3. La punta del Iceberg que prometía la derrota.

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6/12/17

 Ya para el miércoles ya salía de la cama sin fingir una embolia, me alivió bastante porque así no tendría que intentar ignorarlo en todo momento cuando le viera salir de la cama para erradicar sus berrinches, sus dotes de actuación eran buenos y me picaba la curiosidad por saber con qué nueva cosa saldría, pero de todas maneras funcionó ignorarlo, se le acabó bastante rápido el complejo de "me muero ayúdame" no tenía publico así que vio sin sentido el estar haciéndose el dramático.

Estaba recuperado y un poco pasado de peso, con la grasa que consumió en sus tres comidas diarias habría sobrevivido tres meses en polo sur sin preocuparse por el frío, el único ejercicio que hacía era llevar la comida hasta su boca, no es algo que yo debería estar criticando, lo sé, pero él sugirió incluso el que le pusieran un catéter porque le costaba demasiaaado caminar medio metro hasta el baño.

Ya sintiéndose con más ganas de volver a la rutina de siempre en la que se dedica a fastidiarme busco como entrometerse en lo que escribía en la computadora, me di cuenta un poco tarde que su reflejo asomaba por la pantalla a mis espaldas.

—¿Seunghyun buscó los condones de la maleta mientras Jiyong jadeaba? —Pasea los ojos por mi rostro gira un poco su cuello a la derecha—. ¿Desde cuándo tus gustos se volvieron tan explícitos?

—Cállate —Busco con la mirada a su madre, está sentada en la barra de desayuno resolviendo un crucigrama, ajena al mundo.

—Pensé que tenías problemas para hacer que los personajes hablaran pero ya los hiciste pasar la tercera base —me recrimina.

Se acerca más a la computadora, pero logro cerrarla.

—Espera ¿Te saltaste el diálogo y te fuiste a la acción? Eres más perverso de lo que imaginaba y te pones a escribirlo en medio de mi sala, Dios.

—Estaba haciendo correcciones.

—Basta con leer para encenderse como fósforo.

—No seas metiche, ve a representar episodios de muerte cerebral. —Le hago señas para que se vaya.

Hace caso omiso a mis desprecios, se deja caer por el sofá como gelatina arrastrándose hasta atrapar la computadora con sus manos. Al abrirla la pantalla está suspendida y necesita una contraseña de acceso. Se aburre como si le costará pensar cuál es su propia contraseña.

—Es una historia bastante yaoi, no te recomiendo que la leas podrías terminar buscando algún hombre que te azote hasta arrancarte la piel —digo

—Soy muy versátil, puedes azotarme tú – levanta sus manos en señal de paz – Estoy hablando de fines educativos, debes necesitar el punto de vista de alguien, puedes hacer cosas sucias conmigo, puedo dejar que me derrames espelma de candela y todo eso, luego te describiré el sentimiento – se acerca provocativo a mí y mueve su hombro contra el mío.

Me alejo.

—Estás hablando de dolor y no eres capaz de ver la parte triste de las películas porque tienes un corazón demasiado sensible.

—Es el punto, ves el gran efecto que ejerces sobre mí, soy tu vasallo.

—La única cosa sucia que se me ocurre hacer contigo es asesinato.

—Es un progreso, antes ni siquiera imaginabas cosas sucias conmigo.

Mi celular vibró en el bolsillo de Jimin, lo rebuscó, coloque una nota mental para desinfectarlo más tarde. Era una notificación de Skype, Hoseok solicitaba una videollamada.

Como estar en la casa de Jimin supone una pérdida total de una palabra que él no conoce: PRIVACIDAD, mi cuenta se encuentra vincula a su computadora y la llamada de Hoseok fue transferida.

SHOGANAI • KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora