• Epílogo. Pensamiento.
«Dos lindas bayas modeladas sobre el mismo tallo. Así es como dos cuerpos visibles, no teníamos más que un solo corazón» —William Shakespeare; Sueño de una noche de verano.
Aproximadamente dos años antes.
Nuevamente estaba él sentado bajo el cobijo de la sombra de un árbol, casi nada había cambiado desde hace dos años excepto que su relación con la Princesa había mejorado considerablemente, actualmente ya no la juzgaba tan duramente, habían logrado construir los cimientos de una amistad y podría decirse que prácticamente ya eran inseparables. Había juzgado duramente a Diane, no era en lo absoluto como él la había pintado, al contrario de la primera impresión que tuvo de ella como una niña mimada y poco intelectual ahora pensaba que esa niña era una presea que necesitaba ser pulida para relucir entre las demás.
El propio Harlequin se estaba encargando también de enseñarle algunas cosas, a veces accedía a leer junto a ella y de vez en cuando tomar el té para intercambiar charlas con el fin de usar los conocimientos adquiridos por la jovencita para dar hincapié a conversaciones interesantes, basadas en libros, algún acontecimiento histórico o cualquier tema de interés. Era algo didáctico y enriquecedor, tanto él como la chiquilla aprendían cosas nuevas juntos y mantenían una convivencia que le ayudaría a hacerse a la idea de tenerla cerca para cuando el momento de la boda llegara en un par de años. ¿Quién lo diría? El tiempo había pasado volando, cuando menos se había percatado la metamorfosis de ese patito feo a un agraciado cisne ya estaba por llegar a su etapa culmine, lo que era un sinónimo de que sus nupcias pronto se efectuarían.
¿Ella estaría bien con eso? Es decir, sabía que prácticamente estaba obligada a cumplir, no obstante le preocupaba el hecho de arruinarle la vida a una inocente criatura por un acuerdo político entre los dos reinos. Por algún extraño motivo la idea de que Diane fuera desdichada a su lado le causaba un profundo dolor en su ser.
—¡King, tierra llamando a King!
Una voz lo sonsacó de sus reflexiones y vio ante él a Diane, tan perfecta como de costumbre. Por el Árbol Sagrado, vaya que esa chiquilla había dado un gran cambio, era tan hermosa que los pájaros en pleno vuelo al verla seguro olvidarían cómo volar, su belleza anonadaba a todo ser viviente que la admirara y su intelecto, vaya, no llegaba al grado de ser una erudita, pero esto no la privaba de ser considerada una de las mujeres más cultas que hayan podido existir en la faz del continente.
—Lo lamento mucho Alteza, tal parece que me quede soñando despierto —confesó apenado—. ¿Qué necesita?
—Sólo quería pedirte que leyéramos juntos. Hace tiempo que no lo hacemos y bueno, extrañaba estar junto a ti.
El pobre Harlequin casi se ahogó con su propia saliva por las palabras de la señorita. ¿Desde cuando se ponía tan nervioso por una sencilla petición? Antes se hubiese rehusado a estar en un mismo lugar con Diane, pero ahora era diferente, su presencia le era grata, ese tipo de peticiones que ella le hacía aparte de ponerlo nervioso lo hacían inmensamente dichoso y gustoso de cumplir cada capricho suyo. ¿Qué le pasaba? Era el Rey Hada, tenía una misión pendiente como para estar perdiendo el tiempo en banalidades, mas no era algo que pudiera evitar, le gustaba ser el mandilón de la Princesa, pasar días alegres a su lado y comparar el brillo de sus violáceos irises con las estrellas que adornaban el más precioso firmamento nocturno.
«Eres un romántico empedernido, Harlequin; esta chiquilla te tiene hechizado en cuerpo y alma» pensó para sí, clavando sus vibrantes orbes ambarinos en los femeninos.
—No tengo inconveniente con eso, milady. La verdad es que yo también extrañaba su presencia —admitió con los nervios a flor de piel.
Afortunadamente las fuerzas divinas estaban de su lado ya que no tartamudeó, sin embargo no pudo cantar victoria por mucho tiempo, su habitual sonrojo y nerviosismo se manifestaron cuando la jovencita se lanzó a sus brazos y lo envolvió en un cálido abrazo.
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❝ Le plus belle fleur du bois ❞.
Roman d'amourDiane y Ban son dos hermanos que viven junto a su madre en una pequeña cabaña a las afueras de un pueblo. Un día los reyes de dicho poblado solicitan su presencia en el castillo con el único propósito de proponerles un peculiar trato que podría ser...