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Soledad
Aquella que a veces es silenciosa y avanza furtiva entre las sombras, lleva consigo la tristeza a cuesta y es capaz de insistir y teñir todo con dolor, cuando está en juego el corazón.
Aquella que hace su presencia tras el dolor de nuestras almas. Llevándonos a la deriva de nuestro sufrimiento, donde mora sutilmente el silencio, apartándonos de aquellos recuerdos en donde todo era felicidad.
Ella, la que llama a fantasmas del pasado, la que acompaña en las noches insomnes, la que busca ideas en la mente de un enamorado y la que no le da descanso al soñador.
La que sepulta las ilusiones perdidas, la que nos llama con su voz engañosa a pasar por la puerta de su aposento, la que ronda siempre en el viento. Es ella, quien nefasta llega a nosotros.
Tú soledad, que insistes en aparecer sin invitación y disfrutar con el grito desesperado de esas almas nobles ¡Vete, vete de aquí! No ves que enloqueces y todo se vuelve en angustias, no ves que hasta el silencio se mofa cuando el miedo es solo un instrumento de redención.
¡Oh soledad! Inundadora en la vida, ¿por qué reinas en los jardines de mi alma? No ves que las flores en mi pecho callan y quedan marchitas antes tu presencia dolorida y vana.
