No tardaron en llegar a una esquina donde se encontraba una enorme caja de metal. En la parte superior había una especie de cerradura.
- No parece ligero.
- No lo es.
- Y ¿no sabe que hay dentro?
- Ni idea. Es un encargo que ha venido desde Alemania. Está a nombre de Los lobos. Sólo somos los intermediarios.
- ¿Los lobos?
- Si.
-Son muy peligrosos. ¿Y si me niego?
- No puedes. Querían esto o lo que escribió Claude. Y dudo que eso me lo des.
- Calíope hizo un gran progreso. No pienso dar su trabajo. Además, primero debo descubrir donde lo guardó.
-¡¿No lo sabes?!- Exclamó parando seco.
- No. La noche en que Calíope... bueno... ya sabes... murió, íbamos de camino para que me enseñara su avance en el trabajo.
- Tienes que encontrarlo.
- Lo se.
- O lo encuentras tú, o los lobos lo harán. Esa información es más valioso para ellos que para ti.
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Entre risas y carcajadas iban caminando en dirección al motel. Era menos del medio día. Acababan de salir de una cantina con especialmente comida rápida. Esta iba a ser una tarde y una noche muy largas. Calíope había logrado pillar un rastro nuevo, y en esta ocasión requería la compañía de él. Estaba acostumbrada a ir sola. A pesar de llevar menos tiempo, era la más curiosa y la más valiente de los dos; fue capaz de entrar en la boca del lobo sólo para coger muestras de ADN.
Ella era doctora, científica más bien. Su laboratorio tenía como propósito principalmente investigación y parte de ella era uso del departamento de policías. En el último semestre un anónimo había donado mucho dinero para la investigación sobre la obesidad y sobre su relación con el ADN. Allí empezó todo. En esos dos millones de dólares para algo no tan difícil y ya descubierto casi del todo. Calíope, o bueno, ese era el nombre que usó en su investigación, quiso saber quién estaba tan interesado en el tema y por qué. De esta forma, siguiendo un rastro de dinero, cuentas bancarias sin identificar y personas con nombres extrañas, llegó a él. Llegó a Demon, que según sus sospechas sólo era un nombre elegido al azar, como el suyo propio, hacía ya un año.
Él, desde el primer día en que se conocieron intentó ligar con ella, haciendo indirectas muy marcadas y propuestas indecentes. Palabras a las cuales ella nunca se opuso. Sin embargo, durante un largo período se opuso a contarle de qué trataban las investigaciones.
-Querida y preciosa musa, me concedería el honor de revelarme el tema de su investigación.- Preguntó un día.
-Empezó siendo la identidad de un donador de dos millones de dólares para un estudio muy básico. Nadie dona tanto y oculta tan bien su persona. Sólo he llegado a una conclusión. La donación era una tapadera para la inversión del dinero.
-¿Y yo qué pinto aquí?
- No lo sé. Dímelo tú.
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-En esos escritos estaba todo sobre mí, sobre tí y sobre los que ya sabes. Debes encontrarlos. Sigue sus pasos, no se. Pero haz algo.
-Sí, lo sé.
En ese instante el teléfono de El grande sonó.
- ¿Si?
- ...
- Si, la entrega llegará. No, no se preocupe.
Y sin siquiera despedirse colgó.
-O corres o te espera tiro en la sien.
-¿Pero qué lleva?
- Yo opto por dos opciones. O son armas o... es una bomba activada. Así que corre. ¡Ya! El camión está donde siempre. Tienes tres cuartos de hora.
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A través de tu cuerpo
Mystery / ThrillerRELATO CORTO Tras su muerte, que aún le queda por descubrir la causa, la forma y el momento, él queda aterrado. Pero ¿la verdad cual es? ¿Quién lo hizo? Fuera quien fuese, él llegará al fondo del asunto, al fin y al cabo, todo lo empezado con ella é...