Desata mis deseos

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Al rato Denisse se levantó, se sentía como una pluma, se dirigió a su cuarto un poco temblorosa, evidentemente perdió la virginidad, y con un enorme potro. Se puso aquella musculosa blanca, las bragas y unos pantalones cortos de color negro. Jamás se sintió tan renovada, no podría dejar de sonreír, fue al establo para agarrar las canastas, Iván aun estaba fascinado echado en el suelo, era como si hubiera consumido alguna droga.
-¿Que pasó cariño? ¿Te dejé extasiado? Jmjmjmn. - lo dijo tan sensualmente que simplemente Iván respondía con su rostro mostrando un poco de excitación aún, y es muy obvio el por qué, al fin cumplió su mayor deseo, su terrible necesidad, y no solo él, sino que "la pecadora" también.
Denisse se fue afuera a recoger los cultivos mas maduros del patio mientras Iván se levantó y silenciosamente se acercaba detrás de ella, apoyó toda su cabeza en esa espalda pequeña, ella se mordía el labio inferior con suavidad mientras seguía juntando los frutos, de pronto escucha uno de sus vecinos.
-(Vecino humano) ¡HEY! - era el vecino que no le quiso vender el terreno ni escuchar a Denisse.
-(Denisse) ¿Que pasa Ricardo? -
-(V. H. Ricardo) ¡Son unos cochinos, son una blasfemia! -
-(Denisse) ¿Por qué? ¿Que hicimos? -
-(V. H. Ricardo) ¡Mira a tu caballo, lo estás excitando! ¿Acaso eres zoofilica? ¡Mira, tiene la cabeza casi fuera de su funda! -
-(Denisse) No, claro que no. ¿Por qué es mi culpa? -
-(V. H. Ricardo) Mira como te vistes, seguro lo atraes con tus feromonas. Yegua estúpida. -
-(Denisse) Hey, hey, hey, a mi no me insulta. Además tengo la ropa de siempre, si el potro está excitado es por otra cosa, no porque echo feromonas. Y si fuera así no le debería de atraer porque las feromonas de una yegua y de otra pero antro son muy diferentes. Tal vez está en su época de reproducción. -
-(V. H. Ricardo) Que buen justificativo yegua zoofilica.-
-(Denisse) ¿Y cuáles son sus pruebas de ello? - Ricardo guardó silencio y se fue frustrado, de pronto lanza piedras a Denisse e Iván corre hacia él saltando la cerca para espantarlo mientras gritaba y relinchaba a toda fuerza, Ricardo no hizo más que correr. Por suerte ninguna piedra le dio a Denisse pero sí a algunos cultivos.
Al medio día salieron de casa para vender como todos los días, fueron a la ciudad, no había casi nadie, parecía una ciudad desierta. Al final vendieron mas en los campos que en la ciudad, fue muy extraño.
En la tarde casi noche Denisse se puso a regar toda su vegetación para mantenerlos bien frescos y húmedos para mañana o el día que maduraran, en una tierra buena salen cosas exquisitas; Iván galopaba detrás de la cerca de la casa pero no muy lejos.

En la noche ya luego de cenar Denisse acompañó a Iván a su establo, él se apoyó en su busto mientras ella lo acariciaba.
- ¿Aún tienes hambre querido? - él como respuesta de afirmación frotaba su nariz el los lados mas sensibles de los pechos, agarró el cuello de la remera y se lo bajó dejando que los senos se expongan, ella no quería mirar, recordó aquella primera vez mientras sonreía; comenzó a amamantarlo bien como si fuera su cría mientras lentamente ella se sentaba en el suelo y él se acostaba. Parecía un potrillo hambriento de lo fuerte que succionaba sus pechos, no solo los succionaba sino que también los lamía, él sabe que si mueves más el pezón más placer le causaría.
- ¿Quieres succionar otra cosa? - estaba muerta del deseo, Iván le soltó el pezón que estaba succionando y dio un gruñidito, Denisse se bajó el pantalón junto con su ropa interior y apoyó sus manos al suelo quedando en "cuatro patas", él sonrió mientras veía toda aquella humedad escapandose se su quería yegua.

Un Terrible Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora