¿Soledad durante 100 años?

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Lo llevaba escondido desde la infancia
estanco inviolable del corazón.
En la espera se le había agrietado la piel,
se le habían vaciado los senos
se le habían apagado
junto al rescoldo del corazón.

Ella esperó
rascándole la cabeza con la yema de sus dedos
hasta que su cuerpo se desocupó
de la materia oscura que no la dejaba vivir.
Ella soltó la risa que en otro tiempo
espantaba a las palomas
y que ahora ni siquiera
despertaba a los niños.

Las mandíbulas férreas y la mirada triste,
un sordo sentimiento de rabia
que paulatinamente
se disolvió
en una frustración solitaria y pasiva,
mientras ella pensaba,
empezando a comprender cuánto
quería en realidad a las personas
que más había odiado.
A él le pareció que estaba más pálido
que cuando se fue
un poco más alto
y más solitario que nunca
él estaba concentrado en sus pensamientos.

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