Feliz cumpleaños.

1.2K 120 18
                                    

Un beso de cada uno de sus novios.

Eso es lo que Tetsurō Kuroo llevaba estampado por el rostro ya entrada la tarde del día de su cumpleaños en un tono rojo intenso que era imposible disimular sobre su piel, aunque tampoco es como si siquiera hubiera intentado ocultar o borrar las marcas, para nada, le gustaba ver de reojo en los ventanales la imagen impresa de aquellos tres pares de labios en su rostro, oír los murmullos nada disimulados de cualquier grupo de chicas, o chicos incluso, que lo viera y qué mejor que le preguntaran al respecto directamente para poder presumir de aquellos chicos que tenían una parte de su corazón y lo llenaban de amor, cada uno a su peculiar forma, cada día de su vida.

El de la idea original había sido Akaashi, dando el día anterior antes de sentarse con Kuroo para cenar una simple sugerencia de besar con labial en sus labios al cumpleañero, como un pequeño juego entre los cuatro, nada extremo, pero las cosas se salieron de control cuando Kōtaro decidió salir antes de ir a dormir, sin decir a nadie a donde iría. Al llegar el búho se encontró con que sus novios estaban en la cama, listos para dormir y esperándolo cada quien en lo suyo, Kei escuchaba música y hacía alguna cosa en el celular mientras Keiji leía un libro y Tetsurō se encargaba de molestarlos un poco a ambos de cuando en cuando y solo se detuvo al escuchar el sonido de la puerta de la entrada cerrarse para ver unos minutos después entrar a Kōtaro luciendo extrañamente feliz, algo que intrigó al gato y asustó un poco a los otros dos, quien sabe qué locura habría cometido el de cabellos bicolor.

Bokuto puso cada de abandono y olvidándose por completo de lo que lo había llevado a estar tan contento corrió a ponerse su pijama antes de unirse a los otros tres, encimándosele a Akaashi, ya que fue el que más tardó en reaccionar cuando el peligris saltó a la cama, para unirse a Kuroo y molestar a los otros dos, y luego de un rato más en el que casi le provocan dolor de cabeza al de lentes por tanto molestarlo por fin decidieron dormir. Kuroo, como siempre, estampó su cabeza contra la almohada y se las arregló para pasarle a Kei un brazo el torno a la cintura y abrazarlo, un poco más abajo de lo habitual ya que Keiji de igual forma tenía al rubio abrazado mientras Kōtaro lo usaba como si de un oso de peluche se tratase, enredándosele al cuerpo con brazos y piernas.

El sábado por la mañana Akaashi se las arregló para levantar a Bokuto sin que comenzara a gritar o armar tanto jaleo y sacar a un adormilado Tsukishima de la cama, consiguiéndolo a base de besos que más tarde le constarían una pequeña venganza por parte de Kōtaro alegando que él también quería ser despertado de aquella manera. Los tres salieron de la cama en silencio y sin mover mucho al que seguía durmiendo para que así continuara y les diera tiempo para preparar todo antes de que Kuroo abriera los ojos o, con algo de suerte, poder ser ellos quienes lo despertaran.

En el transcurso de la mañana, una vez que el pastel de Tetsurō estaba listo, un pastel que acordaron sería de chocolate, y el desayuno preparado Bokuto intervino de golpe, retomando su actitud alegre de la noche anterior haciendo al rubio fruncir el ceño ante la falta de entendimiento y un escalofrío recorrer al de cabello azabache. Se enteraron que el búho había salido como tromba la noche anterior para comprar lo que era un labial rojo carmín que cada uno de ellos se pondría en los labios antes de ir a despertar a Kuroo, quien milagrosamente aún no había despertado (no que se hubieran dado cuenta), y aunque el rubio se negó por un buen rato y hubo una pequeña discusión sobre el tono elegido por el búho al final los dos más callados accedieron a ponerse aquello en los labios, Kei siendo convencido bajo la idea de que algo como aquello fascinaría a Tetsurō y Keiji prácticamente obligado al haber sido su comentario inicial lo que los llevó a aquello.

Akaashi había sido el encargado de pintar los labios de Bokuto, indicándole más de una vez que se estuviera quieto para que quedaran bien, y posteriormente maquillarse a sí mismo, Tsukishima negándose a la sugerencia del de cabellos negros por ayudarle y decidiendo a regañadientes que pintaría sus labios por cuenta propia, más que avergonzado por lo bien que parecía dársele eso de pintarlos.

Besos de cumpleañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora