Capítulo 5

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Aterrorizada, Amber gritó con toda su alma.

Él la entendió.

- Estoy aquí.

-Hay tanto ruido...

-No estás sola.

- Tengo miedo.

- Y yo también.

- Necesito...

- Ya lo sé. Yo también. Acércate más.

Y entonces, él la abrazó de una forma tan cargada de erotismo que ella casi se olvidó que estaba bajo una mesa de contrachapado barato, en los sótanos de un edificio que se había derrumbado sobre ellos.

- Vamos a morir- dijo Amber y notó cómo él agitaba la cabeza.

Pero ella no quería ser protegida. No por él.

- Dime la verdad.

- No lo quiero creer.

- Ni yo.

Era muy poco propio en ella hablar así con un desconocido y, mucho menos, estar así de pegada a uno, o admitir sus sentimientos verdaderos a cualquiera, pero las palabras le salieron por sí solas de los labios.

- No quiero terminar así. No puedo. Nunca he vivido realmente, ni una sola vez. ¡ Y no puede ser demasiado tarde!

Él no dijo nada sobre la pérdida de su calma y de su fría sofisticación, algo por lo que ella pensó que le estaría eternamente agradecida. De hecho, él no dijo nada en absoluto, solo continuó tocándola, manteniendo el contacto entre ellos.

- Dax, pienso...

- No pienses.

- Pero hay tanto...

- No.

- No puedo parar.

- Ya estás temblando otra vez.

¿ Cómo era posible que un desconocido se preocupara tanto por ella en tan poco tiempo cuando nadie lo había hecho nunca antes?

Eso era por su culpa y lo sabía. Otra cosa de la que arrepentirse. No dejaba que la gente se acercara a ella, que les importara. Las cosas tenían que cambiar.

Y ya mismo.

- Quiero vivir.

- Ya estás pensando otra vez.

- No puedo parar de hacerlo.

- Deja que yo te ayude.

- Sí.

Lo que fuera.

- Inténtalo con esto.

Entonces él ladeó la cabeza y juntó los labios a los de ella.

Por encima de ellos, el techo crujió bajo el peso de los escombros y, en oposición al miedo de Amber, el beso de Dax fue suave, amable, dulce.

- Quédate conmigo- susurró él.

Su cálida y generosa boca fue un paraíso y ella hizo lo que le pedía y se dejó perder en él, con deseo y pasión.

Se le escapó un gemido por el placer que estaba empesando a sentir en su interior, y él la siguió tranquilizando con su voz y sus caricias, besándola una y otra vez hasta que, al principio tímidamente, ella se abrió a él, solo para sobresaltarse de nuevo con el trueno resonante de más cascotes cayendo.

- Shhh, estoy aquí- murmuró él y volvió a besarla.

La sorpresa de la lengua de él rozándole la suya fue bienvenida y Amber se apretó más contra él, agradeciendo desesperadamente esa deliciosa distracción. Una de las manos de él seguía abarcándole el rostro, pero la otra bajó por su cuerpo hasta su trasero, apretándoselo, y la hizo girar lenta, deliberadamente, contra sus caderas.

Pero cuando el techo hizo otro ruido terrible, ella dio un respingo.

- No oigas eso- le dijo él al oído-. Quédate conmigo, ¿ recuerdas?

Mientras que su mundo se derrumbaba a su alrededor, Dax estaba allí, exigiendo du atención, sacándola del miedo.

- Escucha cómo te corre la sangre por las venas. Nuestra respiración. ¿ La oyes?

Aquello funcionó, y cuando Amber sintió su húmeda y cálida boca sobre la piel, gimió y se arqueó contra él.

- Escucha tu cuerpo ansiano el mío.

Oh, sí, ahora lo oía. Oíala sangre circulando por su cuerpo mientras él la saboreaba. Oyó el gemido de Dax cuando se rozó más contra él. Saber que era ella la que estaba causando que él respirara agitadamente, le produjo una increible sensación de poder.

- Más - suplicó-. Ayúdame a olvidar que vamos a...

Estuvo a punto de decir que iban a morir, pero él la hizo callar con un beso. La besó en la boca, en la cara, en el cuello, mientras seguía utilizando las manos para hacerla arder. La blusa se abrió bajo esas manos y él trató a sus senos se la misma forma gloriosa, lamiéndoselos y chupándoselos hasta que ella suplicó más.

El resto sucedió tan rápidamente que luego ella no pudo recordarlo por completo, salvo como un sueño sensual y delicioso. Le abrió los vaqueros y él se los bajó para luego levantarle a ella la falda, gimiendo cuando se encontró con las medias con ligas, que eran su único lujo secreto. A ella debería haberle dado vergüenza entonces, pero el le quitó las bragas y deslizó los dedos entre sus muslos, hundiéndolos en su húmedo calor. La tocó y frotó, hasta que ella no pudo pensar en otra cosa alvo en pedir más.

La penetración no fue sencilla, ya que, para ella, había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo había hecho, pero Dax se lo tomó con calma, acariciandola con sus sabios dedos hasta que estuvo lista para aceptarlo. Lo sintió grande, cálido y pulsante en su interior. Insoportablemente excitada, Amber echó atrás la cabeza, levantó las caderas y gimió cuando unas sensaciones muy poco habituales en ella la recorrieron. Estaba en el mismo borde, tratando locamente de recuperar el equilibrio, pero él no se lo permitió.

- Deja que suceda- susurró Dax-. Ven por mí, Amber. Ven por mí ahora.

El placer fue tan intenso que ella no se podría haber contenido ni aunque hubiera querido hacerlo. Estaba salvaje, completamente, fuera de sí, y el orgasmo se apoderó de ella.

Una y otra vez.

Fue interminable. Por encima de ella, notó a Dax convulcionarse y gemir. Luego, cayeron juntos, temblando, con los corazones latiendo salvajemente.

Amber no tuvo ni idea del tiempo que había pasado cuando Dax le apartó el cabello húmedo de sudor de la cara.

-¿ Estás bien?- le preguntó.

Ella se lo pensó y sonrió.

- Sí.

Por lo poco que pudiera parecer, estaba definitivamente bien.

Agotados por las emociones, se quedaron adormilados entonces entre los brazos del otro.

Un Instante De Pasión {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora