POV Calle
Desde que había salido del clóset, había sido un infierno, mi familia tenía dinero pero mi padre pagaba casi todo lo que consumía y ahora él ni me determinaba, no hacía otra cosa que hacerme la vida imposible a ver si cambiaba. Sí tenía un ahorro pero no duraría eternamente. No hablaba con mi madre hacía meses porque tampoco aceptaba mi sexualidad, ¿tan difícil es aceptar a tu propia hija?
Estar con Poché hacía que olvidara todo, que por primera vez en mucho tiempo, sintiera mi alma llena, me sintiera feliz, me sintiera completa... sin necesidad de alcohol. Pocas personas sabían esto, pero estaba borracha, o algo elevada, la mayoría del tiempo. Lo había aprendido a disimular muy bien. Pero con Poché nada de eso era necesario, amaba esa sensación y al mismo tiempo me daba muchísimo miedo.
Nos conocíamos hace poco y ya éramos novias. Si hubiera sido otra persona le hubiera dicho que me lo pidiera de una forma muy especial o le diría que no, pero era Poché, esa peliazul que me encantaba, que me traía loca, que me quitaba el sueño desde los primeros días de conocernos.
No había podido dormir desde que vino a mi habitación, ella estaba profundamente dormida en mis brazos, se veía tan tierna y la quería tener siempre así pero por más que quería quedarme mi estómago estaba como loco por el hambre y los domingos tenía que cocinar yo, así que aproveché para levantarme e ir a cocinarle a la pequeña chica a mi lado.
Poché: ¿Calle?.- Dijo medio dormida cuando estaba acomodándola en la cama.
Calle: Aquí estoy, gorda.- Dije pero ya se había quedado dormida de nuevo, le di un beso en la frente y salí a la cocina.
Después de una hora, y de que la cocina quedara desastrosa, logré terminar de cocinar, se veía rico. Tomé una mesa portable, puse nuestros desayunos, café, jugo de naranja y rosas en un jarrón y me dirigí a nuestra habitación. Nuestra.
Pero al llegar ahí Poché no estaba.
