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· ✹. . ✦ · . + ·Especial Navidad
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— Boludo, vamos tarde.— Dijo Matías mientras entraba a la cocina con un par de bolsas completamente llenas. Se detuvo en marco, dejando las bolsas caer mientras soltaba un suspiro, y se quedó mirando a su novio, el cual terminaba de preparar un par de cosas.— ¿Está todo listo?
Mauro se dió vuelta, mientras se sacaba un delantal color carmesí de encima, le sonrió lo mejor que pudo y asintió, y se acercó nuevamente a la mesa. Recogió una bandeja de galletas que estaba encima, aunque las soltó casi al tocarlas.
— La concha de la yuta. Están calientes.— Murmuró, mientras se frotaba las manos con dolor. Caminó hasta al lavadero y las mojó un poco sintiendo cómo nuevamente su mano volvía a su temperatura normal. aunque esto no duró mucho, pues el agua pasó de estar ambiente a estar congelada.— UY ASHUDA.
Quitó las manos del agua, y dejó que corriera mientras se las secaba. Spallatti se rió, y se puso detrás de Mauro para luego pasar las manos por su cintura. Colocó su mentón en el hombro de este, y le dejó unos pocos besos en su cuello.
— Sos un bobo.— murmuró, causando un cosquilleo en el cuerpo de Mauro, y que de paso se le erizara la piel. Mauro soltó una risa mientras dejaba el paño por algún lugar. — Pero un bobo lindo.— Los pequeños besos pasaron a ser unos más mojados, y la mano que estaba en la cintura empezó a bajar hasta llegar a la orilla de su bóxer.
Mauro soltó un jadeo casi inaudible cuando sintió a Matías dejarle un chupón en el cuello, a la vez que él metía la mano por dentro de su pantalón y aprovechaba su oportunidad para masajearle.
Lit no podía negar que sentía placer encima, pero la mayoría se le fue cuando recordó los mensajes que tenía su novio con Indra. Él tenía claro que revisar los mensajes de tu pareja era un acto tóxico, pero lo hizo bajo la influencia de Damián y Nacho, los cuales le habían insistido mucho para que lo hiciera. Y así se sacaba cualquier duda que le atormantara.
Pero lastimosamente solamente le hicieron sentir peor. Ahora no era el novio de Matías, era el chico con el cual Matías se sacaba las ganas por mientras que Indra no le daba bola.
Apretó los labios y sacó la mano de Matías de su pantalón. Cuando se dió vuelta notó que éste estaba más que confundido, puesto que Mauro nunca se había negado a recibir placer.
— Hoy no quiero.— Le respondió a la cara de su novio, mientras que una mueca se formaba en su rostro. Matías frunció el ceño y apretó más el agarre en la cintura del chico. Mauro se alarmó, Matías nunca le había hecho eso.— Eu, mati.— Le llamó, a lo que Matías pareció no prestar atención.— Eu, M-Me duele.— Gimoteó débilmente a la vez que cerraba los ojos.
El sonido de un teléfono logró que el agarre desapareciera, y cuando abrió los ojos, vió cómo Matías había desaparecido. Soltó un suspiro y se acercó a la mesa dónde había dejado las galletas calientes. Las tomó, claro que con cuidado de no quemarse denuevo, y salió de la habitación siguiendo la voz de Matías.
— Los chicos están listos.— Dijo cortante, a la vez que tomaba las llaves de la casa y salía por la puerta, sin dirigirle una mira da a Mauro.