En un abrir y cerrar de ojos, Justin estaba siendo arrastrado por la hiperactiva castaña a un bar poco conocido. La música suave inundó sus sentidos auditivos, y casi tropieza cuando ella lo jaló rápido de su mano para sentarse en una mesa frente al improvisando escenario donde una chica estaba cantando mientras tocaba su guitarra.
Aun no podía entender como había dejado convencerse por ella de “tomar un trago”. Es decir, ni siquiera la conocía. Pero así comienzan a conocerse un par de desconocidos ¿No? Millie pidió una soda y Justin solo agua.
– Entonces… –comenzó ella apoyando sus codos sobre la mesa– Háblame sobre ti Justin –le sonrió.
– ¿Qué quieres saber? No soy nada emocionante sobre mi vida…
Oh sí, eso ya lo sabía. Rió ante su malvado pensamiento.
– ¿Cuántos años tienes?
– Veintitrés aburridos años –bufó mientras recibía las bebidas– Gracias. ¿Tú? ¿Ya terminaste el secundario? –preguntó con ironía. Sí, ya habían hecho bromas sobre su edad, ya que su cara de “niña” y estatura no ayudaban a la causa.
– Tengo veintidós –respondió orgullosa cuando vio la cara de sorpresa de él– Así es. Hoy es mi cumpleaños.
– ¿Enserio? –Asintió– Pues… Feliz cumpleaños.
– Gracias –sonrió bajando la cabeza.
– ¿Y por qué no estas bebiendo hasta morir en algún antro?
– Bien, no tengo amigos aquí, soy nueva –otra sorpresa para Justin Bieber, lo último que pensaba de ella es que tenía una vida… solitaria. A simple vista, Millie parecía ser querida por todos y estar rodeada de amigos.
– ¿Novio? –se incomodó a sí mismo con esa pregunta. Ella sonrió y negó con la cabeza.
– Son sinónimos de “pérdida de tiempo”. No lo sé, apenas puedo conmigo misma, no tengo espacio para un maldito controlador –increíblemente, hizo reír al rubio– ¿Qué hay sobre ti? ¿Tienes novia?
– Yo…
– ¡Hola chicos! Invitación para una fiesta –interrumpió una simpática pelirroja dejando dos pequeños papeles de muchos colores sobre la mesa. Millie sonrió y le agradeció– No falten.
– Claro que no –tomó las invitaciones en su mano y miró a Justin con malicia– ¿Quieres divertirte un poco? –este tomó un trago de agua y negó con la cabeza.
– No puedo, tengo que irme ya.
– ¡Oh vamos Justin! Solo será por un rato, y está cerca –trató de convencerlo. La fiesta estaba a unas calles de aquel bar, no podía tardar mucho– Por favor, por mi cumpleaños –le suplicó sonriendo de la forma en que nadie podía negarle nada. No podía creer que estaba haciendo esto, otra vez. El ojimiel suspiró y asintió cerrando los ojos.
– Iremos. Solo un rato.
– ¡Sí! ¡Andando! –sin terminar su soda, tomó la mano de Justin y lo sacó corriendo del bar.
Justin solo estaba seguro de algo: Millie estaba total y completamente loca.