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El día siguió transcurriendo, Jeongin se había encerrado en su cuarto, lo llamaron varias veces para que saliera de allí, pero estaba demasiado ocupado llorando como para obedecer.
«Idiota, idiota, idiota»Se repetía a cada segundo, en estos precisos momentos le hubiese gustado poder viajar en el tiempo e impedir aquel dulce beso con tierna apariencia pero que contenía un dolor de mil demonios en su interior.
Sentía culpabilidad, apesar de todo lo que tenía que aguantar, siempre había vivido en su propia burbuja mental, sin prestarle atención a nadie, ¿Por qué tuvo que fijarse en él? Nadie le avisó del dolor que provocaba amar a alguien.
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—Estaba pensando..., ¿Te importa que Jeongin sea mi nuevo juguete? —Interrogó Jisung.
Hyunjin se giró para verlo. —¿Por qué debería importarme? —Vaciló.
Seungmin, que también presenciaba la escena, sabía que el pequeño de brackets era más que importante para el alto y que su rencor no iba a ser eterno, a decir verdad, nunca había tenido la oportunidad de hablar con él, solo lo golpeaba para satisfacer a Hwang, quería verlo contento, pues verlo sonreír lo hacía feliz.
No obstante, la compañía del nuevo chico le incomodaba.
—Vaya, gracias hyung.—Esbozó una sonrisa.
—Vuelvo a decirlo, no hay por que agradecer. —Contestó Hwang seriamente.
—No me mires así. —Comentó con un tono divertido. —¿Tú tambien quieres mimos? —Agregó mientras lo abrazaba.
Seungmin carraspeó. —Sueltame imbecil. —Hyunjin empujo a Han, que empezó a reir.
—A veces se me olvida que estás aquí. —Comentó dirigiéndose al más pequeño.
Al rato Jisung tuvo que abandonar la casa del más mayor, y este, notó que su mejor amigo no estaba de buen humor.
Lo abrazó por la espalda. —Sonríe más, tontito. —Susurró.
—No tengo motivos si Jisung está contigo las 24 horas del día. —Se cruzó de brazos. Hwang sonrió cálidamente.
—¿Por qué te pones celoso? Solo somos amigos, como tu y yo. —Rió, le gustaba molestarlo.
—Eso me da igual, se te acerca demasiado. —Siguió diciendo enfadado. De repente, lo tumbo en la cama quedando encima de él.
—¿Estúpido que estás haciendo? —Habló Hyunjin todavía riendo. Seungmin frunció el ceño.
—No quiero que te toque.
—Lo siento, olvidé que eres el único que puede. —Comentó jugando, un leve sonrojo se formo en el rostro del pequeño.
—Hablo en sério Hyunjin.—Ambos se sentaron.
—Tranquilo, ya tiene a alguien con quien entretenerse.
—No le hará daño, ¿Cierto? —Interrogó.
—Creo que no, pero bueno, si lo lastima tampoco es que me importe, se lo merece.—Hyunjin cruzó sus brazos y alzó su cabeza orgulloso de sus palabras.
—Él no tiene la culpa de lo que ha pasado en tu familia.—Murmuró el menor, Hyunjin gruñó.
—Tú no estabas aquel día, no pue-
—¿No puedo saber lo que pasó?—Comentó interrumpiendolo.—Por favor, me lo has contado miles de veces, y sigo pensando que Jeongin no tiene la culpa de que estés resentido con su padre, no sabe nada, tú mismo eres el que me lo ha dicho.
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—Jeonginnie... Perdóname por lo de antes...Me tomó por sorpresa.... No, no esto no me gusta. —Borró por décima vez el mensaje que intentaba escribirle al menor.
Quería disculparse, y ya que no podía decirlo cara a cara decidió escribirle, no era muy bueno a la hora de expresarse, así que esta vez verdaderamente se estaba esforzando.
—Vamos Chris, piensa, tu madre no esperó nueve meses para que salieras así de estupido. —Comentó golpeando su cabeza contra el escritório.
Estaba cansado, pero no estaba dispuesto a dormirse sin encontrar una manera de hacer regresar la sonrisa del pequeño Yang.
—Agh, tengo calor, ¿Habrá helados en el refrigerador? —Esbozó una sonrisa emocionado, y al instante, se dió cuenta de lo que acababa de decir. —¡Claro! ¿Pero cómo he podido ser tan imbecil?
Entusiasmado por su brillante idea, le escribió al de brackets lo más rapido que pudo y esperó ansioso su respuesta.
Bang Chan Jeonginnie, siento haberte gritado antes, me gustaría hablar contigo mañana, podríamos ir a mi heladería favorita, ¿Te parece?
Baby Innie <3 Está bien...
Suspiro aliviado tras leer la respuesta, aunque al mirar como lo tenía agendado volvió a golpear su cabeza unas cuantas veces más.
—¿Por qué soy tan estúpido? —Fingió un llanto al ver lo ingenuo que había sido al no notar lo inevitable.
