Un Año Más

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Llamaron al timbre y esperaron a que abrieran la puerta. Eran las 23:30, Ana y Agoney habían ido a cenar los dos solos y, al acabar, habían ido al piso que Ricky y Mimi compartían a ver las campanadas con sus amigos.

Cuando el mallorquín les abrió empezaron a saludar a todos sus amigos. Pero, en cuanto la morena divisó a Mimi entre el resto de la gente se quedó parada. Iba preciosa. Llevaba un vestido ajustado negro con una cremallera situada en el centro de este que lo atravesaba de arriba a abajo y su pelo rubio, que había decidido ondularse, caía por sus hombros. La canaria no pudo evitar pensar que la chica que tenía ante sus ojos era la más bonita que había visto en su vida.

-Amiga, la baba. - la sorprendio Miriam, apareciendo tras ella de repente.

-Callate, Miriam.

-Jobá, Ana, es que mira a ver si eres más obvia.

-No la veía desde Navidad. Está guapísima...

-Madre mía tía, estás encoñadísima. ¡Me encanta! - la picó la gallega.

-Jo, Miri, déjame... - la morena se sonrojó, agachando la cabeza y su amiga la abrazó riendo.

-Vas a hablar con ella, ¿no?

-Esa es la idea. -afirmó Ana. - Aunque  no se, me da un poco de miedo...

-¡Oh, venga! Recuerda, gana el que lo intenta.

-¿Cuándo te has vuelto tan filosófica? - rió la canaria.

-Lo he sido siempre, chica. - rodó los ojos divertida la rubia. - En serio, Ana, habla con ella.

-Después de las uvas...

Y de verdad que lo iba a hacer, cuando encontrara el momento hablaría con ella pero no pensaba esperar más para hacerlo. Ese era el día. Hablaría con ella y le diría lo que sentía. No lo iba a posponer más.

En el tiempo que quedaba hasta las campanadas no intercambiaron ni una sola palabra. De vez en cuando sus miradas chocaban de una punta a otra de la habitación, pero nada más. Ana se había dedicado a hablar con algunos de sus amigos y a servirse la primera copa de la noche. Mientras que la rubia se había limitado a bailar con los que ya iban contentos, que no eran pocos...

Cuando sonaron las campanadas, dando la bienvenida al nuevo año se dedicaron a abrazarse entre todos. La morena aprovechó un segundo para observar como sus amigos se felicitaban el año entre gritos, besos y abrazos. La verdad era que habían formado una bonita familia en esos años que habían estado juntos y todas y cada una de aquellas personas se habían vuelto imprescindibles en su vida. Aunque, no podía negar que la rubia era la que más...

Fue mientras Ana se separaba de Alfred cuando sus ojos se encontraron con los ojos verdes de Mimi y no pudo evitar ir hacia ella.

No dijeron nada. Simplemente se abrazaron con fuerza. La rubia colocó una de sus manos en la cintura de la canaria y la otra sobre su cabeza, acariciandole el pelo, como acostumbraba a hacer. Ana se limitó a esconder su cara en el hueco del cuello de su amiga y a respirar su perfume, ese que tanto había extrañado los últimos días...

-Te eché de menos... - susurró sobre su cuello.

-Yo también a ti, Banana, mucho...

Y permanecieron así un rato más. Sin decir nada, simplemente disfrutando de aquel abrazo. Sólo habían estado cinco días separadas, pero cinco días sin saber nada la una de la otra que se les habían hecho eternos a ambas. Unos minutos más tarde Mimi se separó de ella dejando un beso en su frente.

-Feliz año, reina.

-Feliz año. - sonrió la Canaria volviéndolo a abrazar. - Esto... ¿Puedo hablar contigo?

Luces de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora