Quiere' remedio pa' tu dolor
Nadie te lo hace mejor que yo, uoh-oh, no-no—Single Manhattan. —Estaba parada tan cerca de él que podía oler su cuerpo, no era perfume, no era sudor, era otra cosa; Pansy Parkinson olía a cuerpo que se ejercita y a la vez se ha duchado recientemente, como si el ejercicio y agotamiento no pudieran hacer nada contra el perfume fino que usaba; Harry miró a su copa de nuevo intentando simular que no la estaba viendo, ahí parada, con el escote vuelto a su rostro, con la mirada clavada en su cabeza inspeccionándolo y sonriendo con ese gesto petulante que siempre había tenido. —Potter.
—Pansy. —Creyó que decirle Parkinson habría rozado lo impersonal sobremanera, aunque al final no tenía por qué tratar de intimar con ella; la chica se volvió hacia él haciendo que su larga cabellera bien sujeta ondeara como la cola negra de una pantera, desprendiendo un olorcillo almizclado.
—Whisky solo... ¿cuántos llevas que empiezan a cerrarse los ojos del Elegido? —Había un dejo de sorna presuntuosa en la pregunta, una burla insinuada que pese al alcohol en su sistema y la falta de sueño, no pudo pasar por alto; de reojo le distinguió la sonrisa brillante, los labios húmedos y sensuales que se iluminaban bajo la tenue luz que iluminaba la barra, Pansy dio un disimulado paso hacia él, la tela de sus pantalones se meció como el cabello de las sirenas llamando a los marineros ebrios.
—Un par... tú pareces muy resistente. —Quiso sonreír pero no mirarla, así que alzó medio labio superior del lado derecho y siguió observando los hielos, ya a la mitad, flotantes en la corriente ambarina de su copa: entonces se fijó en la rodilla de Pansy muy cercana a él, tanto que rozaba el doblez de su pantalón, tanto que la tela de su ropa acariciaba la de él, en un roce tortuoso y largo.
—Se necesita más que un par de whiskys para tumbarme, Potter... —Pansy recibió su copa con una sonrisa, una copa rojo intenso con una cereza y una rodaja de limón; Harry no conocía el cóctel pero le pareció tan glamouroso que no podía dejar de mirarlo y a la mano delgada de uñas alargadas y rojas que lo sostenía. —... aunque la pregunta es, ¿qué hace falta para levantarte a ti?
Ante la pregunta no pudo menos que mirarla, estaba sorprendido porque no entendía si había una insinuación ahí o no, lo cierto es que al mirarla directo a los ojos, supo con certeza que la había, que era clara y agresiva; la forma como Pansy se dio la vuelta dejando a su larga melena ondearse como la cola de una pantera contra su espalda, le causó un escalofrío. Confundido, o mejor dicho intimidado, se llevó la copa a los labios y procuró no volverse a mirarla, evitó aquello por todos los medios pero sus ojos eran casi independientes: fueron a clavarse en el espejo tras el cantinero y desde ahí la siguieron fielmente, las caderas de Parkinson iban de lado a lado y aquellos pantalones le hacían lucir tan provocativa, que tuvo que recordarse tres veces que ya le había dado anillo de platino y brillantes a Ginny.
Pero Pansy, al volverse a mirarlo, insinuaba otra cosa.
Que no se te apague la excitación
Tú sabes que yo no te dejo planta'o¿Qué hace falta para levantarte a ti?, ESA era la pregunta, pero ¿por qué hacía la pregunta?, a ella de qué le iba o le venía qué lo levantaba, le resonaba la cuestión en la cabeza y se estaba enjaquecando, otro trago no garantizaba que se le fuera a pasar la sorpresa, pero sí a subir lo nervioso y la embriaguez; la verdad es que pensó que era mala idea estar dándole a aquello demasiada importancia, así que en lugar de eso apuró su copa, se abotonó las mangas de camisa, echó unas monedas en la barra para pagar lo suyo y dejar suficiente propina y se dirigió al baño cruzando por la pista de baile.
