A pesar de los años, ambos continuaban frecuentando el club nocturno más conocido de su ciudad, de manera que las pocas veces que volvían a verse era en ese lugar cuando Alai regresaba al pueblo. Siempre reaccionaban de la misma manera: observándose a gran distancia y corriendo la mirada cuando el otro hacía contacto visual. Siempre evitándose, siempre intentando mantenerse alejados.
La noche del veinticinco de diciembre, cuatro años después de haber terminado su relación, una vez más Atlas y Alai coincidieron en el mismo lugar y ya nada volvió a ser igual que antes: esta vez no se evitaron, poniendo a funcionar de esa forma los engranajes de ese gran juego llamado destino.
Estaban frente a frente. Distanciados unos metros por otras tantas personas que se encontraban en el lugar, pero aun así permanecían observándose fijamente a través de las luces y el humo del local.
La música sonaba fuerte, aunque ellos la sentían lejana, casi como se siente escuchar debajo del agua o cubriéndose los oídos. Por momentos algunas personas se interponían entre ellos cuando se desplazaban a través del local o simplemente cuando balanceaban su cuerpo al compás de la música. A pesar de ello ambos continuaban extraños a todo lo que ocurría a su alrededor, solo siendo conscientes de ellos mismos y de lo que sus miradas transmitían.
Esta vez ninguno evitó la mirada del otro. Se observaron fijamente durante largos minutos, ambos perdidos en la mirada del otro, como retándose a ver quién retiraba la mirada primero.
Fue en ese momento cuando Emma captó la atención de Alai al sujetarle de su antebrazo para acercar su rostro a su oído para poder hablarle y hacerse escuchar.
—Alai, creo que Atlas te está observando. —Su voz era un susurro cargado de preocupación y expectativa—. ¡Maldición!, definitivamente Atlas no quita los ojos de ti.
Alai le sonrió dándole a entender que había sido consciente de lo que ocurría y volteo su mirada para regresar su atención a Atlas quien continuaba observándola. Esta vez el rostro de Atlas reflejaba una sonrisa por haber ganado la silenciosa apuesta que se había instalado entre ellos.
Después de eso no pasó demasiado tiempo cuando Atlas dirigió su mirada hacia el lugar de salida del local y de regreso a Alai. Ella lo imitó, observó la salida y de regreso a sus ojos para comprobar si había interpretado correctamente su accionar.
Lo había hecho, Atlas le dio un asentimiento casi imperceptible y comenzó a avanzar en dirección a la salida sin siquiera mirar hacia atrás para comprobar que Alai fuera tras él, confiaba en que ella lo haría.
Un torbellino de emociones, eso es lo que era Alai en ese momento, trató de recuperar la calma para poder dirigirse a su amiga quien la observaba silenciosamente entendiendo toda la situación.
Emma, su mejor amiga, quien tantas veces estuvo para ella, una vez más le demostró su incondicionalidad sin hacer ninguna pregunta. No necesitaba hacerlo, conocía la historia entre ellos y ahora había sido testigo del intercambio de miradas.
—Te juro que si vuelve a hacerte sufrir voy a matarlo. —Alai río ante las palabras de su amiga y simplemente negó con la cabeza.
—Voy a estar bien, lo prometo —dijo tomándole la mano para tranquilizarla y lograr tranquilizarse ella misma, a lo que Emma respondió con un abrazo para infundirle confianza. Luego la soltó para asentir hacia la salida por donde acababa de desaparecer Atlas segundos antes.
Alai camino la corta distancia hacia la salida sorteando las personas que se encontraban bailando al compás de la música y otras que simplemente se encontraban disfrutando de la música con un trago en sus manos.
Fue así como a pocos metros de la salida se lo encontró a Martín junto a su grupo de amigos, quien al reconocerla se atravesó en frente de ella para detenerla.
De todas las personas con las que podría encontrarse lo hizo justo con él, casi como una broma del destino para evitar que hablará con Atlas.
Martín era como la representación de todos esos chicos que confunden la amabilidad con coqueteo, que no tienen problema en invadir el espacio personal del otro creyendo que de esa forma logrará ser agradable y evitará seguir siendo rechazado. Logrando obviamente todo lo contrario ya que esto incomodaba de sobremanera a Alai quien solo consideraba al chico como un conocido, ni siquiera pensaba en él cómo un amigo ya que con su actitud solo lograba ser repulsivo.
Algunas veces el universo conspira a favor de uno, otras veces ocurre todo lo contrario. En ese momento Alai estaba cerca de descubrir si el universo intentaba ayudarla o si solo trataba de sabotear sus planes.
—¡Alai! No sabía que estabas en la ciudad. ¿Te vas tan temprano? —preguntó el chico mientras sin previo aviso estampaba un beso a modo de saludo en una de sus mejillas y a continuación se ponía en frente de ella tapando parcialmente su visión.
—Hola Martín. —Sonrió Alai devolviendo su saludo todavía impresionada ante el gesto efusivo del chico—. Solo salía un momento a tomar aire —explicó intentando pasar por su lado, fracasando en su objetivo ya que fue retenida por el chico, quien la había aferrado de su muñeca para detenerla.
—¡Genial! te acompaño entonces —dijo Martín mirando hacia la salida.
En ese momento Alai comprobó que al parecer el universo estaba conspirando en su contra ya que Atlas había regresado sobre sus pasos y esperaba por ella cerca de la salida del lugar, siendo testigo de lo que ocurría entre Martin y Alai.
Aunque por el ruido del local no llegase a oír de lo que estaban hablando, Atlas podía entender lo que estaba ocurriendo solo con ver la mano de él evitando que Alai se marchara.
A la distancia en que se encontraban, Alai pudo ver como este la observaba y luego dirigía su mirada hacía el lugar donde el otro chico la tenía sujetada, para luego volver a conectar sus ojos con los de ella y levantar una ceja juzgando su intercambio de palabras con Martín.
Ella entendió el gesto de Atlas así que negó con la cabeza para regresar su atención al chico que la tenía retenida para así poder deshacerse rápidamente de él.
—Está bien Martín, no hace falta. Gracias —respondió con una sonrisa tratando de ser amable y antes de esperar una respuesta de vuelta, dio un leve tirón a su brazo para así deshacerse de su agarre y continuar su camino hacia la salida del local en donde Atlas esperaba por ella.
Juntos atravesaron las grandes puertas del club y salieron a la cálida noche en busca de respuestas.
Finalmente, esa noche las obtendrían y de esa forma podrían cerrar esa etapa que había iniciado tantos años atrás en el momento en que se conocieron.Esa noche el universo tenía planes para ellos.

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El Silencio De Tu Mirada
RomantikDespués de cuatro años distanciados, Atlas y Alai, vuelven a reencontrarse una noche en la que los recuerdos sobre su pasado se hacen presentes. Juntos intentan buscar respuestas a aquello que los separó, creyendo que de esa forma lograrán superar e...