❖ Sinceridad.

311 23 3
                                    

Las clases terminaron varias horas antes para el grupo de los animatrónicos, como ahora se hacían llamar. Después de estar casi 10 minutos presumiendole a los toys sobre su temprana salida, el grupo de amigos fueron corridos de la escuela por varios maestros.

— ¿Y ahora qué hacemos? — preguntó Bonnie con bastante aburrimiento. Los cuatro se miraron sin saber que contestar. Aún no podían creer su suerte y seguían en las nubes creyendo que se trataba de un simple sueño donde en cualquier momento recibirían un grito por parte de la odiosa maestra de historia.

— Bueno... — habló Freddy, llamando la atención de sus amigos. — Normalmente vamos a ensayar en la sala de música pero...

— Nos corrieron. — concluyó Fred, obviamente siendo escuchado sólo por Freddy. Los chicos siguieron pensando.

— Podemos ir al parque. — comentó Fox sin mucho interés. — Está cerca de la escuela así que ninguno tendrá problemas para regresar a casa. — todos voltearon a verlo sorprendidos. ¡Esa era una buena sugerencia!

— ¡Gran idea Foxy! — felicitó Chica mostrando su deslumbrante sonrisa, gesto que hizo sonrojar al mencionado. — Y el clima no está muy fresco. ¡Es perfecto para un picnic! — todos estuvieron de acuerdo y se organizaron para traer lo necesario.

— Bien chicos, cada quien vaya a su casa para conseguir las cosas. Nos veremos aquí en dos horas. — anunció Chica y comenzó a caminar acompañada de Fox pero tras haber avanzado unos metros detuvo sus pasos. — ¡Y no olviden pedir permiso! — les advirtió con severidad y tras soltar varias risas los chicos se retiraron, unos más emocionados que otros.

— ¿Pedir permiso? ¡No somos unos niños! — se quejó el azabache. Freddy suspiró.

— Sólo tenemos 16. — le recordó el castaño. — De todos modos no le veo el problema, Mamá siempre nos da permiso para salir a estas horas. — susurró con una sonrisa ladina. — Bien, andando. — dijo nuevamente en voz bajita. Siempre que platicaba con Fred tenía que ser de esa manera porque de lo contrario lograría llamar la atención y eso le traería problemas. Por desgracia fue algo que Freddy tuvo que aprender por su cuenta y de la peor forma.

[…]

La hora llegó y se reencontraron en el parque, esta vez Golden se les unió. Mientras Bonnie y Foxy se fueron a buscar botanas Freddy se acercó a los otros dos integrantes del grupo.

— Que gusto que ahora estemos completos. — comentó el castaño con una alegre sonrisa.

— ¿Verdad que sí? — habló ansiosa la única chica del grupo. — Es una suerte que halla conseguido el número de Golden. ¡Eran tantas revistas que creí que nunca lo encontraría! — hablo emocionada, pero al cabo de unos minutos reaccionó a sus propias palabras. — Este, quiero decir... No es que lo haya estado buscando... ¡Fue una casualidad! — gritó avergonzada. Golden y Freddy, como los caballeros que eran, se mantuvieron callados mostrando sonrisas sinceras que lograron aliviar el nervioso corazón de la rubia.

— Me alegra que hayas tenido un espacio para nosotros en tu apretada agenda. — Aunque Freddy no lo dijo con mala intención, para Golden aquel comentario fue como una fuerte bofetada y de quién menos esperaba.

— Lo siento. — se sinceró Golden. — Últimamente no me da tiempo para asistir a los ensayos. Debe ser molesto.

— Sabes que no lo dije con esa intención. Entiendo que estés ocupado, no es culpa tuya.

La comprensión prestada por el castaño lo dejó casi con la boca abierta. A pesar de que Golden siempre vio a Freddy como un chico tranquilo y tímido, al menos esperaba un reclamo de su parte no una linda sonrisa serena.

¡Conviviendo con los parásitos! [Golddy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora