T r e s

27.3K 922 138
                                    

9 de agosto del 2014

Había pasado quince días y ya nos habíamos adaptado a la convivencia con Layla. En las mañanas Branden iba a estudiar y no volvía hasta la noche. Al medio día yo salía y también volvía en la noche, a diferencia de mi mejor amiga, Layla, quien salía en la mañana y volvía al medio día. Ella aún no trabajaba por lo que volvía aquí cuando sus clases terminaban.

Habíamos puesto horarios para todo y Lay nos ayudaba con los quehaceres de la casa. Era una gran compañera de cuarto y era una suerte para todos que ella tuviera su propia habitación en el apartamento, era un cuarto pequeño, sin baño, pero a ella eso no le importó, estaba agradecida con nosotros. Había dicho que solo necesitaría un mes para conseguir otro lugar y parecía que lo había hecho en tan solo quince días porque la siguiente semana ya había contratado un camión para que recogiera sus cosas de la casa de su ex-novio, Ian, y llevarlas a su nuevo apartamento.

Había conseguido un lugar cerca a la universidad. Sus ahorros del trabajo que tuvo el año pasado fueron gastados para pagar el arrendamiento de los primeros meses de la habitación que había conseguido gracias a un anuncio de que vimos en la cafetería cerca a la universidad. Ella había ido a verlo y se enamoró de lo espacioso y privado que era. Al instante lo tomó.

Había funcionado bien aquello. Y a pesar que Layla era nuestra amiga y una gran compañera de apartamento, Branden y yo queríamos nuestra privacidad de vuelta.

Hoy estábamos en una gran fiesta en la facultad donde los tres habíamos decidido venir para divertirnos un rato.

Lay parecía haber decidido que hoy sería el día en que empezaría a tomar a lo loco, porque al llegar a la casa de fraternidad empezó a tomar cerveza del barril. Alguien empujó cervezas en nuestras dirección pero yo amablemente rechacé y fui por una gaseosa. Branden siguió a Layla para conseguir algo más en la barra improvisada de la casa mientras yo me dirigía al baño; había tomado mucha agua luego del gimnasio.

Cuando salí del baño vi que en sala de la casa de fraternidad estaban Layla y Branden bailando una canción pegajosa, los vi bailar unos minutos hasta que levantaron la mirada y me vieron. Lay rápidamente me jaló para bailar con ellos mientras reía como una loca. Branden y yo tuvimos que sujetarla por la cintura para que no se cayera al suelo.

—¿Ya está tan borracha?

Branden rodó los ojos, exasperado.

—Ella se emborracha demasiado rápido.

La ayudamos a caminar hasta uno de los sillones y la sentamos para que no se desmayara en el suelo.

—¿Lay? —La llamé—. ¿Quieres un vaso de agua?

Se encogió de hombros, se rió e intentó levantarse para ir hacia la pista de baila. Suspiré, levantándome, y fui a la cocina para conseguirle un vaso con agua. Cuando volví ya tenía un vaso en su mano. Fruncí el ceño a Branden pero este me ignoró levantado las manos.

—¿Layla, eso es agua, verdad? —pregunté con una mueca en el rostro. No quería que mi amiga se intoxicara tan rápido. Cogí el vaso que ella sostenía y tomé un trago, al instante escupí. Era vodka puro—. Puaj, esto es demasiado puro.

Layla comenzó a reírse descontroladamente.

—¿Cómo no te puede gustar el alcohol? —preguntó ella mirándome con burla, ella sabía muy bien por qué no me gustaba el alcohol, pero entendía que estaba borracha y que su mente ahora mismo parecía estar nebulosa. Miró a Branden—. ¿Cómo puedes estar con alguien que no le gusta divertirse?

Rodé los ojos, exasperada.

Cuando Layla tomaba se ponía pesada y muy burlona. Miré el vaso de vodka en mi mano y luego lo vacié en el piso junto ella. —Adiós al alcohol. Y para divertirse no es necesario tomar en exceso y actuar como una loca.

Me sentía como una mamá regañando a su hija, pero luego de tantos años siendo su amiga, ya estaba acostumbrada a sus ataques de sinceridad bajo la influencia del alcohol. Era mi turno de ponerme fuerte.

Miré a Branden. —Ya hay que irnos.

Branden me miró, asintiendo. Tanto él como yo estábamos agotados por nuestros trabajos. Él tomó a Layla y la cargó como pudo hasta el auto trasero de nuestro auto, luego subió al asiento de copiloto.

—No quiero ir —sollozó ella haciendo puchero—. Por favor, Amy. Recién acabamos de llegar.

Era cierto. Layla había estado tomando desde el apartamento, así que su borrachera no era por haber tomado aquí, sino en nuestra casa. Acabábamos de llegar hacía veinte minutos y aunque yo tampoco quería irme tan temprano, era necesario hacerlo.

—Sé que estás despechada, Lay, pero debes calmarte. Te dejaré estar más tiempo si te controlas. —Miré a Branden quien a su vez miraba por la ventana.

Ellos dos eran mucho más fiesteros que yo, siempre que íbamos a una fiesta Ian y yo nos retirábamos antes y ellos se quedaban. Era tan raro, a veces Layla bromeaba sobre cambiarnos de parejas porque ellos eran más a parecidos, e Ian y yo igual. Pero suponía que los opuestos se atraen. Era un dicho muy cierto. —¿Amor, quieres quedarte? —pregunté levantando una mano hacia su rostro sin afeitar. Mi anillo brilló en la oscuridad del auto.

Branden acercó sus labios a mis nudillos y los besó.

—No, dulzura, quiero estar contigo.

Volteé a ver a Layla quien seguía haciendo pucheros.

—No la puedo dejar sola —dije a Branden señalando a mi amiga—. Y no conozco a nadie responsable para que la cuide.

Branden me miró, pensativo, luego alzó las cejas.

—Yo puedo quedarme un rato con ella y luego regresaríamos juntos. No estoy borracho, amor. Solo tomé una lata de cerveza.

Lo miré sonriendo.

—¿En serio?

Estaba agradecida con contar con él para cuidarla. No podía confiar en nadie más que en mi esposo. Sabía que la cuidaría como lo hacía conmigo.

—Por supuesto —dijo Branden sonriéndome. Me besó en la boca antes de separase y bajarse del auto—. Te veo más tarde, Amy. Cuando nos subamos al taxi te enviaré un mensaje para no preocuparte.

—Sí, está bien. —Asentí—. Chau, amor.

Branden me guiñó el ojo antes de tomar a una muy feliz Layla del asiento de atrás y ayudarla a bajarse del auto. Ambos se despidieron de mí y luego volvieron a la casa de fraternidad. Layla dando pequeños tumbos con Branden detrás.

—¡Sí! ¡Fiesta! —gritó Layla.

Negué con la cabeza y encendí el auto sonriendo. Arranqué y me dirigí a nuestro apartamento. Esta sería una larga noche si no dormía con Branden.

 Esta sería una larga noche si no dormía con Branden

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Infiel | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora