Prólogo

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Dos años antes de que se diera uno de los mayores acontecimientos de la historia del mundo mágico, lord Voldemort caminaba de un lado para otro pensativo por toda su habitación en la mansión Riddle. El señor tenebroso seguía con ansias de aumentar el número de horrucruxes. Llevaba divididas seis partes de su alma haciendolo ver fisicamente desfigurado, pero él ansíaba una más. El septimo horrocrux debería ser algo que fuera difícil de encontrar, la perfecta alternativa a los otros seis por sí eran destruídos. Pero no hayaba la manera.

Murmuraba en voz alta las idea que se le ocurrian deshechandolas al momento mientras Nagini se deslizaba siseando por la pata de una silla. Al verla se percató de que podría ser otro animal el que guardara su alma, pero como un rayo se cruzó en su memte la contradicción del pensamiento. "Sería demasiado obvio" Pensó.  Pero el pensamiendo de Voldemort se vió interrumpido por su más fiel mortifaga Bellatrix Lestrange.

-. Mi señor mañana al anochecer se preveé una reunión de la Orden del Fénix, quizá sea hora de intervenir y acabar con ellos uno por uno.- propuso la bruja con una expresión sádica en el rostro.

-. ¿Quién te ha informado?.- preguntó con desdén puesto que seguía insistiendo en la existencia del septimo horrocrux.

-. Severus, señor.-

Ni si quiera escuchó la respuesta de su seguidora cuando una idea alumbró toda su mente. Tener un descendiente y encerrar en el su alma. Tom frenó en seco su andar por la estancia, asombrando así a Bellatrix.

-. Necesito un descendiente, un niño.- fue lo único que pronunció.

Bellatrix se quedó en completo silencio pensando en lo que su señor había dicho. Temía por preguntar si eso era cierto, no era la primera vez que recibía la maldición cruciatus por insolente.

-. Bellatrix, necesito un descendiente para crear el septimo horrocrux y ser inmortal. El niño que encierre mi último pedazo de alma será mi completo seguro indestructible para mi eterna vida.- dijo con cierto antojo.

-. ¿Y que sugiere mi señor?.- preguntó dubitativa.

-. Traeme un recien nacido, un sangre pura.-

-. Mi señor va a ser imposible, tendría que matar a la familia entera ya que nadie entregaría a su hijo para servirle.- contestó mientra que en su cabeza ocurría una idea descabellada.

-. Pues matalos aún que sea un desperdicio.- dijo con frialdad.

-. Mi señor, se me ocurrió una idea alternativa.-

Lord Voldemort se acercó a la mujer y la miró fijamente a los ojos.- te escucho querida.-

Se aclaró la garganta y procedió.- yo con gusto le entregaría mi propio descendiente para que le sirviese señor.-

El señor tenebroso rió cinicamente mientras se daba la vuelta para volver a dónde se hayaba Nagini.- Querida Bellatrix no sucumbiré al deseo carnal.-

-. No hace falta señor.- Dijo totalmente convencida. Voldemort se volvió a verla estático indicándole para que prosiguiera.

-. Existe una poción para un embarazo forzoso.- Tom seguía espectante a lo que decía.

-. ¿Que finalidad tiene esa poción?.- preguntó casi con burla.

-. La gente que no puede tener hijos de forma natural, es la alternativa.- respondió con elocuencia.

-. ¿Qué se necesita?.- dijo con mayor interés.

-. A parte de una serie de ingredientes, los más relevantes son la sangre de los progenitores.- concretó sonriendo.

-. Y dime querida, ¿estás dispuesta a prestar tu vientre y darme la criatura que crezca en él?

-. Sí mí amo y señor, solo estoy para servirle a usted.- Dijo con total entusiasmo la bruja.

Ésta noche efectuaremos la poción para que nuestro primogénito nazca cuanto antes.

~9 meses después~

Narcissa Malfoy estaba ayudando a traer al mundo al retoño de su hermana.

Bellatrix gritaba como si le estuvieran mandando miles de crucios a la vez, sus gritos se escuchaban incluso a cinco manzanas de la mansión Riddle.
La bruja maldecía cada segundo que aquel dichoso bebé pasaba en su cuerpo a medio salir. Pero solo la motivaba a seguir aquel dolor para complacer a su amo.

-. ¡Bella! !Es una hermosa niña!.- gritó de la emoción con la bebé en brazos.

La niña no lloraba, solo miraba a Narcissa con sus enormes ojos negros y una expresión indescifrable en el diminuto rostro.

-. ¿Quieres verla hermana?.- dijo mientras le acercaba a su hija.

Bellatrix la miró seria por un segundo para después decidir su nombre.- se llamará Charlene, y sácala de mi vista ya.- alegó finalmente con asco empujando las manos de su hermana que cargaban el pequeño cuerpo.

-. Es tu hija Bella, tienes que cuidarla.- dijo con un deje de tristeza.

-. Los niños me dan asco, los repudio. La concebí para complacer los deseos de mi señor.-

Narcissa la miró con asombro para después mostrar pesar a la bebé que seguía mirandola con aquellos ojos azabaches.

-. Déjala ahí a un lado, pronto vendrá mi señor y logrará su cometido.-

Narcissa la dejó con profundo dolor en un sillón cerca de la cama para después salir y dejar que Tom Riddle le desgraciara la vida a la niña.

Lord Voldemort ya tenía a su victima preparada, puesto que su primogénito nacería hoy y debería encerrar su pedazo de alma en él. Quién pagaría con su vida para ello sería el pequeño de los Black, Regulus. Hacía tiempo que desconfiaba de él y su deserción.

Caminaba con él a la par en dirección al cuarto de su fiel seguidora. Regulus no sabía el porqué de su presencia allí. Tras entrar por la puerta se encontrarón con una Bellatrix enfadada y un llanto de bebé. Voldemort hizo una mueca por aquel sonido tan desagradable.

-. Callalo o tendré que matarlo por insoportable.- escupió con rabia a la bruja.

-. No sé como mi señor, ha estado llorando desde que mi hermana se fue.- se disculpó ella.

-. Levantate y traela de vuelta para que lo tranquilice.- ordenó con furia.

-. Sí señor.- se levantó adolorida y con una mueca en el rostro por la molestia.

-. ¿Que nombre le has puesto a la criatura?.- preguntó antes de que cruzara el umbral de la puerta.

-. Charlene señor, es una niña.- dijo para salir en busca de su hermana.

A Voldemort no le causaba mucha gracia que el retoño saliera mujer, pero era de lo que disponía y no se quejaría. Se acercó al sillón para ver a la niña llorar con fuerza mientras cruzaba sus pequeñas manos en el aire.

Narcissa entró casi corriendo para coger a la niña en brazos y lograr que se tranquilizara. Fue ahí cuando comenzó todo.

Voldemort empuñó su varita y llamó a Regulus para que se acercara. Éste con desconfianza lo hizo.

-. En verdad tarde o temprano lo haría, pues sospecho de tu traición. ¡Avada Kedavra! .- pronunció mientras se escuchaba el sonido del cuerpo del pequeño Black al caer contra el suelo.

Narcissa ahogó un grito y abrazó con delicadeza a la niña contra sí haciendo que calmara el llanto producido por el asesinato.

Pero Tom se la arrebató de las manos para así encerrar en Charlene su septimo pedazo de alma provocando que la niña llorara con más fuerza e intensidad. Cuando terminó el hechizo la niña dejó de llorar al instante cerrando sus ojos.

Aquel hechizo la marcó de por vida emocionalmente y fisicamente, puesto que al finalizarlo le dejó una marca cerca del corazón en forma de S .

Charlie LestrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora