¡Conviviendo con los parásitos! [Golddy]

❖ Darse un respiro.

Otro día más en la vida de Golden Freddy, la misma rutina se repetía: ir a entrevistas, asistir a reuniones, ir a sus sesiones fotográficas, ir a firmas de autógrafos, cumplir con la presencia de la familia en distintos eventos y luego llegar a estudiar en casa. ¡Ya no aguantaba! Urgentemente necesitaba un tiempo para él, sin fans, sin guardaespaldas y sin molestos compañeros de negocios.

- ¡Golden! Ahí estas... - exclamó Joy tras abrir la puerta de la oficina.

- ¿Tu otra vez? ¿Qué es lo que quieres? - cuestionó cortante el rubio sin siquiera levantar la vista de los documentos entre sus manos. Joy quedó petrificada de la sorpresa pero al cabo de unos minutos reaccionó.

- ¿Así es como tratas a tu prima? - reclamó molesta y se llevó ambas manos a la cintura.

- Joy... - el rubio se levantó de su asiento y caminó hasta donde su prima. - Lo siento mucho, no sabía que eras tu.

- Sí, lo supuse. - cambió a una expresión de preocupación y llevó su mano hasta el hombro de Golden, apretandolo ligeramente. - Primo, ¿no crees que estás trabajando demasiado? - el rubio sonrió y sostuvo la mano de su prima.

- ¿Estas preocupada?

- ¡Bastante! He escuchado que últimamente tienes más trabajo por lo del evento de primavera... ¿Es eso cierto? - el chico hizo una mueca y asintió desganado.

- Era la única forma de participar en el evento. - Joy se sorprendió por la reciente revelación de su primo y molesta se cruzó de brazos.

- ¡No puedo creerlo! Que el abuelo llegue tan lejos para evitar que participes en esa cosa. - refunfuñó ella. Gold rió divertido. - ¿Cúal es la gracia? Que yo no veo ninguna.

- Aún sigues confundiendonos... - comentó con una ligera sonrisa. Joy tardó un tiempo para comprenderlo.

- ¿Gold? - el chico asintió. - Vaya sorpresa. - sonrió ella. - Pero eso no cambia nada, Gold o Golden, ambos son mis primos y no puedo evitar preocuparme por ustedes. - Joy acarició el cachete de Gold con delizadeza. - Hablaré con el abuelo.

- Eso no es-

- Claro que es necesario y estoy segura de que me escuchará.

- Eres tan terca. - sonrió Gold y se dirigió nuevamente a su escritorio.

- Mira quien lo dice. - murmuró Joy con una sonrisa. - Bien, entonces mientras yo hablo con el abuelo, tu tomarás un descanso. - dijo demandante y le arrebató los papeles de las manos.

- ¡Joy! Esos documentos son importantes.

- No más que tu salud. - colocó los papeles sobre el escritorio y rebuscó en su bolso ante la atenta mirada del rubio. - Toma. - le ofreció dos pequeños papelitos de un llamativo color verde limón. Gold los tomó dudoso. - Son cupones para una heladería que está cerca de la HS. Pensaba invitarte pero me surgió un compromiso con Meg y Bon.

- ¿Entonces quieres que vaya a comprarte algo? - preguntó confundido.

- ¡Claro que no, tonto! - río la castaña. - Quiero que invites a alguien. - Gold quedó perplejo con lo que estaba escuchando. - No me mires así, me di cuenta de que ahora tienes varios amigos, no te será difícil invitar a uno... O una chica si quieres. - dijo lo último con una mirada coqueta. Gold quiso negarse pero Joy lo interrumpió. - Nada de peros, hoy es el último día para cambiar esos cupones. No los desperdicies. - advirtió con voz amenazante. - Nos vemos luego primo. - se despidió y caminó hacia la salida, no sin antes dejar una última advertencia. - Si te llego a ver solo por ahí, vas a arrepentirte.