Capítulo VII

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[...]

—¿Y quién era con quién hablabas por teléfono?— cuestionó el blader sin despegar la mirada de la batalla.

Ya llevaban unos minutos allí y estaban teniendo un pequeño enfrentamiento entre ambos, como práctica para él.

La tarde estaba hermosa, se sentía la frescura de la brisa y la claridad de los rayos de sol que atravesaban las copas de los árboles. A lo lejos, estaba el ciervo viéndola a ella con pesar. Podía sentir su estado de ánimo que estaba siendo ocultado por una falsa sonrisa a veces.

La respuesta de la chica tardaba en llegar, algo que ponía más curioso al de cabellera verde de lo que diría. Ella no dejaba de ver su Beyblade que daba vueltas sobre la arena junto con el del muchacho que estaba allí. Lo había llevado hasta ese lugar porque no los dejarían usar el gimnasio porque era el día en que lo limpiaban, y no tuvo otro remedio de llevarlo hasta ahí.

La castaña clara sólo movió sus hombros.

—Nadie importante...— y Longinus fue perdiendo velocidad.

—No te creo— dijo serio el más alto para alzar la mirada a verla.

Suspiró con pesar —Era mi abuelo...— debía decirlo y lo más importante, su nombre —Tyson Granger.

Los ojos del chico se abrieron de a par al descubrir quién era el familiar de la blader. No lo llegaba a creer pero todo era tan real. Con razón la chica llegaba hacer una gran prodigio en el juego. ¿Qué más podía sorprenderlo algo que viniera de ella? Gran batalladora, amable, trabajadora y, ahora, familiar de una leyenda del Beyblade, de los primero en la historia.

—No me lo esperaba— dijo de máximo.

Ella sólo sonrió un poco de lado —No se lo digas a nadie...— y el muchacho asintió.

—¿Alguien más lo sabe?— preguntó.

—Sólo Valt y Rantaro...— fue interrumpida.

—¿Y Free?— volvió a interrogar, pero esta vez haciendo que la chica se sintiera un poco mal. Solamente negó con la cabeza a la par en que Nightmare Longinus dejaba de girar y terminaba tumbado sobre la arena.

El de ojos azules, arqueó una de sus cejas para verla.

—Él no lo sabe...— dijo con pesar y recordando lo que había ocurrido la última vez que se enfrentaron, para luego sentarse en el borde del estadio para Beyblades.

Silas, tomó a Satomb y a Longinus para ir a sentarse a un lado de la castaña clara. Le entregó el de ella para luego quedar viéndola preocupado. Sabía que no estaba bien.

—Ni las batallas te animan. Deberías olvidarlo, lo más probable es que te haya hecho ilusionar, así son los famosos— dijo un poco molesto dirigiendo su mirada, esta vez, al suelo de ese pequeño lugar que contenía la arena.

¿Y si era verdad? Se preguntó la joven Umari. ¿Y si sólo la hizo ilusionar? ¿Por qué siempre se ponía a cuestionar sobre eso? Había gente que decía que él la amaba y otra que no, ¿a quién debía creerle?

Suspiró rendidamente. Debía olvidar, era un gran consejo. Olvidando el pasado, se puede superar en un futuro. Sonrió y se abalanzó a abrazar al de cabellos verdes, el cual lo tomó por desprevenido y, con un sonrojo, se quedó viendo sorprendido el frente.

—Gracias Silas— dejó un beso en una de sus mejillas, para luego separarse a la vez en que se levantaba y secaba una pequeña lágrima que se había escapado sin querer.

La blader se dio la vuelta y se alejó corriendo con una gran sonrisa en su rostro, dejando desconcertado aún al muchacho, el cual seguía sonrojado. Depósito con cuidado una de sus manos sobre su mejilla la que había besado la castaña clara, para sonreír un poco estúpido.

[...]

Hasta en ese día entrenaba, pero él había decidió saltearse ese entrenamiento; estaba acostumbrado a ese día de descanso. Miraba por su ventana el punto más lejano que podía llegar su visión. No la pasaba igual que en BC Sol, y quería volver. Pero no debía echarse hacia atrás, ese era su lugar ahora, el que no le quitaría su puesto entre los bladers.

Suspiró pesadamente a la vez en que llamaban a la puerta de su cuarto. Con la mirada cansada y molesta, volteó a ver como la puerta se abría dejando pasar al dueño de ese equipo, sin haber pedido permiso anteriormente.

—A Shu Kurenai se le apetece una batalla contra ti. ¿Aceptas?— preguntó Theodore Glass con una sonrisa en su rostro, sin despegar la mirada del rubio que lo veía de la misma forma de antes.

Movió sus hombros a la vez en que se dirigía a la salida de su habitación, a un lado del tricolor.

—No pierdo nada batallando, solo mi tiempo— le dijo cortante al hombre, para comenzar a dirigirse a donde todos entrenaban.

Con tranquilidad, subió las escaleras mientras que de a poco veía aparecer la figura del albino al final de estas, con los puños apretados y su semblante serio. Al parecer si o si quería tener esa batalla.

¿Debía impresionarlo? Se preguntaba al tiempo en que pensaba en la sonrisa de la castaña clara. Tenía que hacerlo para mostrarle que era el chico indicado para estar con la amiga del de ojos rojos.

—¿Listo?— preguntó Shu posicionándose para el enfrentamiento, aun teniendo su ceño fruncido.

Él imitó su acción.

—Sí— respondió.

—¡3... 2... 1...! ¡Let it... rip!— exclamaron al unisono al tiempo en que tiraron de las cuerdas de sus lanzadores, para finalizar, más tarde, esa batalla con un final explosivo que iba a ser provocado por el rubio.

Algo que ya no le sorprendía.

LO SIGO SINTIENDO |Free de la Hoya y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora