Capitulo 3

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Cuando Mara se fue a su cita con Joan, me quede sola y sabia que empezaría a aburrirme si no hacía algo con urgencia, por eso, llamé a mi amigo Matteo.

-Hola Matt -hablé alegre.

-Ar, ¿a que debo el placer de tu llamada? -contestó con voz grave.

-Verás.. -empecé con tono coqueto- estoy sola en el departamento y queria saber si tu..

-¡Ay nena! No hace falta que me lo digas dos veces ¡Ya mismo voy al maratón de peliculas!

Solté una carcajada. Para cualquier persona eso era una incitación sexual pero para Matt, no.

-Vale guapo, te espero -junte mis labios y le lancé un beso por teléfono.

Al cabo de un rato llego Matteo con 5 películas alquiladas, una botella de coca-cola y papas fritas.

-Buenas, niña. ¿Con qué empezamos? ¿Terror? ¿Comedia romántica? ¿Acción? -preguntó nada mas entrar dejando las bolsas en la mesita de la sala.

-Empecemos con la acción -dije coqueta. Él notó mis intenciones y se acercó seductoramente a mí tomándome de la cintura y dandome un sonoro beso en el cachete. Reí de nuevo. Asi, nadie pensaría siquiera que estira a su propio bando.

Pasamos cinco horas de nuestras vidas viendo películas hasta que eran las diez de la noche. Matt estaba dormido en mis brazos en el sofá de la sala. Lo moví levemente.

-Matt.. -nada- Matt.. -ni siquiera se movía- ¡Matteo!

Con mi grito el susodicho se paró de un salto con los ojos bien abiertos y los cabellos despeinados. Solté una carcajada.

-Bello durmiente, ya es tarde ¿piensas ir a tu casa?

-Oh vaamos Arr -dijo estirando las palabras y haciendo pucheros- déjame dormir aquii, contiigo. Ya es tarde ¿Y si me violan? ¿Y si me secuestran? ¡Que harás sin mi!  ¿Puedo quedarme? ¿shi? ¿shi?

-¡Te pasas de dramatico! -Reí negando con la cabeza y su puchero se hizo más pronunciado- Bien, pero mañana haces el desayuno ¿trato?

-Trato -dijo feliz. Mara y yo no éramos precisamente Reinas en la cocina, el si que lo era.

Me metí al baño para lavarme la cara, ponerme mi piyama que consistía en un short corto y una remera sin mangas con la imagen de Minnie y cepille mis dientes. Mi cabello lo coloqué en trenzas para que no parezca un nido en la mañana. Cuando caminé fuera del sanitario, mi amigo ya estaba en boxers adueñandose de la mitad de la cama matrimonial y por poco babeando. Negué con la cabeza para luego entrar debajo de las sabanas a un costado de él y estirarme como un gato. Al tiempo un musculado brazo me rodeaba la cintura, así caí en un sueño profundo.



Nuevo día de trabajo. Ya llevaba casi tres años de trabajar aquí. Al llegar saludé a algunos compañeros de trabajo y de forma distante a Keith. (Nota 1: nunca dejar que piensen que el sexo con ellos te importa. Se vuelven celosos como perros y son capaces de marcar territorio contigo. Pasa de eso, nena.)

Iba vestida normal. Una falta tubo negro, una camisa color amarillo pastel y unos tacones negros de punta fina. Ya en mi puesto me puse a ordenar los papeles y a preparar el té para Cam. Más que mi jefa, ella era como mi amiga, asi que nos tuteabamos.

-Buenos dias Cam -dije entrando a su oficina con el té después de haber tocado- ¿que tal tú noche?

-Hola Ariadnne, de lo mejor -dijo con los ojos iluminados- ¿y la tuya?

-Bien -contesté a secas.

-Oye.. Verás, sabes que no me ando con rodeos. -dijo mirandome como profesional. Le imité. Trabajo es trabajo- Mi padre quiere verte en media hora. No lo tengo muy claro pero creo que te ascenderán el cargo.

La mire un momento y luego sonreí complacida.

-¡Excelente! -contesté emocionada- pero ¿y tú? ¿Sabes en qué trabajaré?

Hizo una mueca- Es mejor que hables con papá, no estoy muy segura. No te preocupes por mí, Laura ocupará tu puesto en caso de que decidas irte.

-Bueno, gracias Camila -dije abrazandola y ella riendo me devolvio el abrazo.

Después de ordenar todo por si las dudas fui a la oficina de Robert, el dueño de la empresa. Luego de avisarle a su secretaria que ya estaba allí, pasé a una gran estancia desde donde se veía todas las calles de la ciudad gracias a sus paredes de vidrio. Al centro se encontraba un escritorio y detrás de éste el señor.

-Buenos días.

-¿Ariadnne Anderson?

-La misma.

-Tome asiento por favor -dijo acercándose al escritorio.

Así lo hice.

-La razón por la que está hoy aquí es porque mi hijo, Andrew, ocupará el puesto de presidente de la empresa. Sólo para evitar malentendidos, el ocupaba la presidencia también en la sucursal de Francia. Yo estoy un poco mayor para seguir viniendo, por lo tanto, él me reemplazará

-Bien, entiendo. Pero ¿donde figuro yo en ésto? -pregunté.

-Necesita una secretaria y Nadia -se refiere a su secretaria- ya quiere jubilarse. El punto es ¿quieres ocupar el puesto? El sueldo aumentará, eso dalo por hecho.

Lo miré analizando la situación. Nunca escuché hablar de Andrew, pero tendré aumento y quizás pueda ocupar algún puesto relacionado a lo que estudié en un futuro no muy lejano.

-Yo seguiré viniendo a supervisar el trabajo pero no tan de seguido. Entonces ¿su respuesta es..?

-Si señor ¿cuando empiezo?

Sonrió satisfecho- Tal y como Camila me dijo que serías. Perfecto. Mañana a las ocho la espero puntual aquí mismo para firmar algunos papeles.

Le estrecho la mano y me despido aún con una sonrisa. Bien. No es mucho el cambio a lo que estoy acostumbrada pero tendré un poco mas de dinero asi que.. esta bien para mí.

Conversé de cosas vanales y sin sentido con Cristina, la de las fotocopias mientras preparaba unos documentos que me habían pedido. Ése tal Andrew me intrigaba. Es bastante raro que no hayan pasilleros (como le decíamos Cam y yo a los chismosos de la empresa) contando la noticia. Tenía que concentrarme en lo que estaba haciendo. Ya tendré tiempo de conocerlo, y muchas horas para tratar con él.

Nada más que sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora