C i n c o

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31 de Agosto del 2014

El timbre de nuestro apartamento sonó. Intenté levantarme tratando de no moverme mucho para no despertar a Branden. Ahora él estaba con gripe. Temía haberlo contagiado días atrás, él había faltado a clases por lo mal que estaba y no quería despertarlo. No cuando estaba tan cómodamente durmiendo. Me deslicé fuerza de su alcance y sonreí aliviada cuando no se movió ni un centímetro, seguía en la misma posición, con el brazo bajo su cabeza y la otra mano debajo de la almohada.

Corrí descalza por el pequeño apartamento y abrí la puerta. No había nadie afuera. Confundida, bajé la mirada al piso y me extraño ver una caja, esta estaba envuelta en un papel de color negro con un moño rojo de regalo encima.

Fruncí el ceño.

No era nuestro cumpleaños y ya había pasado nuestro aniversario. Cerré la puerta mirando fijamente el paquete, era del tamaño de un libro por lo que rápidamente lo desenvolví. Por fuera no había remitente, pero por dentro, encima de la caja en blanco, había una pequeña nota:

Míralo ahora mismo y disfrútalo.

No estaba firmado y la caligrafía no se me hacía conocida. Abrí la pequeña caja, adentro había varios CD's. Curiosa tomé uno y lo metí en el DVD del televisor de la sala, lo prendí y le puse play con el control remoto. En la pantalla al principio todo se vio negro, luego apareció Layla riendo. Estaba en este apartamento, exactamente en el mismo sofá donde yo estaba sentada. 

Luego de unos segundos la pantalla mostró a Branden caminando en dirección a Layla. La cámara que parecía grabarlos estaba posicionada en un lugar alto, estratégico, en donde se podía ver todo el panorama. Vi con horror cómo Branden la cargó colocándola en su regazo. No vi el rostro de ella, porque estaba de espaldas a la cámara, pero si vi el rostro de mi esposo y aquella sonrisa sensual que le dedicó.

Sentí que mi corazón empezó a latir con fuerza, mis manos empezaron a temblar. El volumen del televisor era bajo, pero podía oír cada suspiro de ambos. Como una masoquista, seguí mirando fijamente el televisor, en la pantalla grande vi cómo Branden le quitaba la camiseta, luego el sostén. Ella hizo lo mismo, quitándole la camiseta y bajándole el pantalón. Las lágrimas empezaron a caer por mi rostro. Ellos hablaban entre susurros en el video por lo que no se escuchaba nada, a los pocos segundos la ropa interior desapareció de ambos quedando completamente desnudos, Layla en el regazo de Branden. Él cogió un condón del bolsillo de su pantalón tirado sobre el sofá y se lo colocó, mientras amasaba los pechos de ella.

Las lágrimas nublaron mi visión, yo sólo oía los ruidos y gemidos de ellos. Agarré el control remoto a mi lado y lo lancé con fuerza al televisor, cayó al piso con un fuerte estrépito, no me importó haber hecho ruido ni haber dañado la pantalla.

Escuché ruido en la habitación antes de que Branden saliera.

—Nena, ¿qué pas...? —Ni siquiera terminó de hablar. Lo interrumpió los gemidos de ambos en el video. Miró el televisor, y luego se volteó hacia mí completamente horrorizado. Mis lágrimas caían y caían, mis fuerzas se esfumaron. Me sentí indefensa, deshecha, con el corazón roto. Tenía un fuerte dolor en el pecho y muchísima ira acumulada. Branden abrió los ojos alzando las manos—. Amy, no..., lo que pasó, lo que viste no es...

Me paré del sillón en el que estaba y me lancé a él tirándole una bofetada con todas mis fuerzas. El dolor que sentí en la mano fue insoportable, pero la sensación de sentirme mejor no llegó. Quise volver a golpearlo, dañarlo físicamente como él me había dañado, pero nada se comparaba con lo que estaba sintiendo en este momento. Tomó su mejilla. —Amy, déjame explicarte.

Exploté.

—¿Explicarme qué? ¿Qué te follabas a mi mejor amiga en mis narices? —Las lágrimas corrían como riachuelos por mis mejillas. Me acerqué a él, cegada por la rabia y le di un puñetazo. Al instante sentí el pinchazo dolor por todo mi brazo pero lo ignoré por la satisfacción de verlo sangrar justo en la comisura de su labio.

No era una persona violenta, pero estaba cerca de serlo. Me alejé hacia mi habitación aún escuchando los horribles sonidos de ellos dos en pleno sexo. Cerré la puerta en las narices de Branden y coloqué seguro para que no pudiera entrar. Tomé la maleta del closet y comencé a meter ropa en ella. Las lágrimas me tapaban la visión pero continué guardando tanta ropa y cosas como fuera posible. Cuando terminé, me calcé en mis zapatillas y abrí la puerta. Afuera Branden estaba en el piso, cuando me vio con la maleta se levantó al instante.

—Amy, no te puedes ir, no me puedes dejar. —Intentó tomarme del brazo pero me zafé y pasé por su lado sin mirarlo—. Dulzura, por favor.

Me paré frente a él sacándome los anillos de mis manos. El de compromiso y el de bodas. Los tiré en el piso y tomé mi maleta saliendo del apartamento con las llaves del auto. Bajé rápidamente hacia el estacionamiento.

Fui una tonta, pero de los errores se aprende, y sé que esto hará que me vuelva más fuerte en la vida. Ya no me dejaría pisotear por otra persona nunca más. Ya no sería tan ingenua, ya no seré las misma tonta de antes.

Por supuesto que me dolía la traición de mi supuesta amiga junto a mi esposo. Los odiaba tanto en este momento. Ni siquiera podía pensar con claridad, estaba cegada por la rabia y el dolor, por la traición de ambos. ¿Cuánto tiempo estaba ocurriendo todo eso? ¿En qué momento comenzó?

Me dirigí al auto, tomando mis cosas las metí en el maletero y me subí al asiento delantero, encendí el motor poniéndome unos lentes de sol. Al instante vi a Branden correr hacia mí. Pisé el acelerador y salí disparada de ahí, por el espejo retrovisor podía ver a Branden intentar correr pero lo perdí de vista rápidamente.

A veces se necesitaba más valor para irse que para quedarse.

Y tal vez mi amor no era el mejor, era algo loco y muy romántico. Pero era sincero, real y todo suyo. Lástima que lo acababa de perder, porque nunca lo tendría de vuelta.

 Lástima que lo acababa de perder, porque nunca lo tendría de vuelta

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Infiel | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora