Mi barriga duele como el infierno. Aún sigo inconsciente, algo dormida, ni siquiera abrí los ojos, o hice algo especialmente increíble. Sin embargo, un dolor inusual que sube desde lo más profundo de mi barriga hasta mi garganta hizo que me despertase de forma agonizante.
Al principio intento ignorarlo, tengo sueño, la cabeza me da palpitaciones horrorosas y apenas puedo abrir los ojos. Me vuelvo a dar la vuelta hacia la izquierda, y aunque siento un ardor horrible sobre mi estómago, aprieto los ojos de forma relajada y consigo dormir.
Al menos me mantuve así durante una hora. Mis piernas estiradas hasta los límites imposibles del universo, mis brazos recogidos sobre mi cintura, mi cuello bien erguido sobre aquella almohada de confortable calidad. Todo parece tranquilo.
Sin embargo, vuelvo a despertar. Ahora con mi frente sudada, la camiseta de tirantes blanca llena de sudor empapado, la máscara que anoche me apliqué sobre las mejillas, desvanecida por todas mis bolsas y ojeras. Mi rostro pálido y desencajado.
Mi cuerpo da un vuelco que hace que despierte con las mayores náuseas del universo. Mi rostro adopta un gesto de dolor insostenible, pues aprieto mis ojos de forma brusca, y muerdo mis labios tratando de calmarme. Cuando veo que el dolor no se calma, decido adoptar una posición diferente.
Pero nada funciona. Mis nervios aumentan más, mi sudor se multiplica por cada minuto que paso posada en esta cama, y mi respiración se mantiene agitada. Las náuseas aumentan, es como si ese asqueroso líquido fuese a salir en cuestión de minutos. Decido que no puedo estar mucho más rato sentada.
Busco mis zapatillas de cordón negras, y me las arremango a la altura de pie, ni siquiera tuve fuerzas suficientes como para abrocharlas. Cuando aseguro que no pisaré el suelo frío y helado comienzo a dar vueltas por la habitación de forma veloz y inquieta, con un paso audaz y exagerado.
Miro el reloj.
16:30 P.M.
Son las cuatro de la tarde. El estudio del padre de Thomas y las cuatro de la tarde son una combinación fatal. No solo por que es demasiado tarde, y nos pasamos horas durmiendo, si no por que el padre de Thomas, Daniel está apunto de venir hacia el estudio. Sobresalto de forma enorme, pues ahora ignoro las náuseas y las alertas sobre mis ganas de vomitar.
Doy toques bruscos y fuera de control al parisino. Para que despierte de forma rápida y tenaz. Tenemos que salir de aquí antes de que alguien se de cuenta que pasamos la noche aquí, y lo que es peor, que nos habíamos drogado por primera vez.
—¡Thomas! —pronuncio su nombre de forma rápida y agitada.
No hay resultado.
—¡Thomas! —vuelvo a repetir con gritos más acelerados, y a la vez aumentando los golpes sobre sus hombros.
Al fin surgió efecto.
Se despierta de forma sobrecogedora. Sus rizos están totalmente encrespados, y al igual que yo, su rostro está cubierto de un sudor gigante. Se rasca los ojos, y tapa gran parte de su torso desnudo con una de las sábanas blancas con las que hemos dormido esta noche.
—¡SON LAS CUATRO Y MEDIA! —vocifero por todo el lugar.
—Mmm... déjame. —pronuncia con su voz aún dormida y ronca, después vuelve a rascarse los ojos de forma ansiosa y suspiro sin remedio.
—¡Las cuatro y media, Bangalter! —coloco mis manos sobre sus hombros desnudos y algo sudorosos y vuelvo a vociferar con todas mis fuerzas. —. ¡Tu padre! —le miro con mis ojos bien fijados y abiertos hacia su rostro.
Me mira con cara de apuro.
—¡Putain! —despega las sábanas de su torso sudoroso y sin dejarme decir alguna palabra más busca su camiseta negra por toda la habitación de forma desesperada.
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𝐇𝐎𝐌𝐄𝐖𝐎𝐑𝐊 ─ daft punk fanfiction.
FanfictionPARÍS, AÑO 1992. Violet debe trasladarse, a París, durante un año con su familia, ya que su padre ha encontrado un trabajo como ayudante de un famoso productor musical francés. Se verá influida por la presencia de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Ho...