CAPÍTULO XVII

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—Hola, tú debes ser Madison, es un placer conocerte, yo soy Noah.

Observó sorprendida a aquel muchacho, sin poder creerlo. No era posible, se suponía que Noah Cocks debía tener al menos, unos setenta y tantos de años, y ese hombre de ahí, aparentaba como mucho, treinta.

—H-Hola —saludó impresionada, sin poder dejar de mirarlo.

El moreno de ojos azules sonrió.

—Lo sé, muchos se sorprende al verme ¿Te parece si pasamos a mi oficina?

—Disculpa —pronunció apenada la rubia, entrando antes que él.

—No suelo salir mucho en público por la misma razón —sonrió amablemente.

—Si no es muy atrevido ¿Podría preguntar tu edad?

—Bueno, biológicamente tendría que tener casi unos ochenta años —sonrió incómodo—. Pero hace mucho tiempo, dejé de envejecer.

—¿Por qué? ¿Eso le ocurre a todos los androides?

—No, es una condición... Extraña. Entonces Maddie —le dijo cambiando de tema—. Jasper me dijo que estás aquí por tu elección, tú quieres hacerte una operación de reasignación de sexo ¿Verdad?

—Sí, a mí... Me crearon como chico, pero yo me siento mujer.

—Bien —asintió con la cabeza—. Te cuento, lo primero que haremos, será que te evalúen nuestros psicólogos ¿De acuerdo? Y luego haremos una consulta con nuestros médicos especializados ¿Te parece bien?

—Sí.

—Creo que Jas ya te lo explicó, pero de todo modos, te lo diré una vez más. Mientras tú estés aquí, todos los gastos estarán pagados. Tienes residencia permanente. Mi refugio, brinda asilo a todos los androides, cyborg y humanos artificiales que han sido rescatados, o se encuentren en situación de calle. Todos los estudios, y tratamientos que aquí te realicen, también están cubiertos.

—M-Muchas gracias —le dijo emocionada.

El muchacho sonrió, y le dio un suave apretón en una de sus manos.

—No estás sola, Maddie, aquí somos una gran familia.

-o-o-o-o-

—Hola Madison, soy la doctora Melanie —sonrió una pelirroja—. ¿Te parece si comenzamos con un par de preguntas antes del examen?

—Sí.

—De acuerdo linda ¿Sabes cuánto tiempo pasó desde que fuiste activada?

—Un poco más de dos años.

—De acuerdo —le dijo anotando en una libreta—. Te crearon como chico ¿Verdad?

—Sí.

—¿Siempre usaste ese rol de género? ¿Fuiste un ManBot sexual?

—N-No, mi comprador... Me hacía vestir de mujer, y me daba a mis clientes como chica.

—¿Pero ellos sabían lo que realmente eras?

—Sí, muchos luego me pedían por eso.

—De acuerdo. Maddie, quiero que pienses ahora, ¿cuándo fue la primera vez que comenzaste a sentirte como una mujer?

—A los meses de comenzar a trabajar en ese lugar. Ya no me veía como hombre, yo me sentía una chica más de allí. Y qué mis compañeras y clientes, me trataran de mujer, más hacía que me sintiera una.

—Bien ¿Qué sientes cuándo ves tu cuerpo?

—Yo... Yo a veces me siento bien, pero las chicas no tiene pene. Además, mis pechos no son del todo plano como los de un hombre, son pequeños, pero están formados como los de una mujer. Y mis caderas son anchas, como las de una chica. Se supone que los ManBot son altos y fuertes, y mi cuerpo es delgado y pequeño. No sé que soy realmente, no sé porqué me crearon así.

—En algo tienes razón, tu cuerpo no es el típico de un ManBot sexual, pero, también hay que tener en cuenta que la elección de tu aspecto físico, la elige tu comprador. Quizás, y disculpa si suena mal, él quería algo "innovador" para ofrecer a sus clientes.

—Tal vez —murmuró mirando hacia abajo.

—¿Te parece si comenzamos con el análisis físico?

—S-Sí.

—Bien, puedes quitarte la bata. Y tranquila, soy médica —sonrió.

-o-o-o-o-

Tomó la caja que habían dejado en la puerta del departamento, y fue hasta el sofá, sentándose para abrirla. Era pequeña, entraba fácilmente entre sus manos.

La abrió, y encontró un sobre blanco y una hoja doblada por la mitad. Lo primero en abrir, fue el sobre, encontrando varios dólares de cien. Al verlos, supo de inmediato de quien se trataba.

Rodó los ojos, y dejó los dólares ahí adentro, le serviría para pagarle a otra de sus "amigas". Abrió la hoja, y comenzó a leer sin ganas lo que ella le había puesto, lo que él le había hecho sentir desde el momento en que lo conoció, hasta el día en que se habían visto por última vez, en donde él le había recordado que era una prostituta.

Todo le pareció muy estúpido, hasta llegar a las últimas líneas, que le heló la sangre.

"Te fuiste muy rápido, y no me dejaste confirmarte que aquella amiga de la que te hablé, realmente me refería a mí.
Yo soy la chica transgénero, Liam."

Sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo por completo, y náuseas, mientras sus manos y piernas le temblaban.

No podía ser cierto, no podía ser real. Había tenido sexo con un hombre, con un hombre y más de una vez.

—No, no puede ser —pronunció aturdido, poniéndose de pie—. Esto no es cierto.

Miró el papel en su mano, y lo apretó entre sus dedos con rabia, arrojándolo en alguna parte de la sala.

—No es verdad —masculló pateando la caja.

Se había burlado de él, un maldito puto maricón, se había burlado de él.

Su respiración se hizo errática, y caminó furioso hasta su habitación, buscando un arma que guardaba en su mesa de noche.

La tomó, y observó las balas. Y recordó su cuerpo, el sabor de su boca, el sonido de sus gemidos, y más de rabia ardió en su interior.

Apretó los dientes, mientras cargaba el arma, e ideaba un plan. Salió de la habitación, y guardó el arma en una mochila, junto con una muda de ropa diferente, y aquel papel arrugado que Madison le había enviado.

Tomó su celular, y marcó un número.

—Hola bonita, estoy arrepentido por lo que pasó la última vez —le dijo saliendo del edificio—. No puedo creer que te hayas ido, tú... Tú también eres alguien especial para mí, Maddie. Desde la primera vez que nos vimos —pronunció sintiendo un asco terrible—. Hermosa ¿En dónde te estás quedando? Me gustaría poder verte.

Escuchó lo que ella le decía, y se subió al auto.

—¿En el refugio de Noah Cocks? Entonces... Supongo que tendré que esperar a que regreses, yo no puedo viajar en éste momento —mintió, ya que lo único que necesitaba, era que le confirmara su ubicación—. Maddie, debo cortar, pero te llamaré. Fui un estúpido, lo siento bonita.

Cortó la llamada, y arrojó el celular en el asiento del acompañante. Haría pagar a ese maldito hijo de puta, por burlarse de él. Ahora todo tenía sentido, especialmente, el que le vendara los ojos, que fuera tan estrecho... Qué no quisiera que lo viera desnudo.

De solo pensarlo, más de rabia lo llenaba.

...

Historia próxima a acabar también 💔😢

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