Botemos el manual

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Seguimos en esto... veo lecturas, lo agradezco, espero que esto lleve a buen sitio...

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Botamos el manual

La mira, tiene los ojos abiertos mirándola, su rostro sonriente, enrojecido de excitación, con un cierto sudorcillo que la calentura le ha puesto en la frente, el cabello sigue impecable, como si por encantamiento lo tuviera bien sujeto; su mano es hábil y se desliza por su entrepierna con la maestría de otras que repasan páginas de libros imposibles, con la habilidad quien monta su escoba y se precipita en caída siguiendo una quaffle peligrosa, pero nadie importa más, ahora mismo Pansy es fundamental. Traza una línea con la uña de su índice por toda su extensión y Potter siente que le tiembla la pierna en un acto reflejo que lo avergüenza, y lo hace enojar el sentirse tan bien en manos de aquella serpiente petulante que alza su nariz como si pudiera demostrarle que está por sobre él, que lo domina, que lo controla.

Es rabia, por eso no le da opción a darse cuenta, es pura rabia cuando le descompone el atuendo para dejarla a su merced, cuando se mete entre sus piernas y de un tirón tomándola por la cadera la hace rodearlo con ellas y se acomoda para entrar; mas Pansy aún tiene pantalones y en lugar de tirar de ellos y abrir paso se restriega contra ella con el frenesí de un desesperado, mientras le muerde el pecho y le besa la boca de nuevo, Potter ha perdido la educación y se empieza a entregar al puro y crudo deseo.

La toma por sorpresa, no espera esa arremetida y mientras la acaricia una y otra vez con movimientos de pelvis muy reveladores y la ropa como frontera, Pansy empieza a jadear, de pronto es ella la que lucha por quitarse la prenda inferior y él el que no la deja, la restriega sin piedad, sintiendo cada vez más clara su humedad, su ansiedad; antes era mero deseo y premura, para estas alturas es más rabia, frustración y una batalla por la dominación. Cuando Pansy tiene el primer orgasmo a fuerza de restregarse contra ella, sujetándola por las caderas como si la estuviera poseyendo, sabe perfecto que la batalla está ganada y Pansy, inclinada contra su hombro, con el pecho pegado al suyo, empieza a deslizarse lento contra él, prodigando con sus senos caricias sibilantes contra su pecho.

Es una breve tregua y Pansy la corona besándole la boca, un beso diferente, un beso suave y gentil a ojos cerrados que Potter no se espera y que de hecho, lo asusta; la mira y le nota una languidez casi romántica y las percusiones lejanas de la música le sacuden las ideas torpemente. El siguiente ataque de la Parkinson se viene diferente, se viene distinto mientras ella lleva sus brazos sobre el cuerpo varonil, entrelaza sus dedos en su nuca y profundiza el beso, ahora es él quien cierra los ojos, porque la lengua de Pansy es tibia y sutil y la forma como vuelve a prensarlo entre sus piernas y pegarlo a su cuerpo le susurra dulzura y seducción.

Siempre he sido una dama

La morena inclina su cabeza a la derecha y restriega su nariz contra la mejilla de Potter mientras suavemente empieza a despojarse del pantalón, de las bragas apenas con un movimiento de varita y Harry agradece que sean magos, porque los muggles habrían tenido que hacer más maniobras para lograr aquello; lo sigue besando, largo, tendido, con la profundidad de la novia que rebusca lo conocido, las manos con que lo desprende de los pantalones y la agilidad con que despeja la zona que le interesa le habla de una maestría secreta y voluptuosa y contrario a lo que pensara antes, ahora agradece el historial de Draco, Theo, Blaise... los que sean...

Y mientras Pansy lo sujeta con su mano caliente pero firme, mientras mirándolo a los ojos lo guía hacia su interior deteniéndolo un poco para prodigarse ella misma caricias que hacen sus ojos resplandecer, Harry le mira boquiabierto y anheloso y sabe perfecto lo que está ocurriendo.

Él es el vencido, sin importar cuántas veces la embista; él es el sometido y Pansy es una perra maldita que lo está manipulando todo, pero cuando la penetra con fuerza impulsando su cabeza y mirándola rebosante de placer, viéndola arquearse y oírla gemir, en ese momento se consuela un poco pensando que aunque sea por un instante, él se la coge a ella y no al revés.


Pero soy una perra

¿Me llamas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora