Maybe, in winter.

The first time.

December 23th, London, UK.

Harry se sentía tan feliz de estar de nuevo en su casa, con su familia y aquella bonita gatita que le hacía compañía cada vez que él se relajaba en el sofá. Aunque ahora, no estaba muy relajado que digamos, estaba en exceso ocupado en su notebook, porque ni siquiera a un día de navidad, el hombre tenía permitido parar de trabajar. Era claro que tenía un trabajo importante, de vez en cuando debía ir a la oficina y ver el rostro de sus compañeros o su jefa, pero en estas fechas era libre de trabajar en casa, haciendo algunos ajustes en sus documentos, enviándolos y reenviándolos por todos lados.

Esa computadora estaba llena de pestañas de internet abiertas y documentos de word, pero por suerte, no era nada nuevo para él, y se podría librar en una hora o dos.

Gemma, en cambio, estaba ayudando a prender el fuego del hogar, porque claramente, fuera nevaba, y hacía demasiado frío como para no encargarse de calentar un poco la casa.

Harry, cada tanto, levantaba la mirada, y con aquellos faroles verde claro que traía de ojos, se encargaba de ver los intentos fallidos de su hermana por hacer que un par de ramitas se tornaran de un rojo vivo gracias al fuego.

¿Necesitas ayuda, cielo? - Eso era sarcasmo, se le oía a kilómetros que no eran simplemente ganas de ayudar.
Pero si debía, iba a levantarse de allí y darle una mano.

No, puedo sola. Gracias. - Gruñó entre dientes y Harry negó con su cabeza suavemente, despeinándose un poco y suspirando, antes de quitar la notebook de sus piernas para levantarse e ir a ayudarla, pero antes de que pudiera agacharse frente a su hogar, oyó la voz de su madre desde la puerta de la cocina.

Harry, ¿Me haces un favor? - El más alto volteó la cabeza con un leve asentimiento, para saber qué necesitaba su madre.

Estas fechas era extrañas, pero lindas, todos, sin importar en que parte del mundo o la diferencia horaria, estaba preparándose, excepto los chinos... ellos tienen una vida normal los 24 de Diciembre.

¿Dime? -Soltó mientras que Gemma por fin lograba hacer que el fuego prenda, e intentaba que por nada del mundo se volviese a apagar, cosa que lograba llenando sus mejillas de aire y haciendo que la llama vivese, hasta que la misma no necesito de su ayuda, y continuó quemando sola, entonces ella, simplemente se levantó y prestó atención a la conversación.

¿Puedes ir a comprar algo a la tienda? Faltaron algunos ingredientes para la cena, y sinceramente, no quiero que debamos salir mañana, ya será muy tarde. - Explicó con un papel en la mano una leve sonrisa, como si Harry, por alguna razones, fuera a decir que no, y estaba claro que no lo haría.

Claro, ¿Esa es la lista? Dame, yo voy. -Se acercó con sus piernas largas hasta su madre para tomar con sus dedos aquella lista y darle un vistazo rápido, aunque se la fuera a llevar.
Leche, huevos, chocolate, se veía venir una torta, y claramente no podía negarse ni un instante a ello. - Vuelvo lo más rápido que pueda.

Tomó su billetera de arriba de la mesa ratona y la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón negro y ajustado. Al llegar a la puerta, del perchero tomó su campera y salió, no sin antes despedirse.

Fuera hacía demasiado frío, más del que él esperaba, por lo que levantó el cierre de su campera y se tapó hasta la boca, dejando ver solo sus ojitos grandes y verdes, a la nada misma, porque no había nadie por la calle a las 10 P.M un 23 de Diciembre, y era completamente entendible.

Caminó con las manos en los bolsillos, atento a los copos de nieve que caían frente a él, unas diez cuadras, porque sí había otras tiendas antes, pero estaban todas cerradas, y terminó optando por ir a una tienda de Carnaby Street, una calle bastante llamativa, donde sí pudo observar algunas personas ir y venir, que seguramente, estaban en la misma situación de apuro que la del pelilargo.