La Navidad siempre había sido la época favorita de Ana. Las luces adornando las calles, la comida, reunirse con la familia, las películas navideñas, el chocolate caliente, comer castañas con María Martel... Le encantaba todo lo que esas fechas significaban. Y, aunque ese año no podría pasarlas en su querida Laguna y compartir esos días con su familia, estaba feliz de poder hacerlo con sus amigos pero, sobretodo, con ella.
Era increíble lo mucho que había cambiado su vida desde que a los 20 años decidió dejar Tenerife y mudarse a Madrid con su novio y poco más que una gran pasión por la música y el sueño de poder dedicarse a ella. La verdad es que había dejado su sueño un poco aparcado, ella decía que porque dedicaba muchas horas al trabajo y no tenía tiempo pero realmente era porque los comentarios continuos de Javier diciéndole que no era lo suficientemente buena la habían hecho desanimarse. A pesar de eso seguía cantando, la música la había acompañado durante toda su vida y no podía vivir sin ella. Pero ahora sólo lo hacía en la ducha, cuando estaba sola, o bueno, cuando estaba con Mimi. A la rubia siempre le había gustado escucharla y, al contrario que su ex, la animaba y la apoyaba para que siguiera luchando por su sueño intentando recordarle cada vez que podía lo buena que era, a pesar de que siempre acababa con Ana pidiéndole que dejara de decir tonterías.
La granadina, junto con su padre, siempre había sido su mayor fan. Mimi pensaba que tenía talento de verdad y sabía la razón por la que Ana siempre lo negaba y por la que ya no cantaba con la misma ilusión que antes, por eso no le importaba repetirle lo mucho que valía hasta la saciedad si eso servía para que su amiga creyera un poco más en si misma. Esa era una de las cosas que más le gustaban a la morena de ella, que siempre estaba ahí con una palabra bonita, un cumplido o una simple sonrsisa que le alegraban hasta sus días más tristes. Porque Mimi siempre estaba ahí para ella. Lo había estado desde el día en que se conocieron...
-¿Cómo dices que se llama tu amigo? - Le preguntó a su primo por teléfono, mientras observaba la puerta de la cafetería, dudando sobre si entrar o no.
-Ricky, Ricky Merino.
-Ago, yo creo que me voy a ir... -dijo dándose la vuelta.
-¿¡Que vas a qué!? - gritó Agoney al otro lado del teléfono- No, no, tu vas a entrar ahí y vas a hablar con Ricky para que te dé el trabajo.
-Pero si es que, ¿qué hago yo de camarera? Si ya soy torpe de normal imagínate la que puedo liar llevando una bandeja llena de cosas...
-Vale, ahí tienes razón. - rió el chico que conocía perfectamente la torpeza de Ana. - Pero puedes ir aprendiendo. Además, necesitas un trabajo, no querrás depender del idiota de...
-Agoney... - sabía que a su primo y su novio no se llevaban bien, pero no le gustaba que se criticaran.
-Lo siento, lo siento. Pero en serio, entra y habla con Ricky. Hazlo por mí aunque sea.
-Eres un chantajista - le reprochó su prima a la vez que se encaminaba a la puerta del local - Voy a entrar, luego te cuento que tal.
- ¡Bien! Mucha suerte, te quiero.
-Gracias amor, yo también te quiero.
Y tras colgar el teléfono abrió la puerta de la cafetería.
La verdad es que el sitio no estaba nada mal, era bastante más grande de lo que había imaginado y muy moderno. Se dirigió hacia la barra mientras buscaba con la cabeza al que podría ser el tal Ricky.
-¡Puta! - exclamó al chocar contra algo y escuchar el sonido de una bandeja y un par de vasos caer al suelo.
-¿Perdón? - dijo levantando la cabeza la rubia con la que había chocado que se había agachado a recoger lo que había caído.
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Luces de Navidad
RomanceAna y Mimi han sido mejores amigas desde que Ana llegó a Madrid junto a su novio para perseguir su sueño y el destino la hizo cruzarse con Mimi, una de las camareras del bar en la que empezó a trabajar. Ahora es Navidad, la época favorita de Ana, ha...