Capítulo 3 "Ordenando ideas"

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Algo aturdida aún, despierto. Un té esperando a mi lado. No puedo creer que sus detalles me sigan sorprendiendo después de tanto tiempo.

Ha dejado una nota, pero primero corro al baño sin darme cuenta siquiera de la urgencia que tenía.

He tomado mi toalla y me dirijo al baño, nuevamente. Dejo correr el agua durante un par de segundos y luego entro. El agua se siente tan limpia al tocar mi piel tan sucia. Siento que me purifica, pero esa mañana he amanecido con el mórbido deseo de insultarme y no sé por qué. Ahora debería insultarme más aun por decir esa barbaridad. COMO NO SABER POR QUÉ INSULTARME si tengo mas de una razón para hacerlo.

No quise dejarlo pero ¿no fue que él lo hizo primero? Acaso esperaría meses y más meses de los que ya esperé. No es como si hubiese ido a la guerra... al menos si hubiese sido así me habría llegado la bandera o una carta. ALGO, lo que fuese, eso es lo que quedé necesitando. Ahora, ante la duda no lo puedo dejar de pensar... De día, de noche, tomando un baño, comiendo, siempre está ahí, incluso en las calles y en los espejos.

Lo único que me salva es Valentín y no puedo creer que ahora hablo de él como si sólo lo necesitara. Pero tengo que decir que no es así, al él realmente le quiero. Siento cada cosa que hace, la vivo y lo adoro por completo, de hecho cada vez más.

Eso está bien. Si debes olvidar para avanzar entonces... Hazlo.

Tan solo la comida es tan buena amiga que hace olvidar todo. Un buen almuerzo y de seguro esta vez yo sorprendería a Valentín, pero antes siento la urgencia de salir por un segundo.

Si hay algo que me gusta de vivir en estos edificios es que tienen siempre lo que más amo y lo que más necesito.

Subo al último piso llevando mi música.

"And you say that dreamers always get what they desire.

Well I've found, the more I want the less I've got"

A eso he llegado. Creo querer tanto una respuesta que comienzo a buscarla, pero no la encuentro. La deseo y me desespero por dentro. Nadie debería estar nunca en esta posición. Esto no debería existir.

Entro deprisa a la azotea. De hecho, corro por la puerta y es cuando me encuentro con mi amiga, la altura.

El viento no deja de mecer mi cabello e, impulsivamente, abro mis brazos al cielo y a la ciudad. Acá no es sólo hermoso, sino que es audaz, es feroz, es magnífico, es el puro sentimiento de que dentro de esta vida algo de libertad tenemos, sobre todo si la buscamos.

No grito porque mi libertad no es tanta y no quiero asustar a los residentes. Nada peor sería que me tacharan de loca y me prohibieran volver a subir a este lugar. Me alcanza son susurrar palabras al viento y es como si esperase que alguien ahí afuera las entendiera y las escuchara como un eco. Quisiera hacer un cambio en otro. Quisiera... tantas cosas.

Giro hacia la izquierda y veo un paisaje aún mas impresionante. Un bosque a lo lejos, montes que sumen el reflejo de las nubes, creando un hogar para ellas, un hogar para mis pensamientos y solo pido que no me deje, que ese sentimiento de compañía no me abandone.

A pesar de sentirme increíblemente cómoda en aquel lugar decido correr escaleras abajo. No sabía lo rápida que podía ser  cuando me lo propongo, mejor dicho, cuando la situación me impulsaba a hacerlo. En un minuto ya estoy dentro del departamento y no recuerdo ni la mitad del camino por el que vine.

Valentín está tomando algo en el balcón. Lo sorprendo abrazándolo por la espalda. Es tan cálido y fresco a la vez. Es realmente todo un hombre ya, aun así guarda su imaginación y sus ansias muy dentro, tan profundo que nadie podría arrebatárselas nunca.

Hanging onDonde viven las historias. Descúbrelo ahora