CAPÍTULO TRES: Unos cuantos errores

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Cuando atravesamos las grandes puertas del palacio me abrumé repentinamente. Nos recibió instantáneamente una mujer anciana llamada Silvia que nos mandó directo hacia lo que ella llamó "El salón de las mujeres". Allí había unos cuantos estilistas cortando cabello, maquillando y aplicando cremas a lo que parecían miles de seleccionadas. Uno de los estilistas, que llevaba el cabello teñido de turquesa me tomó por los hombros y me sentó en una silla frente a un espejo.
-¿Qué cambio te gustaría tener?-movía mi cabello, lo estiraba y lo revolvía. Como suelen hacer siempre los peluqueros.
-¿Es necesario un cambio?
-Claro que sí-dijo com un tono de obviedad que provocó que mis mejillas se volvieran rojas-tu cabello es lindo, quizás podemos hacerle reflejos para que resalte su color natural- yo no tenía ni idea de lo que hablaba aquel hombre.
-Lo dejo en tus manos, solo te ruego dos cosas-el estilista alzó las cejas, inquisitivo- la primera: no quiero dejar de parecer yo misma.
La segunda: no quiero que trates de hacerme lucir como América Singer.
Al oír aquello el estilista soltó un grito.
-¿Tú eres la seleccionada de la que está hablando todo el mundo? La sobrina de América Singer¿verdad?-asentí, algo cansada de ser el centro de atención-tranquila, voy a resaltar lo mejor de tus facciones-sentenció el hombre de cabello turquesa.
Luego de un largo proceso en mi cabello y rostro el estilista me volvió a acomodar en frente al espejo. Mi cabello lacio ahora se encontraba algo más corto. Parecía mucho más brillante y vivo que antes, sin mencionar lo suave que se sentía.
Mi rostro había sido maquillado. No era un maquillaje muy extravagante. Máscara de pestañas, sombra de ojos, un fino delineado, un color claro para los labios y rubor.
Después me llevó a manos de otra estilista. Una mujer de unos cuarenta años que estaba parada frente a una larga hilera de percheros llenos y llenos de vestidos. Luego de preguntarme mi nombre me acompañó hasta un perchero que tenía un cartel con mi nombre.
-Tenemos que elegir tu vestuario para la pequeña entrevista que te van a realizar en cuanto salgas de aquí. Estos son los vestidos que puedes elegir para esta ocasión.
-De acuerdo-me quedé mirando los vestidos, apreciando las telas y los cortes. Al final me decidí por uno en color crema que tenía estampadas miles y miles de florecitas diminutas en color anaranjado. Los zapatos los eligió la modista. Unos altos de color crema. Al ponérmelos perdí el equilibrio.

Una vez que terminó toda la preparación me mandaron a un pasillo del Palacio en donde una mujer con un micrófono y un camarógrafo me hicieron algunas preguntas.
-Buenas tardes Lady Astra-dijo la entrevistadora-¿cómo ha sido el viaje desde Carolina?
-Increíble, he logrado hacer algunas amigas-me incomodaba un poco la presencia de la cámara gigante pero trate de ignorarla y miré directamente a los ojos de la mujer.
-¿Y qué opinas sobre tu cambio de look?
-No es un cambio tan grande, no quería que así fuera. Me gustaría que mi familia me pueda reconocer cuando vean esto por la televisión-dije haciendo un circulo con la mano para dar a entender que me refería a la entrevista-Si salgo completamente transformada del salón de belleza mi madre no sabría cual de todas las seleccionadas es su hija-bromee.
-Me agrada su carisma Lady ¿planea conquistar al Principe con ello?
-No planeo conquistar al príncipe-dije sin pensar.
-¿No planea conquistarlo? ¿Y qué cosas planea hacer durante su estadía en el Palacio?
¡Ay! Había cometido un error al decir que no tenía planeado conquistar al príncipe. La frase había salido de mi boca sin poder retenerla.
-Planeo conocer al Príncipe-dije para tratar de arreglar lo anterior-no quiero conquistar a alguien que no conozco. Quiero conocer al Príncipe para ver si somos compatibles o no.
-¡Aww! Eso es lo más tierno que escuché durante todas las entrevistas.
"Lo que no sabes es que lo acabo de inventar" pensé.

Cuando la entrevistadora dio por finalizada la serie de preguntas unos guardias me guiaron a lo largo y ancho del palacio para llevarme hasta mi habitación. Se pararon en frente de una puerta blanca y alta con un diseño antiguo. Cuando uno de ellos abrió la puerta me quedé atónita. La habitación que tenía frente a mi era la habitación más bella que jamás hubiera visto. Tenía una cama de dos plazas con dosel, un escritorio, un ventanal gigante, un baño propio ¡y hasta un piano de cola!
A los pies de la cama se encontraban tres mujeres vestidas con uniforme color blanco y rosa pastel.
-Buenas tardes Lady Astra. Nosotras somos sus doncellas, estamos a su disposición para lo que necesite-las tres hicieron una reverencia a la vez-Yo soy Lucy-continuó diciendo la primer doncella de la derecha. Era de unos treinta años y una mirada dulce- ella es Marie-señaló a la muchacha del medio-y ella es Nina-concluyó señalando a la última doncella.
-Un placer-dije y les devolví la reverencia. Las tres mujeres se miraron entre si, extrañadas.
-Señorita, usted no debe hacernos reverencias a nosotras.
-Ohh... ¿y porqué no?
-Porque nosotras no somos nadie importante. Las reverencias se hacen frente a la familia real, por ejemplo.
-Entonces tampoco deberían hacer reverencias ante mi. No soy nadie importante.
-Claro que lo es Lady Astra, usted es una invitada especial de la familia real.
-¡Y la sobrina de América Singer!-gritó la doncella llamada Marie. La doncella más grande, llamada Lucy me miró y sonrió.
-Por favor, llámenme solo Astra-las doncellas volvieron a mirarse algo extrañadas pero luego de unos segundos contestaron:
-De acuerdo... Astra-Les sonreí satisfecha.

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