35. TIC-TAC.

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- ¿Qué coño ha pasado? – pregunté alterada.

- Ese hijo de puta... Consiguió liberarse de su agarre y... y se pelearon... y ahora mi... mi marido está...

- Lo sacaremos de aquí. – dijo Jack intentando tranquilizarla. Aunque la verdad es que no había manera alguna de conseguirlo.

- No. Matadlo. – gruñó furiosa. – Matadlo.

- ¿Dónde está? – preguntó Jack desenfundando la HP de Slader.

- Lo encerré en esa sala de allí. – respondió señalándola. - No tiene ventanas. No ha podido salir. Aunque tiene un cuchillo.

- Vale. Nos encargaremos de él.

- Yo lo haré. – me ofrecí estirando mi mano para coger la pistola de Jack.

- ¿Segura?

- Fui yo la que lo amenazó con hacerlo. He de cumplir.

- De acuerdo. Toma. Estaré detrás de ti todo el rato. – apuntó cediéndome el arma.

- Gracias. – dije. Jack tan solo asintió.

Empuñé el arma con seguridad y solté un pequeño alarido por el dolor producido en el contacto del arma con la herida del reciente corte en la palma de la mano. Jack se dio cuenta y me miró, preocupado.

- ¿Seguro que estás bien? Esta Browning tiene muchísimo retroceso. Te podrías hacer mucho daño si no tienes cuidado...

- Estoy bien, Jack. De verdad. – dije dirigiéndome a la puerta.

- Lo que la señorita diga. Estaré detrás.

- Lo sé.

Quité la silla que bloqueaba el posible intento de escape de Slader y abrí la puerta con autoridad. Al abrirla no vi a nadie y, estúpida de mí, tardé demasiado en darme cuenta de porqué. Un segundo de más, exactamente.

Lo que yo me esperaba al abrir la puerta era ver a un Slader sentado en el suelo, apoyado en la pared o algo por el estilo. En resumen, un Slader arrepentido y rendido a mis pies. Pero, ¿cómo se me podía haber pasado por alto la otra opción, la más evidente? Era tan obvia que me estaba sintiendo estúpida.

Claramente, una persona que había intentado matar a su propio hijo, había matado a su mujer, había matado a otra persona y había amenazado de muerte a otras tres no iba a estar arrepentido si no lo había estado antes.

No.

Esa persona iba a seguir luchando.

Con la ventaja de que había escuchado la conversación y sabía lo que íbamos a hacer. Sabía cómo íbamos a entrar y quién iría delante.

¿Cómo no había caído en eso?

Recibí una puñalada en la boca del estómago nada más abrir la puerta. Me balanceé hacia delante, prácticamente perdiendo el equilibrio. No fui capaz de recuperarme lo suficientemente rápido como para esquivar el siguiente golpe con el mismo artefacto que al principio, pero esta vez en la pierna.

Caí de rodillas al suelo, sin respiración y manchando de sangre el suelo de baldosas blancas. Escuché cómo alguien se abalanzaba sobre Slader y a continuación el sonido del cuchillo caer al suelo. Me levanté con la vista nublada y perdiendo sangre demasiado rápido y ayudé a Jack a ponerse de pie de nuevo. Al hacerlo cometí el segundo error desde que entré en la sala: darle la espalda al enemigo.

Slader me agarró por el cuello, ahogándome, y me quitó la Browning.

- Un puto movimiento más y te juro que es la última vez que ves a tu amiguita vivita y coleando. – amenazó.

The End {Daryl Dixon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora