Hoy hemos decidido arreglar la casa. Cada uno debía tomar responsabilidad de ordenar las diferentes piezas. Nada, excepto nuestra 'bodega', debía ser un chiquero.
La pared que pintamos luce radiante, pero pensamos que se luciría más aún si tan solo nos deshiciéramos de todo lo que había en la sala y, bueno, también reorganizar un poco la ubicación de algunas cosas.
Valentín se apresura y me deja saber que él se encargará del baño y la cocina. Que agradable es saber que cuento con una persona así y que, notando que no he pasado muy buenas noches últimamente, ha optado por dejarme tareas simples.
Me quedo entonces con la sala y el balcón. Nunca había visto lo linda que era la vista de aquí. A pesar de que no vivamos es un piso tan alto, alcanzamos a ver bien la ciudad y los alrededores. En ese instante pienso que sería provechoso y agradable si hacemos algo lindo en el balcón para ver desde allí los atardeceres. Hace mucho no tenemos un lugar tan acogedor. Yo... ya no quiero recordar si mi otra casa fue así de acogedora. Sé que lo fue, pero me cuesta hasta recordar.
Comienzo por la sala. Tenemos unas cuantas cosas de más y aún hay bolsas estorbando.
Hago una pila de esas cosas a un costado y las voy llevando de a poco a la bodega. Será mejor revisar ese cuarto dentro de poco. Se lo hago saber a Valentín.
- Tienes razón. No quisiéramos que las arañas se escurran y vayan a nuestro cuarto, ¿cierto? -dice.
- No.. no digas.. arañ... no, por favor -y es ahí donde comienza el mini escándalo. Mis brazos transportan un calambre que se instala, posteriormente, en mis manos. Debo hacerlas crujir la una con la otra, sino siento que estarán adoloridas por horas.
- Podría disculparme ahora, pero estaría siendo hipócrita porque... la verdad quería, a como diera lugar, hacerte enfadar hoy para así darte luego una pequeña sorpresa. Aunque ahora que lo pienso, no tenía sentido hacerte enojar para dártela ¿cierto?
Se pone nervioso y ya no sabe qué decir.
- Ya está bien -miro a mis pies cuando lo digo. Los muevo uno contra otro sin saber aun por qué lo hago. Será que estoy tratando de encantarlo o, más bien, me aseguro de que no hayan arañas a mi alrededor.
- Hmm... estaba yendo a dejar estas bolsas en ese cuarto -indico la puerta de la bodega, pero me sucumbe nuevamente el escalofrío, suelto la bolsa y comienzo a rascarme el antebrazo. No había notado lo roja que se ponía mi piel. Seguí hasta que la vi roja como un tomate. Me detuve y lo mire- me preguntaba si tú...-no logro continuar y me interrumpe.
- Sabes que sí -me dice. Pasa por mi lado. Se agacha para tomar las bolsas y, mientras se endereza, recorren sus ojos mi cuerpo hasta llegar a los míos. Pasa por mi lado llevando las abultadas bolsas y besa mi mejilla. Tan suavemente me resulta aquel beso, que entonces roza mi oído.
Son tiernos, son fuertes a la vez, son rosa y le resaltan del rostro. Sus labios no son lo único que me gusta de mi cupido, pero Dios sabe que perfectos son.
Sigo ordenando, hasta que queda todo listo. Valentín me ayuda también a reorganizar algunos muebles, pero son los menos.
Paso al balcón a ver que podríamos hacerle. Hay que reavivarlo, hay que ponerlo a tono con los bellos atardeceres que nos esperan, ¿no?
- Hey, Valen, ¿no crees que podríamos pintarles algunas aves? Ya sabes... la silueta solamente, como nos gusta y adornarlo con algunas luces.
- Lo visualizo en mi cabeza y creo que no habría nada mejor. Cuando esté listo me encargo de mover algunas cosas para acá. Una mesa se le vería bien. Unas velas y... bueno, mejor lo dejo ahí. Cuando lo veas luego, me dirás si te gusta -dice.
- Debo decir por adelantado que ya me gusta.
- Gracias, gracias -sonríe mientras hace reverencias.
La casa ya esta lista y aún es temprano. Veo mi reloj.
14:30pm
Me siento y leo un poco más de mi libro de poemas.
- Y.. ¿haremos la pieza ahora?
- Sí, debe ser un desastre -me río y lo acompaño de la mano.
Entramos y... bueno, no lo llamaría desastre pero, definitivamente, había que ordenar.
- Creo que podríamos hace esto más interesante... hmm... -dice él, con un tono de intriga. Siempre se le ocurren las penitencias más locas y las más difíciles de cumplir.
- Por favor, no esta vez -me río en su cara. Se que infiere que me burlo de él por lo mismo, por su incapacidad de hacer bromas acorde.
- ¡Vamos! No será nada loco -se sonroja y me mira con ojos ilusionados-. De hecho, pensaba que sería buena idea que quien gane elija lo que comeremos esta noche.
- Eso si que no me lo esperaba -le respondo y empiezo a poner cara de pensativa-. Y ¿estás listo?
Sus ojos saltan mientras yo comienzo rápidamente a acaparar todo lo que esté fuera de lugar y poniéndolo en orden. Toda mi ropa sucia a la cesta y lo demás donde corresponde. Él se ralentiza no se por que razón. Pienso que lo está disfrutando, o bien, quiere darme el placer de elegir nuestra cena.
Caigo rendida en la cama y él se da por vencido, con una buena actuación de sentirse derrotado y enojado.
- ¿Qué será entonces? -me pregunta.
- No sabes cuanto... pero cuanto extraño... -mis labios saborean su nombre. El ríe y mira como queriendo saber rápido qué es. Yo me tomo mi tiempo imaginándome ese plato. Nada refinado, nada muy costoso, pero aun así es perfecto.
- ... la... el... ¡YA DIME! -me dice entre risas mientras comienza a hacerme cosquillas.
- LASAÑA. Extraño comer una lasaña -le digo ahogada entre risas.
- Eso parece perfecto -ahora el comienza a saborear la palabra también.
- Exaaacto -suspiro.
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Hanging on
Romance"Y parece ser siempre lo mismo... cuando piensas que todo ha pasado, es justo cuando todo vuelve a ti. Solo que esta vez... estoy agradecida de que así fuera"