Podría decirse que en el momento en que le veía, fijando la vista en aquellos ojos profundamente azules con motas verdes de relleno, mi corazón realmente se paralizaba. Era justamente como cuando la profesora permanecía con la mirada adherida sobre mí, actuando indiferente hasta que decidía de una vez por todas enviarme frente al pizarrón con la finalidad de resolver un ejercicio que no conseguía comprender aún. La clase entera me observaba y me sentía desvanecer. Howard Rupert me originaba una multitud de sensaciones que conservaban la capacidad de dominarme en su poder, de hablarle con oraciones remilgadas o planear sorpresas ridículas que solamente a él le causaban un gozo desmedido. También, podría decirse que me dolía, porque nuestra discusión no fue excesiva, fue lo suficientemente hábil y astuta como para darme a entender que lo nuestro jamás serviría. Fue bastante sagaz como para hacerme vislumbrar a través del sufrimiento que él no me quería.
Fue sensacional en los días que duró la mentira, pero por lo cegada que me hallaba deseché el hecho de que en la vida todo se acababa y con ello, me deshice del desconsuelo con la excusa del amor.
Cerré el libro, poniendo los ojos en blanco. Mentiría si no nombrara que me acaricié la sien con frustración mientras movía la silla con apoyo de mis pies hacia el teléfono del otro lado del escritorio. Le marqué a Louis, quien fue el ofrecedor del presuntuoso libro. Mis dedos repiquetearon en el escritorio frente a mí, saltando suavemente sobre el escritorio de acero, dándole un vistazo a la computadora donde se hallaban los significados de las palabras que no comprendía del libro. Probablemente la gente me tacharía como un idiota, pero el grupo de amigos donde pertenecía Cora era el único que no me reconocían; me aceptaban.
El libro obsequiado por el tal Dipper Clark, el cual era un desconocido pero bastante conocido para Louis, se trataba acerca de una joven de espíritu libre que se topaba con un amigo lejano de su preparatoria. Pero aquellas risas en el cine entretanto observaban American Pie o creaban bromas directas hacia sus padres impecables se terminaron, porque se miraron a los ojos de otro modo alterado. Aquel amor que la chica de veintidós años, con dos trabajos, un padre plomero y en una prestigiosa universidad por una beca, era implacable. Pero, la historia la narraba Jennifer Williams, narraba lo que ella sentía y no el afecto que Howard Rupert le confesaba deliberadamente. Howard Rupert no estuvo enamorado de ella en ningún momento, ni siquiera cuando ella lo ayudó a escapar de un par de policías y le regaló los mayores de sus tiempos libres. Howard solamente anhelaba una aventura por la que sería capaz de rememorar en cuanto su cabeza se dejase caer en la almohada y se encontrase en una condición de aburrimiento.
— ¿Hola? Sí, abuelo, déjame hablar un solo segundo—La voz desganada de Louis se infiltró en mis oídos, despertándome de mis raciocinios sobre su tedioso libro. Súbitamente, como si estuviera recordando un papeleo importante para el periódico de su preparatoria—A pesar de que Louis era un extraordinario jugador de fútbol americano—, se le detuvo la respiración extrañamente, en una mezcla hastiada y agobiada por un tema del que yo no tenía conocimiento—. Eres Lydia, ¿cierto? Escucha. No tengo idea del porqué sigues marcándome cuando sabes que estoy jodidamente molesto contigo. Créeme, he pensado demasiado acerca de los dos y acerca de la amistad que ambos creíamos que teníamos. Pero la verdad es que, los amigos no hablan mal de ellos a sus espaldas, y ahora no sé si somos realmente amigos… Lydia, ni siquiera sé si alguna vez lo fuimos.
Me preocupé instantáneamente por la decepción en cada entonación de las oraciones despedidas de sus labios. Supuse que había tenido una discusión con Lydia Benson, quien era la mejor amiga del chico que me concedió aquel empalagoso libro; y el debate entre ellos también fue la razón por la que borró su número y no inspeccionó mi número porque jamás lo guardó desde la última vez que le llamé.
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taxi || n.h
Fanfiction"¿en serio creíste que era un prostituta el día en el que se conocieron?" "hum, sí" © Todos los derechos reservados.