Capítulo 12

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Capítulo 12. Un día de bajón.

Esto de ser un hombre importante no era fácil.

-¡Vamos Andrew! Aún te quedan tres entrevistas y dos reuniones. Si piensas hacer un gran negocio con los de Randall debes tener más energía -me repetía una y otra vez Camila en plan de animarme. Estaba que me caía del sueño y Ariadnne no vino a trabajar porque se le había presentado un problema familiar y la morena en estos momentos me parecia de todo menos atractiva.

-Pero Cam..-refunfuñé

-Pero Cam nada. Te dejo, tengo que buscar a Kev, te quiero hermanito. -Besó mi mejilla, tomó su cartera y se fue.

-Bien Drew, tu puedes. -me dije.

**

Finalmente las reuniones terminaron con un final feliz, como en los cuentos. Es broma, dijeron que les encantaba la opción de ampliar el negocio, auspiciaremos a Randall company
y ellos a nosotros. Son una empresa de venta de muebles para el hogar. Papá pretendía hacer una cadena de todo tipo de empresas para satisfacer al consumidor, unir lazos y acrecentar las ganancias para todos. Estaba más que agotado. Llamé a Joan.

-Hola hermano ¿Estás libre ahora? -pregunte

-Hola, uhm no

-¿Estás con Mare?

-Mmm, sí  -Suspire- ¿estas bien?

-¿Me la pasas? -cambie de tema

-Claro bro... -ruido; la voz de Mara- ¿Andrew? ¿Te puedo ayudar en algo?

-Hola Mara, si, ¿me pasas el número de Ariadnne, por favor?  -se escuchan risas por el altavoz

-¿Por qué no solo revisaste en su carpeta? -más risas. Golpeé mi mano por mi frente. Mierda, no se me ocurrió.

-Diablos, no pensé en eso. Tuve un dia atareado, ya sabes. ¿Me lo pasas?

-Sip, ahi va en mensaje. Buenas noches -y me cuelga. Luego de unos minutos me llega el mensaje con el número.

En la comodidad de mi departamento, me permiti disfrutar chupitos de vodka.

Mensaje:

Drew:      Hola preciosa ¿estás?

Ar:    ¿Quien eres?

Drew: Tu admirador ;)

No me contesto. Me ignoró. Decidí llamarla. Al tercer tono contesto.

-¿Que rayos quieres y quien mierda eres?  -solté una carcajada. Y escuché un suspiro.-¿Drew? ¿Pasa algo?

-Sí, si pasa.

-¿Qué cosa?

-Pasas tú. Oye, estoy sólo,  tomando algo, ¿querrías acompañarme?

-No estoy de ánimos para tener sexo Andrew. Pídele a otra. -Colgó. La volví a llamar.

-Nadie dijo que sería para sexo. Pervertida.

Su risa sarcástica me hizo sonreír.

-¿Ah no? Entonces ¿Para qué?

Suspiré- Solo quiero hablar con alguien ¿vale? Mi departamento es muy grande, Joan está con Mara, Cam tiene cena con su familia y tú eres lo más cercana a una amiga ¿vienes?  -Me sentia más miscerable de lo que sonaba. Lo juro. Pero en verdad necesitaba compañía. Estaba considerado comprar un perro o algo así.

-Bien, en diez minutos estoy allí.

En exactamente once minutos con treinta y cinco segundos, llegó Aria.

-¡Viniste! -grité entusiasta. Me pasé de tragos.

-Si, vine. Y tu al parecer haz tomado de más ¿es asi? -preguntó dejando su cartera en la mesita pequeña y retirando el vaso vacío de mi mano.

-No -sonreí.- Estoy demás lucido y tu -la miré de arriba abajo- estas precioooosa.

Parecía sorprendida por la forna en la que me miraba, o decepcionada quizás. Baah, ya ni se.

-¿Qué va mal Drew? -indagó sentándose a mi lado.

¿Que va mal? Me hice la pregunta a mi mismo, la evalúe a profundidad y empecé a llorar. Sí, a llorar. ¡La culpa la tiene el alcohol! Al ver mi reacción, estiró sus brazos y me envolvió en un abrazo. Sollozé sobre su hombro y ella sólo acariciaba mi cabello en un vago intento de relajarme

-¿Qué va mal? Todo. No me siento bien con esto, soy rico, tengo una familia, tengo todas las mujeres que quiera, amigos, y para la cereza del pastel son un dios griego -agregué para que se ria y asi lo hizo- Pero no todo esto no me llena,no soy feliz.
-Puedo escucharte todo lo que deseas pero dando consejos soy pésima, pregúntale a un árbol y te será más útil que yo- comentó con voz suave apartandose de mí, acomodando mi cabello. Como lo hacía mamá de niño.

-Gracias por venir -susurre abrazandola y depositando un beso en su frente- necesitaba hablar con alguien y se que hago el ridículo y que quizás me hayas perdido el respeto después de esto pero..

Su carcajada me hizo verla a los ojos. -No es así señor, todos tenemos nuestros momentos y bueno, este es el tuyo.

-Tienes razón. Es cursi, pero ¿te quedas esta noche? -pregunté haciendo un puchero de borracho

-Te dije que..

-Nada de sexo si no quieres -levante las manos- lo prometo.

Sonrío.- Bien.

Y rompí la promesa. Después de bañarme y cambiarme, al acostarme a su lado la besé y entre beso y beso, el deseo se adueñó de nuestros cuerpos y terminé poseyendola salvajemente a las tres de la madrugada.

Nada más que sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora