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Club || Min Yoongi

La música sonaba fuertemente, las luces de neón se observaban por todo el lugar y el pálido Yoongi observaba desde arriba a la multitud sudorosa en la pista de baile. Dando un largo sorbo a su tercera cerveza de la noche finalizó con ella dejando el envase por ahí. Pego más su cuerpo a la baranda del segundo piso y ahí fue donde la vio por primera vez.

Botas negras, medias de red, shorts negros y una playera de alguna banda, cara de desconcierto, y una mirada subiendo hasta enfocarse en el pálido. Un intercambio de miradas y las cejas alzadas del chico al percatarse le hicieron girar la mirada y caminar entre la gente. Yoongi podía reconocer a la peculiar chica desde ese momento, ella definitivamente desentonaba en aquel club de mala muerte. Y aquello le causaba demasiada curiosidad para ser cierto.

Sus piernas se movieron en automático hacia el piso de abajo, donde divisó al sujeto que captó su atención hablando con un hombre.

Ese cabrón.

Yoongi reconocía a aquel hombre como él molestador de mujeres de aquel club, en definitiva esa niña se estaba metiendo a la boca del lobo. Camino cerca de la barra para observarles mejor, la chica comenzaba a notarse incomoda, ¿qué edad tendría aquella bajita chica con cara de bebé?

La mano del sujeto reparo en el cabello de la chica, se le comenzaba a ver con algo de miedo y el pálido observador comenzaba a pensar que debía intervenir, ¿era acaso miedo lo que detectaba en los ojos de la chica? ¿Por qué él, quien jamás se había interesado en los asuntos ajenos, de repente sentía la necesidad de apartarla de ese hombre?

Muy probablamente era por aquella conocida mirada de miedo, casi podía ver el nudo en la garganta de la chica y su vomito ascendiendo desde su estomago.

-¿A dónde crees que te has metido, niña?-preguntó la voz tranquila del pálido, sacando la mano del hombre de la cintura de la chica.

-Y-yo...

-Tu nada, nos vamos.

La chica asintió levantándose con miedo del taburete, sabía que aquel extraño con el que anteriormente cruzo miradas le estaba salvando de una grande. El chico la empujó por la espalda y volteó hacia atrás.

-Y tú, cabrón, te agradecería mucho si no me hicieras mancharme las manos. No vuelvas a tocarle o siquiera verle de nuevo.

La mirada fría que el pálido le dió a aquel hombre era una de esas gélidas miradas que te hacen sentir tres metros bajo tierra. Aquella mirada decía claramente en una advertencia que él no estaba jugando.

-Camina, niña.

-Ya estoy bien...

-No, no lo estas. ¿Sabes si quiera donde te encuentras?-preguntó el chico con voz floja.

-Yo...

-¿Qué edad tienes?-cuestionó girándose a verla finalmente.

Ambos se observaron. Ella era al menos una cabeza más baja que el, él era pálido como el fino mármol y su cabello le hacía ver llamativo. La mirada seria en su rostro le hacía ver realmente bien. En cuando a ella, era delgada, bajita y tenía dos grandes mofletes, su cabello castaño caía en ondas por debajo de sus hombros y su anatomía no era del todo curvilínea.
Aún así era realmente bonita, muy bonita.

-Diecisiete.-murmuró

Aquello explicaba muy bien ciertos elementos de su aspecto físico.

-¿Quién demonios te dejo entrar aquí?-preguntó levantando la ceja.

-Eso no te importa, gracias por ello pero me largo.-declaró y se giró.

¿De dónde venía tal preocupación por la nenita?

-Mocosa, vete a casa.

-No puedes decirme qué hacer, suelta mi brazo.

El pálido la observo y le soltó.

-Tu lo pediste.

Fueron las últimas palabras que el joven pronunció antes de cargar a la niña como un saco de papas y sacarla de aquel lugar.

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* Fun fact; este OS en realidad es el prólogo de una historia que estaba escribiendo, la cual puede que publique después.