• Capítulo II.

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• Capítulo II. Francesilla Blanca.

Pronto llegó el ocaso anunciado por el arrebol y fue en aquel momento que el monarca decidió abandonar su paseo por el bosque e ir a prepararse para la ceremonia en la que uniría su vida a la de su amada en sacro matrimonio. No hizo ninguna parada innecesaria, fue directamente a otra habitación que había escogido con anticipo ya que la suya estaba siendo remodelada con el fin de que fuera más acorde a su vida matrimonial, es decir, estaban remodelando el cuarto para la mayor comodidad de los novios.

Harlequin decidió darse un baño por si es que algún aroma no apropiado del bosque se hubiese impregnado en él. Ingresó al baño de la habitación, abrió el grifo y cuando la temperatura lo dejó satisfecho echó al agua los aceites que solía usar con frecuencia y tras despojarse de sus prendas se metió a la bañera, relajándose ante el contacto de su piel desnuda con el agua caliente y el aroma a flores de las esencias.

No tardó mucho en asearse adecuadamente, no obstante eso no impidió que se quedará un rato más en la bañera, consideraba que necesitaba relajarse lo mejor que pudiera para evitar actuar como un idiota al momento de estar con Diane en el altar. Su mente comenzó a divagar a partir de aquella idea, primero pensó en cómo se vería su amada con su vestido de novia puesto, después pensó en el semblante que ella tendría al dar el sí y ya por último su mente se fue a otros extremos al pensar en lo que sucedería en la noche.

Ciertamente no estaba seguro de estar preparado para afrontar tal situación, no obstante si Diane quería estar con él tendría que evitar quedarle mal como su esposo. ¿Qué tan difícil podía ser?

-¡Harlequin, el sastre llegó con tu traje! -la voz de Helbram llamándolo tras la puerta del baño lo sacó de sus pensamientos indecentes.

-¡Ya voy, un momento! -pidió saliendo de la bañera y colocándose sus prendas nuevamente.

Quizá sería más difícil de lo que él había imaginado.

Simultáneamente Diane estaba despertándose de su siesta, nada más llegar a su alcoba y posar su cabeza en la almohada de la cama se quedó profundamente dormida, seguiría así de no ser porque Elaine la hermana de su prometido la despertó diciéndole...

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Simultáneamente Diane estaba despertándose de su siesta, nada más llegar a su alcoba y posar su cabeza en la almohada de la cama se quedó profundamente dormida, seguiría así de no ser porque Elaine la hermana de su prometido la despertó diciéndole que debía comenzar a prepararse para su boda. Con desgano se dirigió al baño y tomó una ducha larga aunque la particularidad de este baño fue que Elaine exigió que en vez de agua se utilizara leche y miel.

-Así tu piel estará más sedosa y bonita para la noche -fue todo su argumento.

Después de aquel baño con leche y miel se dio otro baño -esta vez con agua- y se untó una loción con un agradable aroma a melocotón. Cuando salió con la bata de baño puesta la rubia la estaba esperando con la modista para poder ponerle el vestido de bodas y solucionar con tiempo algún desperfecto en caso de haberlo.

No iba a mentir, y es que cuando se probó el vestido y se vio en el espejo quedó asombrada, ni siquiera terminaba de creerse que ella estaba usando ese precioso vestido de corte imperio que a simple vista lucía fresco, cómodo y sencillo, tal y como ella siempre había soñado que sería su vestido de novia.

❝ Le plus belle fleur du bois ❞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora