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Otra fría noche de invierno. La habitación se sentía más fría que el día anterior.

Mi celular suena.

Actuó sorprendida, no sé porqué. Tus llamadas se convirtieron en una rutina diaria: cerca de la medianoche suena por primera vez. Al ver que no contesto mandas un mensaje, un montón de letras y palabras sueltas sin sentido alguno, que me llevan a pensar que no estás sobrio. Después seguís llamando, una, dos, y tres veces más, pero al ver que no hay respuesta de mi parte, te das por vencido.

Algunas veces insistís y llamas una vez más, pero siempre es en vano. Los primeros días atendía, intentando calmarte, sin éxito. Cada vez las conversaciones eran más intensas, más dolorosas. Prometías cosas que nunca ibas a cumplir, me ilusionabas.

Y yo, cada vez más esperanzada, sufría. Porque sabía que, aunque me lo juraras, esas palabras no valían nada. Todos esos "Te extraño" fueron puras mentiras, "Perdóname" repetías una y otra vez. A pesar de que lo dijeras mil veces, no lo creería, porque aprendí mi lección.
O eso creí.

Esa noche, decidiste llamar una quinta vez. Y lo pensé. Lo consideré. Quise hacerlo. Pero, ¿para qué? Para que me lastimaras, y me engañaras con cada promesa, cada suplica que hacías.

Y a pesar de todo, lo hice. Atendí.

— ¡Rori! — gritó.

— ¿Qué queres, Paulo?

— Por favor, no... cortes — suplicó.

Del otro lado se podían escuchar varios gritos y la música a todo volumen.

— Dame una razón para no hacerlo.

— Te extraño.

No.

Simplemente no.

— Estás borracho otra vez. — suspiré. Una lágrima rodó por mi rostro.

— No, no tomé tanto.

— Anda a dormir, Paulo.

— Perdoname. Yo sé que no lo merezco, pero por favor perdoname. Te quiero, Rori.

No.

Basta.

— Rori... — repitió.

— ¿Qué es lo que queres de mí? — dije, con la voz quebrada, al borde de las lágrimas. - ¿No crees que ya sufrimos lo suficiente?

- Te necesito, Aurora. Ya no sé qué hacer sin vos.

Las lágrimas rodaban por mi rostro. ¿De verdad no entendía el daño que me causaban sus palabras? ¿Por qué no podía dejarme en paz de una vez por todas?

— No puedo hacer esto ahora. Perdón. — y corté.

Mi llanto incrementó.

¿Por qué? ¿Por qué le pedí perdón? Yo no debía disculparme con él por nada, si desde el principio fue él quien hizo todo mal y, hasta el día de hoy, continúa mintiéndome, lastimándome, y demostrando que yo no le importo realmente.

Estaba cansada de la misma situación, una y otra vez. Pero, ¿por qué me sentía tan vulnerable ante él? ¿Por qué no podía dejarlo atrás y continuar con mi vida?

Tal vez sería porque, aunque pareciera que estábamos cada vez más distanciados, cada día lo sentía más cerca de mí.

Without Me ~ Paulo Dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora