• Capítulo V. Crisantemo Blanco.
Algunos días después.
Cada mañana que despertaba lo hacía con una flor a lado suyo, dicha flor era la misma que había recibido el primer día, y era tan frecuente que había aprendido a adorarla y guardar cada una de las notas que su esposo le dejaba con dicho presente. Ya habían pasado algunos días desde que habían ido a aquel día de campo y por ende ya habían pasado días desde sus nupcias también, aunque no se quejaba del todo, su marido era tan romántico y tan tierno con ella que parecía que era apenas el primer día de casados, se notaba que él también quería hacer las cosas bien con ella tal cual como ella quería hacerlo con él, algo que verdaderamente le agradaba, debido a que no se hacía a la idea de condenar a ambos a un absurdo matrimonio arreglado que era propenso a las peleas por cosas estúpidas y el arraigado desprecio que sentían ambos cónyuges mutuamente.
Gracias a Dios su enlace no había terminado así, a pesar de las ocupaciones que ambos tenían ahora como soberanos del bosque mantenían una buena relación, eran cercanos e incluso podía decirse que había encontrado en Harlequin a un amigo en el cual podía confiar, tal y como lo había sido King.
Aún no podía sacarse de la mente el inmenso parecido que existía entre ambos, actuaban de la misma forma dulce, tenían la misma caballerosidad y sus físicos eran casi iguales, eso sin contar que gracias a su cuñada había descubierto que las hadas podían tener la capacidad de cambiar de forma, e inclusive convertirse en humanos.
¿Y si King y Harlequin eran la misma persona?
Se quedó meditando por un momento en esa posibilidad, tanto que de no ser por el ingreso de alguien a su habitación seguiría desconectada del mundo.
-Diane, ¿te encuentras bien? -la voz dulce de la rubia llegó a sus oídos y fue como escuchar el dulce cantar de los pájaros. Siempre le era grato escuchar su voz porque era particularmente dulce, digna de un hada que además era una Princesa.
-Oh lo siento, me quedé leyendo el libro que me diste que trata sobre el lenguaje de las flores -se excusó rápidamente.
-Entiendo, perdóname por venir a molestarte, es que mi hermano te espera en la copa del Árbol Sagrado y me mandó a buscarte.
Inmediatamente la castaña entró en pánico por esa oración. Lo que estaba vistiendo no era nada digno para lucir ante su esposo, tendría que cambiarse rápidamente de vestido o quedaría en vergüenza con el cobrizo.
-Claro, dame un momento nada más que me cambiare de vestido -dijo nerviosamente.
La rubia la asesoró con respecto al vestido y al final optaron porque usara uno en color turquesa con un lazo en la cintura color negro que combinaba con unos zapatos del mismo color que el lazo que tenía ansias por estrenar. Una vez estuvo lista Elaine la tomó del brazo y ambas volaron hacia el encuentro con el Rey Hada.
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Harlequin estaba caminando de un sitio a otro en compañía de Helbram quien lo observaba con bastante interés. Era una persona bastante fácil de ponerse nervioso y de perder los estribos, pero jamás lo había visto como lo estaba observando ahora.
El silencio los invadió hasta la intervención de una sirvienta que ajena al ambiente tenso decidió hablar.
-Sir Helbram, su Majestad, ya he terminado de colocar todo como me lo han pedido -avisó dicha hada.
Gracias a esa oportuna intervención la tensión del ambiente fue aligerada y por dentro tanto Helbram como Harlequin le agradecieron infinitamente a aquella mujer que hubiese abierto la boca en el momento más preciso.
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❝ Le plus belle fleur du bois ❞.
RomanceDiane y Ban son dos hermanos que viven junto a su madre en una pequeña cabaña a las afueras de un pueblo. Un día los reyes de dicho poblado solicitan su presencia en el castillo con el único propósito de proponerles un peculiar trato que podría ser...