—¡Éste lugar es como el paraíso!— fue el grito que había pegado el peliazul cuando finalmente habían llegado a su destino; Estados Unidos.
La mirada de color marrón claro de la muchacha viajaba de un lado para otro, con un gran brillo. Parecía una pequeña niña. Los colores del lugar provocaron que de inmediato olvidará la llamada que había tenía el día anterior con su abuelo.
Tan distraída que estaba, que no había notado el momento en que sus amigos, Valt y Kitt, ya no estaban con ellos. Volteó a Rantaro un poco confundida mientras que éste movía los hombros sin saber la respuesta a su mirada.
Y, nuevamente, volvió a examinar con más detalle el lugar. Fue en ese momento, en que su niña interior, surgió luego de mucho tiempo.
—¡No lo puedo creer!— gritó llamando la atención de todos los miembros del equipo, sin comprender que era lo que le ocurría —¡Helados!— volvió a gritar mientras tomaba del brazo a Audaz y lo llevaba a rastras hacia aquella tienda que tanto amaba.
Mientras se iban alejando del grupo, Free no podía dejar de verla sorprendido. Bajó sus ojos y pestañeó para volver al semblante de costumbre. Deseaba ser él quien estaba siendo tirado hacia allí por ella. Pero deseaba más borrar esos pensamientos de su cabeza.
[...]
La frescura y el delicioso sabor que había pedido la castaño clara, no podían dejar de hacerle sacar una sonrisa. Desde que se habían ido de su país natal, no había tomado ni un solo helado. Además, de todos los entrenamientos que había tenido, había olvidado por completo que eso existía.
El rubio no paraba de reír por la actitud de su amiga que estaba sentada frente a él en aquella mesa. Miró su cono con la bocha del sabor que había escogido para volver a la muchacha, ahora con seriedad.
—¿Tyson era el de la llamada de ayer?
Los ojos de _____ se abrieron de a par. Había olvidado la conversación. Su pulso no tardó en volver a ser fuerte por los nervios. Era una sorpresa, tenía que evitar contarla.
Se limitó a asentir con su cabeza para retomar la labor de seguir tomando su helado, ahora con un semblante un poco preocupado.
—¿Y qué te dijo?— preguntó mientras lamía su helado, mirándolo con concentración de que no se cayera a la mesa.
—Nada— movió sus hombros restándole importancia al asunto. Si seguían hablando, lo más probable era que le dijera.
Alzó sus ojos marrones a la blader, mientras que ésta ya estaba acabando con su helado. Él sabía que si Tyson llamaba, algo importante era, no para malgastar el tiempo de los demás. Pero decidió dejar allí el tema cuando vio como los ojos de _____ se desviaban hacia el exterior, siguiendo una figura masculina.
—Ayer Free, cuando te vio hablando por teléfono, se fue de la cafetería un poco molesto— volteó a ver al nombrado que pasaba cerca del cristal que formaba el gran vidrial de esa tienda.
Eso llamó la atención de la joven Umari quien giró rápidamente su cabeza, sorprendida, a ver a su amigo que aún seguía viendo como se alejaba el mejor blader del mundo.
—¿Lo dices en serio?— se inclinó un poco hacia delante para escuchar bien al muchacho y mostrándole que tenía toda su atención.
Rantaro volteó a verla mientras asentía un poco como respuesta.
El cuerpo de _____ se echó, esta vez, hacia atrás, para dejar descansando su espalda con el respaldar de su silla. Su mirada se encontraba perdida en algún punto del suelo de cuadros negros y blancos. En su mente, revivió la escena del día anterior, en el momento en que el rubio con un mechón rojo, dejaba su bandeja y la veía de reojo.
Algo había visto en su mirada, no era nada positivo. Nada que le agradece. Ella sabía que estaba mal ocultar aquel secreto, pero que más daba, en ese torneo todos se enterarían de quién descendía. Con Tyson Granger, en actitud, no eran tan distintos, solo que él era más extrovertido y presumía sus victorias y demás triunfos. _____ Umari, era lo contrario a esas cosas.
Temía de como iría a reaccionar el mejor blader del mundo ante aquella noticia. Prefería decírsela ella antes de que se enterará por otras fuentes.
Una de las manos de Rantaro Kiyama, era pasada por el frente de su rostro, intentando despertarla de sus pensamientos. Y lo logró.
Se miraron y ya supieron que no debían seguir más con ese tema.
—Honcho...— lo llamó la castaña clara mientras que lo veía.
—¿Qué?
—¿Te terminarás tu helado?— preguntó alzando una de sus manos para señalar tímidamente lo que tenía entre sus manos el muchacho, mientras que en su tono, había una pequeña súplica.
El rubio rodó sus ojos a la vez en que un pesado suspiro escapaba de su organismo. Extendió su brazo dándole lo que ella pedía. Una gran sonrisa pintó en los labios de la blader para aceptarlo gustosa y terminarlo ella por su amigo, una complicada labor, un gran sufrimiento para ella.
—¿Qué tienes con los helados? ¿Acaso te has propuesto acabar todos los del mundo?— bromeó el blader mientras reía ante ello y su compañera.
Una pequeña risita se escapó de los labios de _____. Si pasaba tiempo con alguno de sus amigos, no podía asegurar que la pasaría mal. Rantaro, era un claro ejemplo de que jamás se aburriría.
Mientras tanto, la puerta de la tienda fue abierta, algo que ignoraron ambos amigos. Esos ojos marrones mostraban tristeza a la vez en que no podía despegarlos de ella. Soltó un suspiro para salir de allí.
Intentaba esquivarla, pero a donde fuera que fuera, Free de la Hoya la encontraría.
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LO SIGO SINTIENDO |Free de la Hoya y tú|
De TodoÉl sigue sintiendo su corazón latir a todo lo que da cuando la recuerda. Ella intenta aguantar las lágrimas por la falta de su presencia. Desde su partida, ni él ni ella se encuentran bien. Sus mentes viven en un mundo donde el otro está a su lado...