—¡Es navidad! —una voz estridente y poco placentera despierta mis tímpanos de forma nerviosa y excitante.
Mis ojos se abren de forma nerviosa, de forma pulsante y estridente. Esbozo un gesto de total molestia y aunque mi espalda hace un increíble esfuerzo por levantarse de la cama donde estoy durmiendo, sin embargo, mis piernas me inclinan hacia atrás y vuelvo a dormirme sin decir o hacer nada más.
¿Qué rayos está pasando?
—Nick — reconozco la voz de mi madre de forma inmediata. —Deja de gritar, cariño, seguro que aún hay vecinos durmiendo.
Tiro una de las almohadas que tengo inclinadas sobre mi rincón, con despecho y rabia. Estaba cansada y no entendía muy bien por qué no podía dormir más horas. En el otro conducto izquierdo de mi oído oigo como las gotas de la ducha caen sin control ni piedad. Y como si vuelve a formar una calma intensa en mi oído.
—¿Cuándo llegan tus padres, Karen? — oigo otra voz misteriosa que se vuelve un espejismo en todo mi alrededor.
—Dijeron que a las once —se permite una pequeña pausa y después sonríe de forma emocionada. —. Pasaron la escala de Ámsterdam.
Me levanto sin más remedio, pues está claro que mi familia no me dejará dormir por mucho más tiempo. Y quedarme aquí solo hará que mi irritabilidad y mi enfado crezca. Y si hoy es navidad, al menos tendría que cambiar mi comportamiento por un rato.
Escurro y muevo las sábanas de mi poco confortable cama, y las extiendo hasta el suelo. Cuando por fin lo consigo, busco de manera desesperada mis pantuflas de color blanco, estoy sin zapatos y el suelo está realmente frío. Hago una mueca de molestia, y cuando por fin consigo que las plantas de mis pies sientan un tacto caliente me relajo.
Observo mi pijama desgastado con motivos geométricos. ¿Era realmente adecuado salir de la habitación así?
Bueno teóricamente esto es mi casa, así que, si alguien se estaba quedando aquí, tendrían que respetar mis reverendas reglas y todo lo que ello conllevaba. Estoy en mi casa, así que es mi derecho. Mantengo mi pijama puesto, y creo que el ambiente que ahora hay en mi casa es caótico. Más que ayer, o que cuando llegué por primera vez a París.
Si miro a mi izquierda observo a mi padre. Hoy sin embargo luce colores mas alegres en su ropa. No sé si aquello se debía a que le gusta su trabajo y ahora se siente realmente bien aquí. Sus pantalones vaqueros de un color claro, hacen un gran contraste con su jersey azul claro. Sus facciones siguen endurecidas debido a la crisis de los cincuenta que ahora está atravesando. Pero en su boca se posa una sonrisa constante, y apenas hay indicios de que se sienta triste.
Está subido sobre una de las escaleras que el vecino de al lado, Thierry, le ha prestado. Busca algunos adornos navideños, pero como no encuentra los que mi madre le pidió, se frustra, los lanza sobre el suelo y busca como desesperado los queridos y favoritos adornos rojos con detalles plateados que mi madre guarda como un tesoro.
¿Por qué?
Realmente no hay nadie de la familia Hansen que no sepa que es por qué es una herencia que la bisabuela de mi madre le dejó. Según mi madre, esos pequeños adornos datan de los años treinta, y que si no fuera por les tiene un gran cariño, venderlos sería como adquirir una pequeña fortuna. Está tan concentrado que ni siquiera se percata de mi asquerosa presencia.
—¿Estás buscando los adornos que te ordené? — mi madre posa su voz con tono amenazante pero después se percata de la fuerza que mi padre está aplicando para encontrar esos malditos adornos del demonio.
ESTÁS LEYENDO
𝐇𝐎𝐌𝐄𝐖𝐎𝐑𝐊 ─ daft punk fanfiction.
FanficPARÍS, AÑO 1992. Violet debe trasladarse, a París, durante un año con su familia, ya que su padre ha encontrado un trabajo como ayudante de un famoso productor musical francés. Se verá influida por la presencia de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Ho...