《las camelias》 «pt.3»

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»Parte 3.

🌸🌸🌸

Ya, luego de unos días, sucedió lo que todos nunca pensaron en hacer: despedirse.

Luego de que Yoongi se cargara, básicamente, a todo el público que tenía el pobre circo ya no habían más personas interesadas en ir a verlos; circulaban un cúmulo de rumores sobre lo que sucedió en la noche de hace unos días.

Cosas tan bárbaras como que en el circo eran caníbales o estúpidos asesinos en serie.

En fin... da igual. Volviendo al presente, ahora mismo todos están en son de paz, decidiendo qué hacer a partir de ahora para poder medio reorganizar sus vidas.

—¿Usted qué hará, Pitonisa? —pregunta Jimin, sosteniendo un pañuelo de color amarillo canario entre sus falanges, con pequeños rastros de un par de lágrimas que se han salido sin su permiso.

A pesar de todo, Jimin tenía a todos los seres del grupo ambulante en su buen corazón. Ya sea por los altibajos que hubieron con algunos de ellos, él es capaz de perdonar y olvidar.

La mujer tronó los dedos y miró en dirección al cielo seguido de un suspiro.

—Quizás intente encontrar a alguien como yo, que me ame y comprenda al no tener, como la mayoría, dos piernas y dos brazos. Seguro que iré de pueblo en pueblo, de ciudad a ciudad y de condado a condado hasta encontrar a esa persona con la cual pueda decir firmemente que es mi alma gemela, la persona que complete este espacio de mí en el que un vacío yace de pie, tratando de quitarme toda esperanza de encontrar a tal dichosa persona.

Jimin bajó la mirada conteniéndose una vez más a no soltar ni una mísera lágrima. La mano de Yoongi en su hombro, por suerte, le ayudó a calmarse.

—¿Y tú? —preguntó Yoongi al hombre traga espadas.

Éste vaciló un poco con una pequeña y melancólica sonrisa dibujada en sus labios, mirando la reluciente espada que tenía en su mano y, luego, guardó en su funda –la cual cargaba tras su espalda–.

—Un hombre como yo no puede ganar de forma decente la vida y la plena libertad —reconoció—. Seguiré con mi destino, trabajando en circos de fenómenos junto al hombre Pretzel y al hombre gusano —los aludidos asintieron, afirmando las palabras del hombre.

—Suena a un eterno destino cruel.

—Lo sé —le respondió a Pitonisa—, mas un hombre tan pordiosero y pobre en conocimiento no es merecedor de algo más sin los bienes ni los medios necesarios. Al menos, aunque no me emocione lo que hago, soy capaz de decir que estoy donde debo estar.

El menor de todos sintió sus piernas tan débiles como el mismo soporte que tenía una alga marina: débil.
El único soporte prudente y su canal de fuerza personal era Yoongi, siempre y todo el tiempo él. Aquel hombre que lo traía lleno de amor hasta los sesos.

Una vez que ya se sintió más o menos recuperado en su andar, le preguntó a Kanabum:

—¿Y qué harás tú, Kanabum?

Pitonisa le sonrió al nombrado de oreja a oreja, al parecer siendo la única que supo la decisión del otro, en la cual estaba de acuerdo.

El nombrado sonrió con esa tan característica sonrisa de loco que se traía encima y sacó unas tijeras grandes y alargadas en el bolsillo trasero del pantalón. Por un momento el menor de todos se asustó, mas al ver la maternal sonrisa de Pitonisa, se permitió calmarse.

—Decidí que de una buena vez viviré como un niño, un niño propio de mi edad —la mayor le estrechó entre sus brazos, susurrándole algo al oído—. ¡Es cierto! Esta mañana junto a Pitonisa he ido al centro y me he comprado un cometa —informó seguido de una gran risotada, corriendo a buscarlo.

Jimin, el niño de las Camelias. «YoonMin» 《ThreeShot》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora