La noche anterior me fue imposible conciliar el sueño. Estuve dando vueltas en la cama sin éxito, e intenté de todo: Conté ovejas, despeje la mente, respiré por la boca, alguien me dijo que si contaba me quedaría dormido antes del diez pero me rendí cuando iba por trescientos.
Me encontraba angustiado. No se me quitaba de la cabeza que Avril tenía algo escondido, algo que me involucraba.
Por esa razón me levanté temprano a hacer el desayuno, no eran ni las siete pero tenia la necesidad de mantenerme ocupado en algo, para no enloquecer. Repentinamente escuché que alguien tocaba el timbre interrumpiendo mi obra maestra de hotcakes.
Extrañado dejé los utensilios en el mesón y fui a ver de quien se trataba, pero cuando asome la cabeza no había más que un pequeño paquete en el suelo. No tenía estampillas ni nada, solamente un papel adherido que decía: «Para Reagan».
Resoplé recogiéndolo para volver a la casa. Aproveché de que todos dormían y lo abrí sin ganas, ya a estas alturas todo me valía mierda.
Extrañado saqué de ahí el empaque de un celular nuevo, debajo de eso había un fajo de billetes también, y al fondo una nota hecha a mano.
«Vas a necesitar este teléfono, así vamos a rastrearte y te avisaremos cada que Maddie te necesite. No le despegues el ojo porque en cualquier momento te llamaremos. El dinero es una cortesía, para que no andes por ahí diciendo que somos unos monstruos».
Leí el reverso de la nota, también tenia algo escrito.
«Te recogeremos hoy al terminar tus clases»
A la verga, me siento prostituido.
Quedé a cuadros, ni siquiera me moví en lo que pensaba que diablos podía hacer con este dinero aparte de quemarlo.
Casi puedo ver a quienes tuvo que pisotear o eliminar para poder conseguirlo tan fácil.
No quería ese dinero, de hecho no quería recibir nada que viniera de esa gente. Pero estaba metido en esto, y algo me decía que podía necesitarlo, eran como dos mil dolares dolares. Así que tomé la decisión de esconderlo en mi cuarto, debajo del colchón.
Cuando terminé, continué haciendo el desayuno hasta que todos despertaron y se hizo la hora de ir a clases. Yo estaba callado, mi reacción a lo que acontecía en el ambiente era estoica y sin interés.
Realmente no tenía ganas de mucho, fue uno de los días donde menos palabras dije. Podría decirse que estaba atormentado, en todo el sentido de la palabra.
Lo único que me motivaba era averiguar todo sobre los Callaghan y acabarlos uno a uno. Eran metas oscuras, tanto que dudaba de llamarlas así. De hecho, si tuviera la opción de alejarlos de mi vida, lo haría. Sin importar que se salieran con la suya.
Claro que la realidad era otra, por lo menos si lograba mi objetivo ellos no joderían a nadie más.
Entrando a mi aula fui interceptado por Cassie, venía con una falda negra puesta y una blusa rosa arriba, imaginé que era de esos días en los que tenía ganas de parecer del sexo femenino, porque del resto parece que se viste del closet de Don.
-Hasta pareces mujer -le halago con la comisura del labio levantada.
Cassie reprime una risa y me golpea el hombro, la condenada tiene fuerza.
-¿Todo bien? -pregunta.
-Más que bien, ¿por qué no estaría bien? -me río como foca nervioso, quisiera saber que se siente poder mentir sin parecer un desquiciado.
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Escándalo
Novela JuvenilEn la profundidad de la noche el frío era doloroso, pero a Avril no parecía importarle. Ella solo deseaba soltar esa baranda y caer al vacío. Pero yo no lo permitiría. Ahora cargo con las consecuencias. ¿Cómo es posible que al salvar su vida, cond...