one

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Empezaba a odiar este día.

Agarré mi mochila, pensando en cosas totalmente diferentes a las cuales pienso los otros días, excepto está mierda de día; mi cumpleaños.

Todo se iba poniendo cada vez peor. Sabía que mis mejores amigos se habían olvidado de mi cumpleaños. No me habían llamado a las doce de la noche, ni tampoco habían dejado un mensaje.

¿Fue raro quedarme esperando toda la noche despierto por su llamada? La cual sin embargo, jamás pasó.

Pero entendía un poco, Harry estaba con Jane, la cual había regresado de viaje. Louis, aprendiendo con su nueva tutora, la cual está buenísima. Zayn, llorando por la chica a la cual jamás le pudo decir que le gusta y ahora está muerta (eso fue un poco cruel) Y Liam, tratando de conquistar a todas las chicas por Francia.

Era el único que ahora mismo, se preocupaba por mis notas. ¿Dónde estaba Liam ahora? Sólo se iban a quejar con Zayn de mí. Tal vez se enfadaron conmigo y yo ni siquiera lo sabía.

Qué idiotez.

Ellos son como chicas con su periodo.

Mientras esperaba un taxi, miré a la pareja junto a mí, seguramente esperando lo mismo. Se agarraban la mano y se daban pequeños besos en los labios. Son jóvenes, unos dieciséis años tendrían que tener. El chico agarraba de las mejillas a la chica y depositaba pequeños besos en su nariz. Sentí algo en mi garganta, como si estuviera atorándome con una carne gruesa y me sentiría impotente al no poder sacarla, casi muerto. Por primera vez, quise despertarme con una chica a mí lado, sentirme feliz y no incómodo con su compañía, que me dé un beso de buenas noches y... quería muchas cursilerías con la intensidad y amor con la cual los chicos que tenía al lado se estaban besando.  

Pensé en Harry. Pensé en que se sentiría enamorarse tanto como él lo está de Jane. Es algo raro que piense esto ya que a mí sólo me interesa golpear a mis mejores amigos y follar con chicas guapas pero mi vida es como un vago recuerdo aburrido, todos los días lo mismo. Estaba harto, quería una aventura, algo que recordar cuando esté a punto de morir.

Quería algo que me devuelva las ganas de levantarme feliz por las mañanas.

Un taxi para y agradezco a Dios en mi mente. Ya estaba cansado de estar esperando.

—A la Universidad Grinfield—ordené.

Él taxista empezó a conducir. Escuché un chillido a mí lado y vi a una chica de cabellos negros, completamente negros y se veían naturales, con unos grandes ojos azules.

Cargaba una vestimenta que contenía un saco para protegerse del frío, al igual que yo pero el suyo era de color plomo.

La idea vino a mi cabeza cuando se levantó, al parecer se había quedado dormida.

Abrió sus ojos y lo primero que vio fue a mí. Yo estaba en shock, yo sabía que mis mejores amigos no se habían olvidado de mí. Y junto a mí, estaba mi sexy regalo; una prostituta.

—Por favor, señor. Llévenos al motel siete, gracias—dije con elegancia. No quería que se lleve una mala impresión de mí y luego se largue dejándome si el follón que me daría.

—¿Qué? No, no, no—parecía desesperada—. Joder, tengo que dar mi examen, regrese a la Universidad Grinfield.

—O sea, ¿quieres follar en la Universidad? Créeme, ya han descubierto a o...

—¡¿Qué?! ¿Follar? Espera... ¿Quién eres tú y qué haces en el taxi? —preguntó tratando de calmarse.

—Oh, no te hagas. Los chicos te han contratado—reí sin gracia, nervioso.

—No seas idiota. ¿Qué chicos? No sé nada de lo que hablas. ¿Cómo te llamas?

Tenía ganas de echarme a llorar en ese instante. En el fondo de mí supe que ellos se olvidaron de mí, me dejaron en mi cumpleaños diecinueve y les importo una mierda.

La chica que estaba frente a mí, no sabía nada. Sus ojos me lo decían todo.

—Niall—susurré.

—Bueno, Niall. No soy una prostituta, o lo que creas. Puedes contarme que te sucede—pidió con amabilidad.

Sonreí torcidamente.

—Mis mejores amigos se olvidaron de mi cumpleaños, estoy muy enfadado—gruñí.

Ella me agarró las manos y esbozó una sonrisa. Estaba muy cariñosa, cualquiera chica la cual piense que es prostituta me mandaría al infierno y me golpearía, seguramente. ¿Qué le pasaba a ella?

—Mira, lo mejor que podrías hacer es disfrutar de este día. Tal vez ellos tengan otras cosas que hacer. Puedes disfrutar con tú familia o si ellos no están ocupados, llamarlos y arreglar las cosas, Niall—acarició mi nombre.

Asentí con la cabeza efusivamente y mi sonrisa se ensanchó.

—Di que será un día maravilloso y todo irá bien—prometió.

Hoy será un día maravilloso, me dije.

Luego sus ojos se oscurecieron, su voz ya no pareció la misma y carraspeó antes de decir algo.

—¿Qué te pareció? —preguntó.

—¿Qué cosa? —estaba confundido.

El auto paró y los dos bajamos, ella pagó al taxi y se acercó a mi lado con su cartera y sus tacones resonando en el frío suelo, sujetó más su saco tratando de que la cartera beige no se le vaya de las manos.

—Dime—exigió—. ¿Lo hice bien? ¿Te aconseje bien o algo? ¿Te parecí alguien buena a la cual le puedes contar tus problemas?

Mordí mi labio inferior, queriendo golpearme porque hace unos minutos ella era muy tierna.

—Sí, por supuesto—respondí.

—¡Sí! ¡Dios mío! ¡Aprobaré! —gritó de felicidad.

—¿Aprobar qué?

—Mi examen de psicología, Dios. Estoy tan feliz—abrió los brazos e hizo como si estuviera haciendo una clase de ejercicio.

Mis ojos se achinaron.

—Entonces...—dije con voz resquebrajada—. ¿No te importaron mis problemas?

—Hum...—dudó.

Bufé y empecé a caminar lejos de ella. Sentí sus pasos corriendo detrás de mí, tratando de no caerse con sus tacones negros.

—Lo siento, ¿bien? Me importan. ¿Qué te parece si vamos a festejar tu cumpleaños? —Preguntó caminando junto a mí, quitando un mechón de su cabello negro—. Soy Cora Baker.

—Soy Niall Horan.


taxi || n.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora