos los presentes.
— ¡¿ESTÁ LOCO?! —Grito la directora que ya estaba sacada de quicio, por lo visto sus intentos de hundirme no habían resultado ese día. — ¡¿Están todos locos?! Primero la tachan de especial y luego usted, señor mago, la invita a quedarse en su inmenso y bello palacio. —El mago levantó los hombros, como diciéndole "¿Y?", yo no podía con la sonrisa.
—Estoy haciendo lo que creo que es lo mejor, ella no puede regresar a casa y ya que usted no la dejará regresar a la escuela, ni habrá familias que la acepten, yo dejare que se quede conmigo, podría estar ahí el tiempo que sea necesario.
—Dijo sonriéndome, sonrisa que le regrese.
—Gracias. —Dije de corazón, totalmente de corazón por que el mago me permita quedarme en su palacio.
—No hay de qué. —Respondió él. —Que Acantos te lleve, yo tengo que regresar a hacer algunas cosas.
—Espere, espere, espere un segundo. —Lo detuvo Dareta. —Si Acantos la va a llevar, ¿Cómo nos regresaremos nosotras? —Fue un buen cuestionamiento, la maestra no lo preguntó en un tono malévolo, solo lo preguntó por interés propio.
—Tiene razón. —La directora sonrió ampliamente. —Mandaré al ave naranja...
Pausa. En el mundo mágico hay muchas variedades y clasificaciones de aves, el ave naranja es como la mascota del rey, la que él y sus hijos usan para transportarse y pasar el tiempo, tiene la capacidad de volar muy alto y muy veloz.
—... a que venga a recogerte ¿te parece? —La sonrisa que segundos atrás había planteado Bumba se desvaneció, por el contrario su boca cayó al suelo.
— ¿El ave naranja? —Preguntó Scarlatta con desconcierto, el mago asintió. —Pe-pero mago, usted dijo que el ave naranja es muy delicada y no está acostumbrada a tratar con extraños.
—Como se nota, —Interrumpió Dareta, — Directora, que usted necesita asistir a mis conferencias sobre las aves del mundo mágico. —La maestra Dareta es especialista es aves. —El ave naranja es, por instinto, el ave más sociable que hay. Nunca repelerá a alguien que quiera montarla, bueno, al menos hasta la fecha no ha pasado jamás. —La cara del Mago Mohamed irradiaba vergüenza, miro a mi maestra indicándole que se callara, indicación que la Dareta capto de inmediato dándose la media vuelta cabizbaja. De inmediato el mago habló intentado disculparse.
— Directora. —Dijo con su dulce voz. —Lo lamentó de verdad, yo...
— No, no, no tiene por qué disculparse mago. —Lo interrumpió Bumba negando con la cabeza. —Lo entiendo, todos cometemos errores, todos nos equivocamos, no es necesaria una explicación. Estoy... estamos... consientes que usted no estaba al tanto de la situación ¿verdad? —Nos preguntó a nosotros, que la mirábamos interrogantes. — ¿Verdad? —Preguntó de nuevo al no obtener respuesta de nuestra parte. De nuestro pequeño bulto de personas salieron varios "sí", "completamente consientes", "así es directora Bumba". Por el contrario de mí, "yo pienso que el mago sabía acerca del ave" salió de mis labios color carmín, ganándome una mirada amenazadora por parte de la directora y una de súplica por parte del mago, sin embargo Bumba siguió con su discurso "anti-no culpar al mago". Más bien anti-me quiere todo el mudo, no es posible que alguien me negué algo.
—No le haga caso señor mago, es una chiquilla rebelde. Como le decía, es entendible que al no estar enterado de la situación, usted haya tomado medidas para proteger a su mascota, al fin de cuentas estoy enterada del aprecio de Thomas por el ave. —Sentenció Scarlatta. De alguna manera tratando de convencerse más a ella misma que al mago de sus propias palabras. El mago asintió no muy convencido de la afirmación de la directora. —Por cierto ¿cómo se encuentra Thomas?, él y yo somos amigos, nos gusta saber uno del otro. —Esta vez no pude contenerme y una carcajada estruendosa salió de mi boca siendo reprimida al instante por mis manos.
—Él se encuentra bien, directora. —Habló el mago un poco confundido. Intentando ser amable. — Bueno, esta platica fue agradable, pero es hora de irnos, los mago supremos tenemos muchas obligaciones que atender.
— Sí, claro, el trabajo de un mago supremo es muy complicado. Es por eso que el puesto debe proporcionársele a alguien muy experimentado y capaz, sobre todo. —Dijo con entusiasmo Bumba. —Como yo, por ejemplo ¿no es así, mago Mohamed? —rodeé los ojos sintiendo pena ajena por la directora.
—Ah... —El mago miraba a la directora intentado buscar las palabras adecuadas. —Debemos irnos. —Optó por desviar el tema y dirigirse a nosotros. Bumba hizo un puchero enojada y caminó despacio lejos del mago, dando apenas unos pasos hacia Dareta. —Hay algunas cosas que... —Miro a Scarlatta —cosas que... debo... vámonos. —Se rindió por fin.
Todos caminamos hacia la carreta, pero el mago y yo nos mantuvimos fuera de ella. Una vez que esta fue abordada y asegurada con la puerta, la directora asomó su cabeza por la ventana consultando al mago una vez más—Ahora que sabe lo del ave, mago, ¿me dejará montarla? —Preguntó esperanzada
—Ah... —dudó de nuevo Mohamed. — No, está cansada, tal vez después. —La directora hizo de nuevo un puchero, esta vez triste y se regresó a dentro de la carreta.
— ¡Suerte He! —Me grito Ágata, yo le correspondí la despedida agitando mi mano en el aire con una sonrisa.
Cuando por fin la carreta se alejó lo suficiente de nosotros dos, el Mago y yo nos dirigimos las miradas. El rio por mi risa traviesa.
—Algún día le provocarás un paro cardiaco. Ten cuidado. —Dijo él.
—No es tan... malo.
—Eso crees tú. Yo tendré que soportarla diario en mi palacio quejándose. Es mejor que no te acerques a ella.
—¡Que sacrificio! —Susurre con obvio sarcasmo.
—Bueno He, es una pena, pero debo irme. Enviaré al ave por ti. Trata de no meterte en problemas. —Rogo.
—Esperaré tranquila. —Le afirmé. No tenía pensado hacer mucho de todos modos.
By: Capri