- Capítulo 6: Los Segundos Hombres-

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Fue luego de tres largos días que el grupo de Elir y Valko llegó hasta el reino de Nueva Cactilia. Construido en la falda de una inmensa montaña se edificaba alta, con grandes torreones que se alzaban intentando alcanzar las estrellas, la más imponente edificación realizada por los hombres entre las arenas del desierto. Se encontraba tallada vivamente de la misma roca sobre la que se sostenía lo que parecía significar que la misma ciudad entera había sido en otro tiempo una alta montaña que los segundos hombres habían logrado trabajar durante largo tiempo hasta crear en ella todas aquellas estancias, torres, murallas, calles y lugares que le constituían. No era difícil para los hombres de Elir descubrir el asombro de sus invitados.

- Bienvenidos a mi reino hermanos míos – señaló entonces Elir con gran emoción – Aquí yace la gran Nueva Cactilia, edificada por nosotros tras la caída de Cactilia en manos del clan de la Llama Roja – fue en ese momento que Elir dirigió una mirada al anciano – Todas las maravillas del viejo y nuevo mundo yacen aquí dentro –

Ante la llegada del grupo los guardias encargados de las grandes y pesadas puertas del reino procedieron a abrirlas dejando sonar el pesado rechinido de metales cediendo a medida que el lento movimiento de dos pesadas y enormes estructuras de roca procedía a abrir el paso a los recién llegados. Fue así que, incluso antes de que las puertas abrieran por completo, los extranjeros pudieron divisar la inmediata grandeza de aquella raza.

Avanzaron por una gran y empinada calle que subía entorno a la estructura principal de aquella enorme montaña, una calzada que a simple vista debía de medir sus diez metros de ancho y que en cada tanto encontraba la sombra bajo un techado de roca perfecto con grandes diseños y grabados en su edificación.

- Éste reino fue hecho sin más que nuestras manos, nuestro coraje y nuestras ganas de vivir – explicaba Elir a Valko que iba junto a él – Usando materiales de la vieja Cactilia en nuestra huida de la destrucción fue que logramos abrirnos paso en la roca con facilidad, pero ha sido siempre un trabajo complicado –

-¿Por qué? – no pudo evitar preguntar Valko, cuya única ciudad conocida consistía en el montón de casas construidas de distintos minerales y con una forma tal, que podríamos asimilarles a los iglús.

- Todo lo que ves querido hermano forma parte de una misma estructura, Nueva Cactilia es la armonía perfecta a la que puede llegar una misma cosa. Pero un quiebre de aquella armonía podría traer consigo la destrucción de todo – señaló, luego apuntando hacia el centro de la estructura que circundaba el camino añadió – Todo el reino pende de aquello, una excavación mal hecha en la base de la estructura y las torres superiores caerán sobre las partes inferiores, moriría mucha gente y no podemos permitirlo. – Entonces Valko afirmó.

- Comprendo – señaló el joven – La grandeza de éste reino es a la vez su mayor debilidad – Elir sonrió.

- Es la perfecta armonía del mismo lo que permite que siga así – luego se detuvieron ante lo que parecía ser una posada y se dirigió al grupo – Compañeros, ésta es la mejor de cuantas posadas encontrarán en todo el ancho y largo de mi reino, no se preocupen que seré yo, él que pagará –

Los hombres de piel negra bajaron con gran emoción de sus criaturas celebrando a Elir por la invitación, detrás de ellos un confundido grupo de primeros hombres conformados por el anciano, Neití y Valko contemplaban el umbral de aquella estructura construida en el corazón mismo del reino. En el centro de la estructura que sostenía Nueva Cactilia. Al ingresar se dieron cuenta de que había a lo largo y ancho diversas excavaciones llenas de agua. Fuera el calor se volvía cada vez más intenso.

- ¿Por qué aguas termales? – preguntó el anciano confundido.

- ¿Termales? – preguntó de pronto uno de los guerreros que había formado parte de la escolta de Elir. – Estas no son aguas iguales a las que los primeros tuvieron en sus reinos, éstas son aguas de los segundos, son aguas de los hijos del hielo –

Almas del DesiertoWhere stories live. Discover now