Entre la oscuridad del lugar y las luces, además del gentío, la música hacía que el corazón se le alterara, de pronto se encontró con que latía al mismo ritmo de la música y aunque procuraba caminar por el perímetro del grupo que danzaba, al cabo de unos segundos ya iba cruzando entre figuras que se acariciaban y movían cadenciosos y sensuales; podía sentir una que otra mano que de pronto lo alcanzaba a tocar y se sorprendió al ver a dos chicas que se besaban sin mesura frente a sus ojos, aquello le subió el calor a la cabeza, a la par que una mano acariciaba el costado de su mano izquierda, un roce discreto y gentil, casi inexistente que apenas le sacó una sacudida imperceptible.
Calma'o, que yo voy en camino, amor
Calma'o, que yo quiero contigoEntre el aglomerado de extremidades sus pasos se hicieron cada vez más lentos, mientras que sentía a su lado más presencias tibias, calientes; sintió un nuevo roce indiscreto en el hombro izquierdo, pero lo atribuyó a su imaginación y siguió caminando, pero no alcanzó a dar siquiera dos pasos, el roce se repitió ahora del hombro hacia el nacimiento de su cuello y creyó distinguir una boca que se sonreía pegada a su costado, con una mano traidora que le acarició la cadera, como si dibujara una línea punteada, buscando crear una forma desconocida; tragó saliva y siguió caminando, buscando con el rabillo del ojo a la persona que le tocaba, pero no había resultados más allá del latido de nuevo acelerado de su corazón, ahora más pegado a la música, más propenso a las luces bajas que lo rodeaban todo.
Al encontrarse en el centro de la pista y dar sus ojos con el pasillo oscuro que llevaba a los sanitarios, estuvo convencido de que le seguía alguien, pero aunque sabía quién se procuró cierto nivel de ignorancia y no dijo ni hizo nada; dos pasos más y sintió a una pareja interponerse en su camino, al curvar su sendero a seguir sintió de nuevo esa presencia, de espaldas a su lado izquierdo, una mano que ágil sujetó la suya y acarició sus dedos, prodigando roces ardorosos al espacio entre cada uno de ellos, como mimándolos, como complaciéndolos. Se volvió y la tenía tan pegada a él que podía sentir la temperatura de su cuerpo, el vaivén que estaba bailando le dejó boquiabierto.
En ella no había recato ni duda, no había miramientos, era toda decisión y deseo.
Voy pa' contarle mis secretos...
—¿A dónde vas? —Murmuró contra su oído dejando a sus labios y a su aliento tibio y añejo de whisky humedecerle la piel, el escalofrío le montó desde atrás y se plantó en su cuerpo sin recato; Pansy se sonrió sabiendo la corriente eléctrica que le escalaba lentamente, tomado por asalto Potter le parecía el juguete perfecto de cualquiera.
—Pansy... —Masculló intentando hacerse oír, pero por alguna razón no lograba superar la música y el latido de su corazón incrustado en su garganta.
—Ahí. —La nariz de Pansy señalaba al frente y Harry siguió con la mirada la indicación, la boca del pasillo hacia los baños estaba en una penumbra gris y verde que se fue poniendo púrpura, morada, roja; quizá la música, quizá presagio. En cuanto puso un pie en marcha hacia el lugar llevado por esas manos que le prodigaban caricias meticulosas y discretas confundidas entre la gente que bailaba ahora entorno a ellos, caminando siempre hacia aquel cilindro de concreto y ladrillo brilloso; un momento quiso detenerse, pero de nuevo sintió las manos que le rozaron la espalda como empujándolo, lo estaba incitando a la vez que soplaba sobre su hombro directo a su cara.
¿Serviría de excusa decir que llevaba muchos whiskys?, porque de cualquier forma no la habría usado. Quizá sería más honesto decir que era excitación o una ardiente necesidad.
Fiebre y deseo.
Los dos por igual.
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¿Me llamas?
AdventureSong-Fic de "Sin Pijama" de Becky G y Natti Natasha; fic breve para el concurso propuesto por TanitbenNajash / Harry Potter está solo como empieza a ser muy frecuente, y el whisky es buena compañía, pero mal consejero.